“Cachirulo”
“Un hombre muy rudo”
La saludó con mucha
efusividad y esto le llamó la atención, y así se lo hizo sentir.
- …Es que estuve, con
el Cachirulo…
- ¿Ah, y hay problemas
con él?
- …Fui a hablar con
él. Con relación a lo que pasó hace poco con la familia Fuentes.
- ¡Horrible!
¡Espantoso! …Tenemos que seguir
protegiendo a nuestros hijos…
- Sí amorcito pero recuerda, que eso pasó a escasos metros
de nuestra vivienda. Y esto me tiene muy angustiado. Así que una vez hablando
con Ramón, le ofrecí la posibilidad de que contratara él también sus servicios.
- ¿Y qué te dijo?
- Al principio estaba muy contrariado…
Pero después fue
cediendo.
Y aceptó a hablar con
el Cachirulo…
- ¿…Y lo aceptó, así,
como así…?
- Ni te creas…Al
principio dijo: No.
Pero después se fue
ablandándose poco a poco.
- Sí, debe ser muy
difícil para ellos.
- Correcto. Pero en
esta zona.
Esa es nuestra
realidad.
- ¡Y no es ni cara!
- Así, se lo dije.
- ¿Y lograste planteárselo
al Cachirulo?
- Sí.
- ¿Y qué te dijo?
¿Aceptó?
- Al principio, estaba
como si en nada le importara. Pero después que le conté todo.
Se interesó y me dijo,
que si ellos querían su protección. Qué fueran a hablar con él.
- ¿Se niega a venir
hasta su casa, pero por qué?
- Mami, recuerda que
los de la ley, está patrullando…
- ¡Ya esos ni pasan ya
por aquí!
Ya nos abandonaron.
Estamos nuevamente,
tal como estábamos antes de ese suceso.
- Bueno eso se lo dije a él.
Exactamente le dije: El tiempo, conspira contra nosotros
y no te extrañe, que con el pasar del tiempo…
¡Dejen de patrullar y
engaveten este caso!
- ¡Y eso es lo que terminó pasando!
Yo misma se lo dije a
Esther.
- ¿Se lo dijiste,
mami?
- ¡Claro! Lo que no
sabía es que tú por tú parte, también se lo participaste al vecino.
- Sí. Y le prometí,
que iría a planteárselo.
Lo que no conté, fue
que cayera enfermo.
¡Pobre hombre!
- Bueno, pero ya que
hablaste con el guardián…Sí tú quieres, yo
misma se lo vuelvo a exponer a ella.
- ¡Eso mismo venía pensando!
- ¡Ya mismo, la voy a
llamar!
- Sí pero recuerda, que él no va a venir para su
casa.
- ¿Y entonces? ¿Cómo
podrán hablar?
- Ella tendrá que ir hasta su escondite.
- Pero recuerda que
ella es una señora, al igual que yo. ¿Podrías acompañarla?
- Mira, hagamos esto:
Habla con ella y si está de acuerdo. Yo vuelvo al escondite y él que me diga,
como quiere hacerlo. ¿Te parece?
- Me parece bien. Ya
voy a hablar con ella.
Su esposa se retocó un poco, en su espejo.
Le dio un beso a su
esposo y partió.
Diego admiró la belleza, su templanza y su
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