En: Barranquilla

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-        Yo te voy a contar algo que me sucedió mientras yo estaba casado con la negra (La colombiana, ella era de Barranquilla.) ¡es que solamente a mí,  es que me pasan estas cosas! Je, je, je, - Don Carmelo es de tez morena, muy quemado (Por ese sol radiante que se escenifica en Maracaibo) y le noté un cambio muy sustancial en su rostro, mientras trataba de narrarme esa nueva aventura en su ya larga existencia.
En un momento, se quedó callado. (Pensaba detenidamente la mejor forma de encarar esa revelación tan importante para él.)
Cerró ambos ojos, y levantando su cabeza, se llevó su mano izquierda a su barbilla. Asomó su posición de “pensador” y arrancó de la siguiente forma:
-        Estaba viviendo en esa casa que le ayudé a la negra a levantar allá en aquella Barranquilla…Y se me ocurrió llevar a mi madre a que viviera conmigo.
(¡Qué error mas grande cometí vale!   -Y mirando mi inquietud me dijo de repente-   Quédate quieto, que ya  voy a continuar…– Nuevamente se movió para conseguir una posición lo suficientemente cómoda, como para arrancar con su narración…Transcurrieron, unos instantes  -¡Pero qué instantes!-
(¡Qué bueno, ya está en su posición de cómoda! Al fin, ¡podré escuchar su desarrollo!)
-        Cómo ya te había contado (en conversaciones anteriores a esta…) yo no fui criado por ella, te acordarás que ya te había explicado: Que ella me regaló a la mujer que ¡yo mismo reconozco como mi propia madre!  Aunque sea adoptiva.
¿Pero qué puede uno hacer? (Yo no decidí esto.)
El caso es que por cosas de esta vida, decidí llevarme a la viejita conmigo.
(Pero es que yo no sabía…Ten paciencia. Que ya voy a seguir…)
Estaba regresando de Maicao  y llevaba en una de mis manos una bolsa con dos botellas de licor (Uno era un Whisky    -de los caros-   y  la otra era un ron…De los baraticos.) y en la otra mano portaba un bolso, con ropa sucia.
Cuando entré, me conseguí a la viejita, quejándose y quejándose.
Y le pregunté:
¿Qué te pasa viejita? Y ella se sobaba las rodillas y sus articulaciones. (La veía que ¡hasta lloraba!) Y me respondió:
“¡Ayyy ayyyy! Es que me duelen mucho las articulaciones.”
¿Y eso? ¿Por qué? – Le pregunté muy angustiado. (¡Caramba chico!)  “¡Es que ya estoy muy vieja! Pero el médico me recomendó que me echara whisky en mis dolencias…Y si es el mas caro  ¡es mejor! (Yo la miré y me dije a mí mismo: “¡Qué vaina! ¿Y cómo supo que traía eso…? ¡Pero en fin! Le pregunté…)
¿Estás segura viejita? Por que qué casualidad: Traje una botella del whisky del mas caro… ¿Será que este le servirá a tus articulaciones? – Y ella sin quitarle el ojo a la bolsa, me aseguró:
“¡Sí! ¡Sí! Ese es el que me recomendó mi medico”
Ah bueno. Tómalo pues.- ¡Y se lo dí!
Ya pasada un par de horas. Le pregunté a mi mujer…
¿Y en dónde estará mi viejita? – Ella me miró de frente y me dijo…
-        ¿Y en dónde mas…? ¡Borracha!
-        ¿Borracha? ¡No me estés faltando el respeto a mi viejita!
-        ¿Faltándole el respeto…Yo…Y por qué?
-        Porque ella me dijo que necesitaba esa bebida por el dolor de sus articulaciones. Es que sufre mucho.
-        ¡Búscala para que la veas!
-        ¿Y en dónde está…?
-        Allá fue a buscar a Lucrecia  -mi hermana-  y las dos se fueron a una fiesta donde Leonardo.
-        ¡Lucrecia! ¿Y Leonardo? ¿Y eso…No es que se estaba muriendo?
-        ¿Muriendo? ¡Será, que quería beber! ¡Y allá se fueron las dos solitas, a una fiesta de puros hombres!  Hay como diez tipos…
-        ¡Hombres?  ¡…Me la van a…! - ¿Y yo me quedé lívido!
Y pensaba…Mi pobre viejita. Con esos hombres…Tan: Perversos.
¡Me la van a matar! Me imaginaba muchas cosas malas.
(Y mi viejita…Tan viejita que es ella. Y su reuma.)
¡Y corrí a buscarla!
…Y cuando llegué…Lo que vi. (¡Ave María…!) ¡Me dio tanta cosa!
Que le pedí el favor a mi negra…
-        Por favor, anda y búscame a mi pobre viejita.  Mira como me la tienen…  (¡Qué de cosas he tenido que ver en esta vida!)
…Y se marchó no más al terminar de pronunciar sus últimas palabras.
…Qué de cosas hay en La Viña del Señor. 










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