“Conversaciones con don
Carmelo”
Martes; 12 de mayo del 2.
014.-
– Y al ver que no la lograba calmar, le propuse…
Bueno. Está bien, déjame que vaya cerrando el negocio.
Cobro lo que ya tengo vendido y le entrego al señor “las
cuentas claras”
(Pienso que no le gustó…Pero se quedó mirándome y…)
¡Al fin me entendió! ¡Aleluya Gloria al Señor!
Bajó su violenta acción y meditándose un poco, me dijo…
- ¡Está bien! Me voy a esperar en la casa…
Y si en…Media hora no has llegado…
- ¡Claro mi amorcito, claro que me voy! – Me miró con mucha
desconfianza.
No me creyó...
Sin embargo, refunfuñando se acercó a su carro y antes de
entrar, me dijo…
- Te voy a estar esperando. Media hora.
– Y como la vi mas tranquila, le agregué…
- Dame el tiempo necesario para cerrar todo. Recojo todos los
periódicos, las revistas, las guardo y después paso porque el dueño y le
entrego la cuenta. ¿OK?
¿Me vas a dar chance para todo esto?
– Con mucha obstinación se montó, prendió su carro y me dijo
desde su cabina…
- ¡Te voy a estar esperando! – Y arrancó a toda velocidad.
Y yo me quedé muy tranquilo.
Terminé de atender a los clientes que estaban en ese momento,
saqué mi cuenta y fui a que el propietario.
Le expliqué y le entregué su dinero…
Él me pagó mis emolumentos. ¡Santa paz! – Puso sus dos manos
sobre su panza y elevó sus ojos hacía el ardiente sol, y casi al instante los
bajó diciéndome…
- ¡El catire está ardiente! ¡No quiere que yo lo mire!
Ji, ji, ji, ji. – Trataba de taparse su cara del sol ardiente.
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