"El pasajero desconocido"
Que la maldición de
Tuntankamón les caiga con todo su peso!
¡La tortura china es
la que se merecen, por desalmados!
(Y yo soy capaz
hasta de acompañarlo, el día que esto suceda.)
Y dirigiéndose al
desconocido compañero de asiento mío…
¡Se disculpaban con
él!
(¿…Se están
disculpando…Por lo que me hicieron…A mí…?)
¿…Y a mí…Qué?
¡Fue a mí a quién
vejaron…No a él!
¿Por qué me masacran
a mí y le piden disculpas a él?
¡No es justo!
¡A mí fue al que
golpearon!
¡Él es un extraño!
…Apenas lo vengo
conociendo…
(¡…Y hasta estoy
pensando de que de repente…
Fue él, el que me
ocasionó tan nefasto momento!
…Mejor es que no
diga nada…
Calladito no me
entran moscas.
Mejor lo sigo
pensando…)
Golpeado como
estaba, me sentaron.
…Me trataban como si
fuera un bebecito…
Y en verdad que no
pude coordinar bien mis movimientos…Estaba torpe…
…Yo sin poder
coordinar nada…golpeado…amoratado…
¡Cómo un enajenado
mental!
(Hasta me están
mirando… ¡Con lástima!
Parecen unas
monjitas de la caridad. En verdad que no parecen que fueron ellos mismos, los
que me molieron a palos…)
¡Tan tiernos que
son!
…Y hasta se los
agradecí. (¿Yo agradeciéndoles esto?)
Confieso que en ese
momento, no sé el por qué…
…Pero así fueron los
acontecimientos.
Ya todos mis colegas
pasajeros, se sentían felices.
¡Hasta los
aplaudieron!
Y en mi nombre se
mostraban profundamente agradecidos a quiénes minutos antes me estaban
cercenando.
Destruyendo.
Esos tipos se
bajaron como unos perfectos “Héroes”
¿…Y yo…qué?
¿Es que no hay
justicia verdadera?
¿Por qué los
premian?
¿Y quién se conduele
de mis dolores?
¡Este mundo es
injusto!
¡Es cruel!
¡Chabacano!
¡Ruin! ¡Sucio!
¡Este mundo es un
absurdo!
Y en cuanto se
bajaron… ¿Qué hicieron…?
Comenzaron a
aplaudir y a felicitar a mi vecino…
¡Al pasajero
desconocido!
Todos corrían a
darle la mano, a expresar su más profundo respeto y consideración.
Qué incomprensión.
Qué cinismo.
¡Qué desfachatez tan
absurda!
¡Este mundo es
ridículo para mí!
¡Quiero darme de
alta! ¡No deseo seguir en esta farsa!
¿Y a mí…Quééééé?
¡Ni un saludo…Ni una
muestra de cariño…O de lástima siquiera!
…Allí, retorciéndome
de todos los dolores.
Esta vida es un
absurdo. Una pérdida.
¿Qué incongruencia
más cruel?
Aunque debo
reconocerlo…
¡Ese tipo fue el
único que acudió en mi auxilio!
Y mientras todos
miraban hacia otro lado…
¡El acudió en mi auxilio!
Pero aún así…Este es
un Mundo de lo más absurdo.
¿…Yo…?
Contemplando en
medio de mi soledad…
Todas esas muestras
de solidaridad.
¿Qué más podía
hacer?
Me hicieron recordar
en mi niñez, que cuando me portaba mal…
Mi madre me
amenazaba siempre con acusarme con el viejo.
Y en la tarde cuando
él llegaba, cansado, agotado y de muy pésimo humor, ella ni siquiera esperaba a
que se sentara y descansara.
¡No! No bien lo
terminaba de ver y antes de saludarlo…
Me acusaba de todo
cuanto hubiese hecho.
¡Parecía una lorita!
¡Repitiendo una y otra vez: Castígalo!
Y mi progenitor se
metía al cuarto, huyéndole…
¡Y hasta allá lo iba
a buscar!
¡Tú tienes que
pegarle! ¡Necesita una buena cueriza!
¡Tú eres el Padre de
esta familia! ¡Esa es tu responsabilidad!
Una y otra vez…
¡Hasta que obstinado ya…Me buscaba!
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