b a r u c a
(¡Misterioso este baisano! ¿Qué negocio me irán a proponer?) Pensó de la manera más natural, pero
tratando de inspirar que nada lo inquietaba. Y sintiéndose a la vez que no debía moverse de allí. Siguió con su mirar, todos los movimientos que hizo su interlocutor, hasta que desapareció en uno de los cuartos de ese local. Aprovechó para indagar todo lo referente a los aparatos allí expuestos. Notó los distintos modelos de neveras. Colores y tamaños distintos, así como de sus marcas. Consultó precios y diferencias entre un modelo y otro. Los televisores que estaban en exposición, presentaban al igual que las neveras, una diversidad bastante interesante.  Descubrió modelos de ordenadores tanto de mesa como los portátiles. La exhibición era grande.
Ya había transcurrido como media hora. Y ya no encontraba qué mirar  ni que preguntar. Ya las vendedoras lo conocían y presumían que no compraría nada y por esa razón, en cuanto llegaba un nuevo visitante, lo dejaban solo para ir a atender a un nuevo y posible comprador. En principio amasó la idea de irse, pero como leyéndole su mente, emergía de algún ángulo y le hacía señas de que se esperarse. Y por esta razón, se aguantó.
- Baisano paciencia, paciencia.
- Si tranquilo. Seguiré viendo las vitrinas.
- ¿Cuándo vas a visitarlo?
- Ni siquiera me has dado su nombre, ni su dirección. ¿Queda aquí mismo?
- No. Queda en tu ciudad de origen. Pero no te preocupes Rommel, ya le informé de ti y  me dijo que sí, que te va a esperar. ¿Para cuándo vas a tu ciudad?
- Hoy es lunes, de repente me voy el próximo miércoles en la mañana.
- O sea que llegarías en la tarde, ¿Cierto?
- Sí todo sale bien, recuerda que son como 400 kilómetros de distancia.
- Claro, pero si sales a las ocho de la mañana, estarías allí a más tardar a eso de la una a dos de la tarde. ¿A qué velocidad vas en carretera?
- A cien por hora. Pero depende, las alcabalas, los huecos, los pueblos…
- Ok, siendo así, no estoy lejos al afirmar que podrías verlo a eso de las…Tres de la tarde. ¿Correcto?
- Sí, si todo sale bien.
- Ok, le avisaré ahora mismo. No te vayas a ir, que necesito enviarle un paquetico. ¿Se lo puedes entregar?
- Claro, claro.
- Espérame entonces, por favor. ¿Quieres tomar algo?
- Bueno ya que están tan brindón…Quiero agua para tomar. – Enseguida le hizo señas a una de  empleadas, le indicó que fuera a comprar una botellita de agua y un café para él. Le dio el dinero y acto seguido haciéndole una seña de que aguardase a que le trajeran su pedido, volvió a desaparecer con su celular llevándoselo a su oído.
(Está hablando con su hermano. En todo momento lo estuvo haciendo. ¡Qué curioso! Está muy misterioso. ¿Por qué será? ¿Será que esto último lo hizo sin darse cuenta o para qué yo estuviese consciente de que era con su hermano con quién mantenía su conversación? …Esperemos hasta ver a dónde nos lleva el rio…)

La tienda entró en efervescencia en la medida que entraban y salían clientes. Para no molestar, él decidió ubicarse afuera, en el frente. La avenida estaba muy concurrida. Se oían a cada rato los vendedores ambulantes, voceando sus mercancías. El que vendía café y toda clase de bebidas. El que vendía dulces. El de los helados. El que vendía productos del mar. Todo un bullicio. 

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