“Asechanzas”
Miércoles; 14 de mayo del 2. 014.-
- …La angustia me rebasa. No sé que debo
o puedo hacer.
Gruesas gotas de sangre inundaron su
rostro.
- ¡Ya me desgraciaron! ¡Malayos
desgraciados; más nunca los volveré a dar comida…Desgraciados! – Gritó sin poder contenerse.
Al parecer fue picoteado desde las
alturas por esas criaturas aladas.
Y en medio de tanta incertidumbre, se
tocó la cabeza…Sangre… ¡Sangre! ¿Sangre?
Por su parte mas intima, agradeció que no
fueran sus “mascotitas” pero si no hubiese sido por esa oleada tan intensa de
horror que nuevamente lo invadía de una forma tenaz, su alegría habría sido más… “alegre” pero en ese
descubrimiento…Vino un peor efecto: ¡Fueron los monstruos alados!
- ¿Y ahora…Cómo me puedo defender…? – El
silencio no acudió a su pregunta, mas bien fue un torbellino, que lo abrasaba y
a la vez lo encajonaba en tan nefasta compañía.
¡Qué bárbaros!
Eran más negras que la noche oscura.
Batiendo sus alas, ya parecía que chocarían entre sí…Pero no.
(¡Qué se maten entre sí, esos
desgraciados!) Nunca sucedió esto.
Se les visualizaba solamente sus grandes
ojos cuales águilas depredadoras.
Cómo pudo comenzó a lanzar golpes, pero
por supuesto ellas eran más ágiles que la velocidad del pensamiento. Haciéndolo
aparecer a él como un ser lento y pesado.
Con que furia se les enfrentó, pero
pronto entró en un profundo desgano.
Como si se le hubiese acabado la energía
que requería para impedirlo. Se sintió vacío. Ausente de poder alguno.
Ningún efecto ni positivo ni negativo
parecía producirle, al contrario se llegó hasta sentir anómalo…Estrafalario y a
la vez: ínfimo.
En efecto era una lucha totalmente
asimétrica.
No había ningún punto de comparación,
pelea con resultado adverso…
¿Qué interés podía haber allí?
Y él le tocaba la peor parte. Y el estar
consciente de su propia incapacidad…le flaqueaban sus fuerzas.
¡Nunca las podía alcanzar y aunque lo
lograse…!
(¡Dios por qué me hiciste tan
chiquito! …Si por lo menos midiera…unos
dos…o mejor…tres…
¡No!
Mejor mas grande fuerte y poderoso que
mis enemigos.
Debiste haberme dado la fuerza necesaria
para torcerle el pescuezo a todos esos pajarracos.
Y a todos estos invisibles e indiviso,
pero muy mortales.
¿Por qué me enviaste tan desvalido e
inútil ante estos monstruos feos y peludos?
Su apariencia me intimida. Me anula mis
esfuerzos.
Me echan malos ojos y con el mayor
desprecio.
No me respetan en lo mas mínimo.
Me siento muy acongojado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario