"A s e c h a n z a s"
Al retornar a su momento; retomó nuevamente en su angustia. Se vio precisado a tener que enfrentar; lo que ansiaba con todo su ser…obviar.
Su momento el cual le reclamaba su entera concentración.
Tan ensimismado estaba que no llegó a sentir la cantidad de excremento caliente, que le caía no solamente en su cabeza…también en sus hombros…ya que instintivamente sentía como que alguien lo estuviera tocando…algo caliente…pero no se sintió en libertad como para dispensarse un segundo para verificar qué o quién lo estaba urgiendo.
(Qué extraña sensación…)
Además ninguno de sus atacantes se dio por aludido.
¿Será que era invisible a ellos?
…Y si esto era cierto…Posiblemente esa sería la ayuda tan solicitada que él mismo urgía…
Así que con el rabillo del ojo…y sin desviar su atención a sus primarios atacantes…trató de indagar qué era.
Todo lo veía como si en verdad, quisiese estar afuera  y no adentro de tremendo drama.
…Pero sus pupilas se negaban a obedecerle…
¡Qué angustia, qué desesperación!  ..Esa sensación de abandono…de desidia…
Lo intentó nuevamente, pero en ese preciso instante… ¡Sintió un terrible dolor en la cabeza! Su dolor fue muy intenso…agudo y puntual.
- ¿Qué será ahora? – Se dijo vagamente. No pudo desconectarse de sus atacantes.
Pero ahora su cuerpo le denunciaba que era precisa su atención a este nuevo ataque.
¿Nuevo ataque…Quién será ahora?
(¿Por qué todos se unen en mí contra? ¿Acaso no ven que ya es demasiado?
No entiendo nada y esto me está volviendo loco de remate.
¿Será que ya me está patinando el cerebelo…? ¿Cómo estará mi córtex? (…Me está empezando a preocuparme estas cositas…)  
Y lo peor de todo esto es que no puedo delegar en nadie.
No me lo aceptan.
Quisiera escapar de todo este suplicio…es demasiado para mí solito…
¿Nadie podrá apiadarse de mí?
(Miraba como si fuese un pobre niñito abandonado por su madre y por todos… ¡Qué ojitos tan llorosos!)
Y fue cuando se percató de que sus atacantes, miraban hacia arriba, deteniendo momentáneamente su accionar.
(¿Qué nueva maquinación diabólica se estará armando en mí contra?
Porque la verdad es que últimamente ¡no pego ni una! 
…Algo muy malo habré hecho.
El problema es que no me recuerdo de nada.
¡Diosssssssssssssssssssssssssssssss!
¡Diossssssssssssssssssssssssssssss!)
Un oleaje de terror se le subió desde alguna parte de su espina dorsal…un fogonazo que le hirió como si fuese lava destruyendo todo a su paso.
Se arqueó por esos mismos efectos. Fue muy intenso y prolongado en el tiempo.
Y en vista de que los perrunos y los gatunos…se contuvieron…aprovechó para en fracciones de micro segundos desviar su mirar hacia la dirección de sus nuevos atacantes.
(¿Qué extraño es esto? ¿Será que se están compadeciendo mío? ¡No lo puedo creer! Nada bueno me estará esperando…)
- ¡No puede ser esto! ¿Y qué cosa son estos? – Más que aterrorizado medio pudo visualizar a unas aves que se le antojaban más grandes que unos avestruces… ¡Pero de color negros!
¿Qué clase de pajarracos son…?
Tienen inmensas garras. Son enormes.
Sus alas extendidas sencillamente tapan todo el cielo.
Y en esa acción, no se puede distinguir absolutamente nada…ya que es noche cerrada…
Pero esa mirada. ¡Hiela la sangre y hace tiritar hasta los huesos!
Todo en su entorno presagia muerte y desolación.
Nada bueno puede presagiar tan nefastas presencias.
Sus ojos estaban inyectados en color sangre. Parecían despedir grandes llamaradas de fuego.
(¿Y qué diablos es todo esto? No entiendo ni papa. ¿Estaré en el Averno?
No puedo ver belleza alguna. Solo desolación. Hastío. Huele y siento a la muerte.
Aunque a decir verdad, he oído por allí que el que la vea…
Será que es el mismísimo…Todo es lúgubre…no hay vida. Es espeluznante. Tortuoso. Deprimente.)
No pudo precisar cuántas eran…pero era una multitud.
Lo curioso es que a pesar de que eran muchísimas, todas estaban reducidas en un poco espacio…pero entre ellas había considerable distancia…no chocaban entre sí… (¿Qué extraño fenómeno, verdad? Y asombrado no lo puedo creer. ¿Será que me estarán engañando…?)  al contrario batían sus amplias alas procurando grandes ventarrones…todo entró en un caos: torbellinos de un lado y de otro, todos entraban en colisión… (…Tengo que asirme a algo… ¿Pero en qué? No tengo o no puedo ver nada… ¡Angustia!) las pocas plantas fueron arrancadas de raíces…todo se estrellaba contra todo; pronto todo se volvió confusión…los primeros en huir espantados fueron los gatunos…quiénes a pesar de todo, seguían amenazantes…pero corriendo sin perderlo de vista.
(…El propio caos…todo es destrucción. Aquí no podrá existir nunca El Creador.
No. No.
Nunca podría estar en todo este desbarajuste…)
Los perrunos envalentonados persistieron en su accionar. Tercamente se aferraban a atacarme, y en este momento.
- …La angustia me rebasa. No sé que debo o puedo hacer.
Gruesas gotas de sangre inundaron su rostro.
- ¡Ya me desgraciaron! ¡Malayos desgraciados; más nunca los volveré a dar comida…desgraciados!  – Gritó sin poder contenerse.
Al parecer fue picoteado desde las alturas por esas criaturas aladas.
Y en medio de tanta incertidumbre…se tocó la cabeza…sangre…
Por su parte mas intima, agradeció que no fueran sus “mascotitas” pero si no hubiese sido por esa oleada tan intensa de horror que nuevamente lo invadía de una forma tenaz, su alegría habría  sido más… “alegre” pero en ese descubrimiento…vino un peor efecto: ¡Fueron los monstruos alados!
- ¿Y ahora…cómo me puedo defender…? – El silencio no acudió a su pregunta, mas bien fue un torbellino, que lo abrasaba y a la vez lo encajonaba en tan nefasta compañía. ¡Qué bárbaros!
Eran más negras que la noche oscura. Batiendo sus alas, ya parecía que chocarían entre sí…pero no. (¡Qué se maten entre sí, esos desgraciados!) Nunca sucedió esto.
Se les visualizaba solamente sus grandes ojos cuales águilas depredadoras.
Cómo pudo comenzó a lanzar golpes, pero por supuesto ellas eran más ágiles que la velocidad del pensamiento. Haciéndolo aparecer a él como un ser lento y pesado.
Con que furia se les enfrentó, pero pronto entró en un profundo desgano. Ningún efecto parecía producirle, al contrario se llegó hasta sentir ridículo…
En efecto era una lucha totalmente asimétrica. Y él le tocaba la peor parte.
¡Nunca las podía alcanzar y aunque lo lograse…!
(¡Dios por qué me hiciste tan chiquito!  …Si por lo menos midiera…unos dos…o mejor…tres…
Debiste haberme dado la fuerza necesaria para torcerle el pescuezo a todos esos pajarracos.
¿Por qué me enviaste tan desvalido e inútil ante estos monstruos feos y peludos?
¿No ves cómo se gozan entre ellos mismos?  …Se regodean al oler mis carnes…)
¿Qué daño les podría producir?
Estos seres eran más de tres veces su tamaño. Ante tremenda desventaja, pronto se sintió burlado e ineficaz en su defensa.
Ridiculizado, comprendió que su desventaja era abismal.
Así que bordeado como estaba, por sus frentes…los perrunos…a un lado se corrieron los grandes gatunos y por toda su superficie…esos horribles alados.
Por momentos se le antojaron que se parecían a esos monstruos alados que posiblemente existieron en alguna Era de la tierra.

Ninguna de las aladas era igual, al contrario era cada vez más desigual y estereotipada. 

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