....Continuación.....

que por primera vez en su vida. Se estaba interesando en algo. Siempre le daba la impresión de que era un ser, como medio ido. Aparentaba estar siempre interesado en sus “Negocitos” tal como siempre lo manifestaba.
Así  que se tomó la molestia de informarle, todo cuanto había acontecido.
Hasta le contó de todas las proezas de los policías, queriendo indagar hasta del más mínimo detalle, pero que hasta ese preciso instante…Nada descubrieron.
El oyente, estuvo muy presto a todo cuanto le narró. Hizo muy pocas preguntas. Mostró mucho interés.
- …Bueno, por lo que me estás contando… ¡Les dieron muy duro a esa pobre gente!
¡Pobrecitos, lo lamento mucho por ellos…! Sí en mi estuviera, yo mismo los defendería. Y te consta. Pero, ya bien sabes, me la paso sumamente ocupadísimo.
- …Pero si tú quieres, puedes ayudarlos.
- ¿Pero ellos desean mi ayuda?
- Hace una semana hablé con el señor Ramón Fuentes, que así se llama, el jefe de esa familia.
- ¿Y?
- …Bueno, le hablé de ti…
- ¿Hablaste bien de mí?
- Por supuesto. Hasta le ofrecí tus servicios, como Guardián.
- ¿…Y…?
- Él está todavía muy herido.
- …Pero y yo… ¿Qué tengo que ver con eso?
- Nada, nada. Lo que te quiero decir, es que…Bueno.
- ¿No está interesado en mis servicios de vigilancia?
- …Yo creo que sí, pero…El problema es que en este momento…Está internado.
- ¿Qué lo hirieron o qué? Porque por lo que me contaste, ni a él ni a sus hijos varones, le pasó nada. ¿Es así, cómo me echaste el cuento Diego? – Su oyente, le notó ese cambio de tono. Y a su parecer, le dio la impresión de que el vigilante, como que no estaba interesado.
(¡Zape gato! Yo no te he contado lo de las violaciones…Pero en fin. Seguramente que ya lo oyó por otra parte y se me está haciendo el zoquete. Él es así. Misterioso.)
Tragó saliva  y se rascó la cabeza y le dijo:
- …Bueno no te lo conté de esa forma, pero en fin. Así fue como sucedieron los hechos.
- ¡Eso me lo contaste tú!
- …Ok. Pero lo más importante, es que él tiene un cuadro depresivo muy agudo. Y al parecer, su esposa, si que está superando todo ese drama  pero él…Parece que no.
- ¿Y su esposa  te ha hablado de mí, acaso…?
- Ramón, me contó de que después que hablamos, él mismo se lo relató a su esposa.
- ¿Y cómo se llama ella…?
- Esther.
- ¿…Y tú crees, que ella esté interesada en mí?
- …Yo pienso que sí. Es cuestión de hablarle nuevamente.
- Entonces háblale…Y después me cuentas.
- …Vamos a hacer algo mejor…
- ¿…Qué…?
- …Estaba pensando: Vamos los dos. ¿Te parece?
- ¿Y los polis? A mí no me conviene, que me vean por allá…Porque pueden pensar mal. Tú sabes que hay mucha  gente que piensa muy mal de mí. ¿Y qué les he hecho a ellos?
Siempre he tratado de ayudar a todo el que pueda. Aunque, claro está, no los puedo ayudar a todo el mundo. Pero por lo menos, yo lo intento. En cambio, los polis cuando llegan es acusando a todo el mundo. ¿Y por qué? Porque para ellos, nadie es honrado. ¿Ah  pero, ellos sí que lo son? ¿Y lo son…Te consta de que lo son? ¡Noooo! Ellos son más ladrones y asesinos, que cualquiera.
…Pero son los Representantes de la Ley. ¡Y son los primeros violadores que hay en este mundo!
Y en cambio  yo aquí tranquilito, y sin hacerle daño a nadie. ¿Pero por qué se ensañan en mí contra?  ¿Qué les he hecho? Al contrario yo los estoy ayudando a castigar al hampa.
Yo siempre he sido un HONRADO hombre de negocios. ¿Tengo culpa? ¡Ninguna! Pero la ENVIDIA que me tienen. ¡No lo entiendo! ¡Te juro, que a nadie, le hecho ningún mal! ¡Lo juro!
- Lo sé, lo sé.
- ¡Menos mal, que todavía hay gente buena en este mundo! Por lo menos, tú crees en mí…
Diego, comenzó a notar que en la medida que se exaltaba su amigo, sus “Compañeros” se inquietaban y trataban de acercarse de una forma algo malévola. Y esta acción, comenzaba a inquietarlo. Cachirulo  se percató de esto y le hizo señas muy violentas a sus seguidores.
- ¿Y a ustedes…Qué le está pasando? – El Temblao, El Avión y los otros, se asomaban nerviosamente, como creyendo que en cualquier momento su líder, requiriera de sus servicios de ayuda.
- ¡Nada jefe…! – Respondió nervioso El Atorao.
- ¿Necesita de nuestros servicios, jefe? – Preguntó amenazador El Gordo.
- ¡Estoy hablando de negocios, fuera de aquí! – No habiendo terminado de gritarles, cuando de repente, desaparecieron como por arte de magia.
- ¿…Qué les estará pasando a ese atajo de retrasados mentales? – Le preguntó a Diego, como tratando de justificarse ante él.
- A lo mejor creen, qué yo te puedo hacer algo malo…Digo yo. – Se justificó Diego, y su respuesta fue una sonora carcajada.
- ¡Tú eres mi amigo Diego!
 - ¡Gracias, gracias!
- Ok. Voy a acceder a tu petición… ¡Peeeero!
- ¿Vas a venir conmigo…?
- No te puedo acompañar, hacia esa casa. Recuerda, que la policía la tiene vigilada. ¿Eso me dijiste, cierto? Y siendo así es muy peligroso para mí propia seguridad.
Y bien sabes, que yo no me la llevo muy bien que digamos con esos tipos…
- …Claro, claro.
- Peeeero…Ve tú y le hablas.
- ¿Y qué le digo?
- Que si ella, quiere mi protección…Tiene que firmar un contratito conmigo.
- Por supuesto.
- Y que, si ella quiere mis servicios…Tendrá que llegar a un acuerdo conmigo mismo.
- Me parece muy lógico…Pero te voy a pedir un favor…
- ¡Claro dime!
- ¿No te vas a enojar conmigo?
- ¿Me vas a ofender?
- No.
- ¿Me vas a cuestionar algo?
- No.
- ¿Me vas a atacar?
- Nunca.
- ¿Entonces…Qué será…?
- Que cuando te entreviste con ella, que no se te acerquen tus hombres…Tú sabes, ellos inspiran mucha desconfianza… ¿Me entiendes?
- …Y si supieras que tienen mejor corazón, que cualquier polizonte que yo conozca.
- …Si, claro, pero…
- ¡Pero está bien! ¡Te concedo eso!  …Pero entenderás, que yo requiero de mis guarda – espaldas.
Ellos me han protegido de mis enemigos. ¡Hay mucha gente mala! ¡Mucho malandro suelto que me la tienen jurada! Y yo no puedo darme el lujo, de andar por ahí, sin mi escolta.
- ¿Y cuántos tienes ahora?
- Poquitos…Allí mismo, puedes ver que no son muchos…A lo sumo…Diez.
- ¿Diez?
- No me muevo solo, nunca. Las calles son muy peligrosas. Y debo cuidarme. Y aunque tú no te lo creas…Me he creado muchos enemigos, por estar defendiendo a familias honestas y decentes como tú y tu familia. Y gracias a esto, le he quitado a mucho vagabundo el que se aprovechen de gente buena y decente. Y como comprenderás, esto no les gusta a esos matones.
¡Ése es mi gran pecado!
- ¿Te has creado enemigos, por cuidarnos?
- ¡Pues claro! Estas son cosas que poco saben mis clientes.
Pero  claro que al espantarlos, he tenido que caer en peleas contra esos delincuentes.
Mira, yo nunca te lo he contado. Pero a tu casa, se han intentado meter en varias ocasiones.
¿Y quién se los impide?
¡Éste, con quién  estás viendo y hablando!
¡Yo me he tenido que caer a golpe limpio y espantarlos para que te dejen tranquilo!
¿Y acaso te he importunado alguna vez?
- No.
- ¿Se han metido contigo o tu familia?
- No.
- ¿No duermes tranquilo, desde que te estoy cuidando?

- Claro que sí.

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