Sentí que me espiaban. Mejor dicho, me veían con suma
insistencia. Volví mi rostro hacía el sitio hacia el cual, algo interno me
decía que era allí. Pero no pude ver nada. Físico, tangible a mis sentidos no
pude ver nada ni a nadie.
Sentía que debía movilizarme, no quedarme en el mismo
sitio. Me parecía que ya era un blanco demasiado visible y que seguramente
enfocarían su ataque hacía mí en cuestión de… ¡Quién sabe!
(…Pero si es cierto que nada veo…todo está a oscuras. ¿Cómo
me podrán ver a mí? ¿Cómo lo pueden hacer?
…Mejor comienzo a no estar erguido. Ok, ahora estoy encogido…nadie me
podrá descubrir…ni siquiera quiero respirar…ojalá pudiera hacer como la hacen
esas iguanas… ¿Cómo es que se llaman…?
Que pueden camuflarse…
…cómo…
¡CAMALEON! Ése es su nombre. Pues bueno…quisiera ser
un…camaleón…y así nadie me podrá descubrir…)
Comencé a moverme, pero en cuanto lo pude hacer, me sentí
extraño.
Nadaba como en aguas pantanosas, pero ni estaba nadando, ni
en aguas pantanosas. De pronto me sentí como si estuviese flotando. Pero mi
intelecto lo negaba. Me recordaba que estaba caminando.
Pronto todo se me nubló aún más. Se me antojaba que andaba
en sitios escabrosos.
Algo en mí estaba
pendiente, recordándome en dónde me encontraba.
Mis sentidos se alteraron.
No pude discernir a ciencia cierta, qué era lo qué estaba
pasando a mí alrededor.
Una sorprendente dicotomía se disparó riesgosamente, por un
lado sabía que andaba en mí sala, pero algo me perturbaba indicándome que mis
sentidos me estaban mintiendo.
No estaba en la misma dimensión. Todo cambiaba
drásticamente.
- ¡Algo o alguien salió corriendo en dirección del baño! –
Me dije como para salir del atolondramiento en que me habían sucumbido. Y corrí.
(¡Vi algo, vi algo! Pero fue demasiado rápido. No sé qué
habrá sido…)
Me quedaba a unos escasos tres metros. Pero no sé por qué
razón se me hizo tan largo y arduo. Sufrí sin entenderlo, a la finalidad
logré llegar.
Nadaba, al menos eso fue lo que mis sentidos me decían que
estaba haciendo… ¿Pero cómo? No me siento en un medio acuoso… ¿Qué raro todo
esto?
Entré como a una dimensión desconocida.
(¿Pero cómo podía ser cierto esto? Si estando en mi
conciencia plena
¿Cómo pudo ocurrir esto? No logro asimilarlo.
Sin embargo… ¡Ahí estaba la evidencia cierta…! Luego qué
más podía hacer)
La atmósfera ya no era la misma. (Es increíble…sigo en
estado de shock.)
Todo se me antojaba como en cámara lenta.
(¿Pero cómo puede ser cierto todo esto? Asombrado no
lograba asimilar nada. Todo cuanto me estaba aconteciendo; me llenaba de
desasosiego. Sencillamente no puedo creerlo.)
Pude ver largas cadenas de tela araña. (¿Telaraña? ¿Aquí?
Si todo estaba limpio… ¿Cómo lograron hacerlo…Cómo?)
Algo en mí me instaba a tocarlo, como para comprobármelo yo
mismo, pero una fuerza superior me detuvo en seco. Y finalmente obedecí. (…Esto
debe ser una trampa…Debe ser. ¡No entiendo nada! ¿Qué estará pasando…?)
Y no lo pude creer… ¡Hacía unos momentos no estaba así! Y
en verdad, no me acuerdo bien…pero con toda seguridad, que así no estaba.
¿Qué demonios está pasando aquí?
Me están cambiando el mundo…y no me di cuenta… ¿Hasta este
momento?
¿Quién o qué?
Todo me olía a conspiración. Todos los elementos se alineaban para
embromarme.
¿Pero…por qué a mí? ¿Qué les estaba haciendo?
¡Tan solo quería ver una película…no podía dormir! ¿Y qué
hay de malo en esto?
Lo único cierto, es que ya estaba imbuido en algo extraño y
ajeno a mí. Debía afrontarlo.
No tenía más remedio. Miré a través de la ventana del baño
hacía afuera. Usualmente se veía las luces de la casa de al lado, distante a
tan solo…dos o tres metros…
Pero para mí sorpresa… ¡No había nada! Solo esa sensación
de lejanía. De abandono.
Sin embargo sorprendido, fijé mi atención hacía la
dirección que dentro de mí, estaba segurísimo de que estaba la casa vecina.
Pero no pude distinguirla, me sentí como si estuviese en un barco en pleno mar
y en una de esas noches cerrada y sin luna ni estrellas. Solo inestabilidad y
de zozobra. ¡Y para colmo ni una leve brisita…nada!
(No me estoy sintiendo nada bien. Como si tuviese ganas de
vomitar. Un nudo en la garganta que me hace sentir con ganas de…vomitar
¿Vomitar?
¿Qué es esto? ¿Qué me está pasando?
Todo mi piso pareciese que estuviese desmoronándose…no más
bien…como deslizándose…sí, como que estoy en el mar…y todo está en un horrible vaivén…)
¡Qué desagradable es en lo que estoy envuelto! ¡No es mi
deseo estar aquí! Ansioso busco una puerta de salida.
Es preciso huir de este pesado ambiente.
Me desespero. Me exaspero. Todo me parece pegajoso.
Absorbente.
Es muy degradante y siento que me desgarra. Me siento ínfimo.
Quedo allí. Como si fuese parte del decorado.
¡Pero es que soy un ser vivo! ¡No puedo seguir aquí!
Veo a lo lejos una vibración. No es blanca. Tampoco es
color claro.
Es más bien oscura. Su pasear se me asemeja al paso de una
oruga.
- ¡Apesta! - Me digo
en lo más profundo de mí. No quiero que me oiga, no vaya a ser que se vuelva en
mí contra.
¿Y ahora qué será de mí?
Me quedo como en una nebulosa, nunca he estado allí, pero
presiento que así sea. No estoy seguro
ya de nada. Hasta mis pensamientos me obnubilan. .
¿Por qué; de qué otra forma lo puedo describir?
Siento que aún estoy en mí cuerpo. Pero estoy consciente de
que no lo estoy gobernando. Más bien me siento como que si alguien más ha
usurpado mi propio espacio.
¿Cómo poder definir una atrofia? ¿Con qué vocabulario?
Al parecer se me están deteriorando mis neuronas. Ya que no
logro estar al tanto de nada. Y lo que se desliza en mí…lo hace con todo mi
entorno. Ya no me siento seguro ni de mí mismo.
¡Qué horrible es todo esto!
¿Será cierto que me están desalojando de mí propio
ser?
A estas alturas ya no me altera los cambios a mí alrededor.
Han pasado a un segundo o mejor dicho… ¡poco me importa!
Me estoy comenzando a perturbar, al sentir que mi propia
esencia; está como a varios pasos de mí. Es decir, no tengo injerencia ya allí.
Soy como una especie de “observador”
pero lo que me extraña es que no me puedo ver desde lejos; aún estoy
adentro, aunque en verdad… ¡nada sé ya!
No siento dolor. No me perturba la inacción. Aunque sí que me preocupa esta especie de inmovilismo
en que me encuentro sumergido. Quiero moverme. Salir de ese estado en que me
encuentro. Intento mover mis manos; pretendiendo darme unas cuantas cachetadas,
para despabilarme y luego salir corriendo a toda carrera de este absurdo en que
me encuentro sumergido.
Algo me susurra o me dice, o me lo hace saber; ¡te están
espiando! ¡No te pierden pisada! Ya mi estado de “alerta máxima” me está doliendo. Intento quitarme esas
toneladas de modorra que han inundado mi cuerpo.
- ¡Siento como si millones de cuerdas invisibles y
poderosas me están atenazando! (En mi visión interna, me asemejo a aquel hombre
que en su andar por el mundo, se topa con un mundo imaginario en dónde él es un
gigante y en dónde toda la población aterrada por él, lo logran someter.
Amarrándolo con millones y millones de cuerdas tan ínfimas, que no podía
verlos…pero que a la final… ¡lo someten! ¡Así mismo me estaba sintiendo! ¡Qué
humillación, qué desacierto!)
Y ya me están sofocando. Martirizado como estaba, sigo
haciendo todos los esfuerzos que están en mí poder; pero debo reconocerlo...
¡ningún cambio prospera!
- …Debo estar muy bien sujeto. No logro ni siquiera poder
visualizar quién está dentro de mí propio ser. Me agobia. Y por más que
forcejeo… ¡Nada!
En cada segundo que pasa; él gana terreno y se está
apoderando hasta de mí propia respiración. Los latidos que escucho ya no son
los míos. ¿Pero de quién será? ¡Desde que uso mí razón; siempre he sido su dueño! He ido y he
hecho todo cuánto me place; hasta hace escasos segundos.
No fui consciente de mi propio desmembramiento. Aunque a
decir verdad, me siento apresado, maniatado y envuelto.
Aunque lucho contra mi opresor; no logro visualizarlo. Mi
sentido de la vista me está encegueciendo. El sentido del tacto, me hace
comprender, que ya no soy el único. El sentido del equilibrio, me hace perder
mi verticalidad. Todo está a mí alrededor dislocado. El suelo se me asemeja a
las arenas movedizas. ¿Qué es lo que me está pasando?
Entonces me hago esta pregunta yo mismo: ¿Cómo podré luchar
si mi cuerpo ya no me obedece? ¡Ni siquiera puedo verlo! El sentido del olfato…
¿está de vacaciones? Puro terror inunda mi ser.
Oigo unos extraños pasos. Trato de encogerme, de ocultarme…
¡Mí propio organismo se rebela en mí contra! ¿Por qué se resiste? Pero para
serme lo más sincero posible, no es que se rebela en mi contra, sencillamente
no tengo conexión con él.
Mis pensamientos marchan desbocados; pero ni un sólo átomo
se digna a darse por enterado.
¡Rebelión total; motín a bordo! Sálvese el que pueda… ¡pero yo no puedo
hacerlo…!
¿Pero el por qué no puedo hacerlo?
No lo sé.
(¿Quién anda aquí?
Creo que es mejor hacer esta pregunta de esta forma: ¿Quién me está
usurpando mis funciones? ¿Me quieren robarme a mí mismo? Pero y si lo hacen… ¿En dónde me ocultarán de
mí mismo?
Por más que lo pienso –y al parecer es lo único que puedo
gobernar, mis pensamientos. Porque mis labios ya ni ellos lo quieren hacer.
Muevo mis ojos, presiento que me están obedeciendo, pero no
a mí velocidad. Es extraño. No logro enfocar ningún ángulo. Más bien pareciese
que una extraña fuerza oculta, logra que se desplacen. Pero aún así, puedo ver.
Esto no me lo han quitado aún.
Comienzo a disfrutar de mi nuevo triunfo; estoy logrando
visualizarlo todo. Y han fracasado con su poderío. Pero es mejor callarlo. De
mi mente, si que la controlo.
¡Epa! Algo se está
moviendo. Mis sentidos están saliendo de su modorra. Mi corazón se está
acelerando… ¡Lo estoy sintiendo!
Es de inteligentes, callar.
Debo comenzar a recuperar todo lo mío. ¡Ya mismo!)
Una brisa extraña hace oscilar la apestosa atmósfera pesada y asfixiante. El calor
pestilente se riega por todas partes.
Extrañas figuras hacen su aparición. Aunque ya están
visibles a mí intelecto, no logro definirlas. Busco en lo más profundo de mi
memoria, algo parecido o algo conocido… ¡Pero fracaso en cada intento! Debo
reconocerlo: ¡No sé, ni entiendo qué es!
No siento temor. No me siento en paz. Sé que son extraños a
mí…pero no logro ponerme de acuerdo conmigo mismo: ¿Son amigos? ¿Son enemigos?
¿Vienen a someterme? Si…No. ¡Qué indecisión; qué imprecisión!
De algo si estoy más que seguro: No son amigos. Tampoco son
mis enemigos. ¿Entonces; en qué quedo…?
II
“La sin razón de la
razón…”
La oscuridad se ausentó aún más. Mi visión estaba nula. Y
al no poder ver, igual daba tener mis ojos cerrados que abiertos de par en par.
Pero a pesar de esta sin razón, no me provocó temor alguno; al contrario y no
sé el por qué pero me llegué a sentir hasta más cómodo. ¡Qué vida tan rara! Y
lo digo porque en otra ocasión, por supuesto que me habría sentido incómodo.
¿Pero qué más podía hacer?
Tan absorto en mis propias elucubraciones, que en nada
llegué a sentir al menos algo por minúsculo que fuese como para yo sentirme
hasta desubicado. Pero en honor a la verdad, casi hasta podría asegurar que
estaba más bien tranquilo.
Súbitamente, logré visualizar una figura, inexplicablemente
era más oscura que su entorno. No pude detallar su rostro.
(¿Quién será ese que se oculta en la oscuridad? …No logro ni siquiera someramente
identificarlo o por lo menos relacionarlo con alguien… ¿Y ahora qué se supone
que deba hacer yo…?)
Por momentos se me antojaba un hombre, pero su indefinición
lejos de causarme estupor, dejó de interesarme. Lo que si siento es que no
puedo dejar de perderlo, mi visión está casi exclusivamente en esa figura. De
repente, percibí algo así como:
- Acércate.
(…Creí que me dijo: “Acércate” …Pero aún no sé a ciencia cierta, si es
amigo, enemigo ¿o qué?)
- ¿Quién eres y qué quieres de mí? – Alcancé a balbucir a
manera de respuesta de su invitación. Por respuesta fue…silencio. Aún así sentía muy fuerte su mirar.
- Acércate. – Insistió en su llamado, sin antes responder a
mis interrogantes.
(¿Qué debo hacer…? ¿Corro…pero adónde…? Presiento que me
tiene medido…)
Así que en vista de
que me considero en desventaja, procedo a obedecer.
- …Por lo visto aún
no me reconoces… ¿Cierto? – Su voz me dejaba una sensación de cercanía, pero
ciertamente que sigo en ascuas.
- Debes entender que
aunque no puedas ver, con tus ojos terrenos; debes agudizar tus sentidos.
(…Agudizar mis sentidos… ¿Y cómo se logra esto…? No entiendo nada…)
- ¿Y en dónde me encuentro? – Le pregunté. Silencio.
Comienzo a sentir una sensación de desasosiego, de angustia.
- ¿Y qué importancia
puede haber el sitio en dónde nos encontremos?
- Para mí, sí que lo es. – Respondí casi al instante.
- …Para nosotros ya no tiene importancia alguna. Y para ti,
ya no debería importarte…
(¿Cómo así? ¿Acaso estás muerto…y yo? ¿Qué habrá pasado
conmigo? No me siento muerto…nada en mí me anuncia esto… ¿Y por qué a mí ya no debería
importarme…? ¡Zape!)
- ¿Y por qué ya no debería importarme? – Se dispararon
todas las alarmas en mí ser. El sentirme
que ya no existo, me causa estupor.
- ¿En dónde me encuentro? ¿Quién eres? ¿Qué es lo que me
está pasando?
- Calma. Estate quieto. ¿Estás viendo que tu paz es muy
inestable?
(¿Y este me viene a hablar de: “Paz”? ¿Y eso con qué se
come? ¿En dónde estaré metido...?)
- Es qué no sé en dónde ni con quién estoy… - Una gélida
brisa se estrella en mi humanidad. Un frío de muerte se enseñorea en todo mí
ser…y esto comienza a preocuparme, más bien a aterrorizarme.
Por instantes comencé a perder mi concentración. (¿Y ahora;
qué será de mí?)
No pude controlar ni mi propio mundo, ni mi ser…mi entorno
comenzaba a ponérseme borroso. Inestable y fácil de extraviarse. No me gusta
para nada, el sentirme preso de sensaciones que me son ajenas, pero que me
sujetan. Me dominan. Es algo así como el perder el dial de una radio. El no
poder estar en sintonía con todo a mí alrededor.
(¿Y ahora…qué será de mí?)
- …Tranquilízate…no
pierdas tu estabilidad… - Me decía y en la medida que se me aproximaba para
darme su apoyo más frío tétrico sentía, hasta que llegó el momento que le
exclamé:
- ¡Párate, no te acerques más a mí! – Era inconcebible lo que me estaba
pasando y en la medida que se acercaba a mí,
profusos sentimientos me posesionaban. No sabía ni que hacer, ni qué
decir y esa sensación de pánico paralizante que no me abandonaba. Me vi
precisado a preguntarle con mucha angustia:
- ¿Quién eres tú…acaso la muerte?
- ¿Por qué tu cercanía me produce este escalofrío que no
puedo controlar? No sé a ciencia cierta
qué es lo que me está pasando…pero lo que siento no es de mi agrado. ¡Aléjate
por favor! – De pronto pude comprobar que se alejaba y con él, comenzaba a
tomar mejor temperatura todo mi entorno.
En poco tiempo, ya no me sentí ni siquiera allí
Súbitamente pude constar en mi propio cuerpo, que de alguna
forma estaba traspasando una pared.
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