“Después de mí… ¡Nadie mas!”
Sábado….
Visiblemente
se notaba que Susan, no compartía esa sensación que quería infundirles Gersy a
su grupo.
-
…Por favor, no hagamos ningún escándalo que vaya a humillar a mi Romancito…
Por
favor chicas…
-
¡Pero Gersy! Nosotros hemos venido es por ti. Mira lo avanzado en que estás en
tu embarazo. – Le protestó Carmen.
-
¡Quédate tranquila amiga! Y si estamos aquí es por ti. – Le aseguró Marisela,
como para apaciguar la visible molestia que sufría su amiga.
-
Bueno, ya me tranquiliza el oírlos.
Y
lo importante es que mi adorado, no
salga tan traumatizado como la última vez.
-
¿Traumatizado dijiste? – Inquirió Susan.
-
Sí y aunque te cueste creer. “Eso” que todos ustedes creyeron ver, en la última
vez, lo ha dejado muy marcado y aterrorizado.
¡Es
así, como se los cuento!
(¡Hasta
dónde llega la estupidez femenina! ¡Ay el amor, el amor idiotiza a los
enamorados! ¿Y qué podemos hacer?
¡A
todos los enamorados nos ocurre todo esto! ¿Y será por eso que Susan no quiere
reconocerlo?
¡Pobrecito
amigo…Pobrecito!
Y
lo siento tanto por ti. ¡Sé y me consta que no te lo mereces!
¡Pero
los justo pagan las cuentas de los injustos! ¿Y qué podré yo?) – Meditaba Marisela a medida que oía y
leía en la expresión de sus colegas las respuestas que ninguno se atrevía a
exteriorizar…Para no incomodar a su amiga que estaba en estado de gravidez.
-
…Y por favor…Ninguno intervenga. Dejemos que las cosas fluyan, como debe ser…-
Concluí
a Gersy.
Todos
sus acompañantes guardaron un prudente silencio. Y en parte, era para no poner
algidez a ese asunto y confiando en que sí ellos estaban allí, era por la
evidente salud de su colega.
Mujeres
en su evidente mayoría, actuaban más por sus instintos maternales y propios de
su género.
Así que una vez aclarados el modus operandi,
procedieron en consecuencia.
Divisaron
la casa en cuestión.
Gersy
seguida de sus colegas, iba adelante.
Hicieron
acto de presencia y se anunciaron ante la señora de la casa.
-
¿Díganme? – Preguntó una vez que fueron anunciadas.
-
…Señora…Por favor… ¿Está Román aquí?
-
Sí. ¿Quiénes lo solicitan?
-
Yo me llamo Gersy. Y estas son mis amigas: Marisela, Carmen, Adriana y Susan. Y
detrás de nosotras: Miguel. ¿Podríamos entrar y hablar con Román?
La
señora comenzó a dudar, pero no les vio ningún gesto hostil.
-
Yo me llamo: María y soy la suegra de Román. ¿Pero…No entiendo nada? ¿Qué son
ustedes de él?
-
Sí nos deja entrar y lo llama…Con gusto se lo diremos. – Le propuso Gersy.
La
señora María, pareció pensárselo mejor. Y al cabo de unos segundos, les
franqueó la entrada.
-
…La verdad, es que no entiendo para nada, la presencia de un acto tan sublime y
de tanta trascendencia para nosotros.
Mi
hija María Concepción está siendo pedida de mano por Román…Ustedes, han llegado
de improviso. Adentro está mi esposo, esperándome para iniciar éste acto.
Y
él en ningún momento, nos ha indicado en que vendrían con él. La verdad, es que
no entiendo nada. ¿Qué es lo que está pasando, en realidad?
-
La verdad, señora María, es que yo soy su esposa y madre de sus dos hijos…Y
éste que tengo en mi vientre…
La
señora María, pareció tambalearse. Se sujetó con súbita fuerza al portón de su
casa.
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