Cielo, cielo

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-         Bueno para ser lo mas sincero posible (Digo: Si se es posible…) he de confesarles ¡qué no me encuentro bien del todo! (No me refiero a mi salud personal: Que entre paréntesis; ¡está bien! A Dios Gracias.) realmente quería referirme a los últimos acontecimientos que están ocurriendo en Venezuela  -¡mí país!-   que como todos ustedes saben (Eso creo.) la estamos pasando ¡Muy, pero muy mal: Mejor dicho Pésima!

…Y espero que el comandante Domingo ¡Aquí presente!

No se me vaya a ofender… (Porque ustedes los chavistas, ¡tienen la piel muy “delicadita” Digo: Yo.)

¡Pero en fin! Tratemos de “dialogar” en un clima de paz (…Digo…Creo…Ojalá se pueda.) – No bien había terminado de hablar cuando el mencionado Domingo    -que ya no cabía en su silla-    se regodeaba de un lado a otro, ¡cómo si fuese un toro de lidia! 

Hasta que ya no pudo soportar y se derramó como un volcán en plena erupción…

-         ¡Ya vas a empezar con el mismo “drama” de ustedes los escuálidos!

Y la verdad, es que no vine a tu casa a soportar tus estúpidos comentarios. ¿Estamos? – Lo miraba como si de sus ojos emanaran centellas rojas de ira, hacía su anfitrión Tomás.

(Él mencionado asomó una tímida risita burlona, mientras trataba de mantener la dichosa calma)

-         Calma. Calma. – Intervino Sofía la esposa y anfitriona de ese hogar.

-         ¿Es que ustedes no pueden dialogar, como gente de paz…? ¡Antes lo podían hacer! ¿Y ahora por qué no…?

-         ¡Qué no se meta con mí comandante eterno! – Brincó furioso Domingo.

-         Aquí nadie está hablando de esa…Persona. (Si se le puede dar ese título) - Refirió Andrés tratando de mediar.

-         No sé porque ustedes están llenos de: Odio. Tienen esos bajos sentimientos mientras nosotros predicamos y practicamos: El Amor.

-         ¡Si claro! Ya llevan mas de ciento cincuenta muertos y todavía siguen martirizando a este noble pueblo. Qué lo único malo que hizo fue creer en “personas” cómo ustedes – Domingo le temblaba  su   ojo   derecho  -producto de su tic nervioso-   pero trató de controlarse ante las señales de la señora, que les suplicaba mantenerse serenos.

-         ¡No estoy interesada en política! La política es sucia. Siempre mienten y engañan para conseguir votos. ¡Sólo eso es lo que les interesa! – Hacía señas a todos para que guardaran la compostura necesaria.

Tanto Domingo, como Andrés y Tomás el dueño de la casa, cambiaron su compostura.

Trataron de que esa velada transcurriera en sana paz.

Y la razón era que estaban en el cumpleaños de de Sebastián el hijo de la pareja anfitriona.

Afuera, en el patio, la muchachera discurría su festin.

No estaban interesados en esas cosas tan aburridas.

Lo de ellos era discurrir y disfrutar al máximo. Bailaban.        Disfrutaban el momento en total armonía, cosa muy distinta entre sus padres   -los viejos-   que se encontraban reunidos en la sala.

El licor y la alegría contagiaban el ambiente.

Domingo intentaba separarse de ese grupo que le era muy adverso.

Y salió al patio, y se encontró con que su hijo, (Que se llama igual que él) se encontraba de lo lindo. Gozando su infancia.

Y en sus adentros comenzó con un recuerdo:

Hasta hacía poco tiempo, ellos se reunían y discutían siempre sus cosas, pero no cómo en este momento.

(No entendía el por qué lo atacaban ahora. Con tanta saña.)

Se juró a sí mismo, que ellos no le iban a “aguar” esa velada y que la iba a disfrutar tal como lo estaban haciendo esos niños.

(Qué algún mensaje positivo debe traernos a nosotros, que somos sus padres.)

Miró hacia arriba y contempló el cielo totalmente estrellado.

Embelesado se puso a contar esas estrellas. Los cometas.

Ese tipo de luces que caprichosamente se encienden y se apagan en una forma súbita. Y estaba tan ensimismado en sus elucubraciones, cuando se dio cuenta que sus anfitriones lo estaban observando.

Por lo que a manera de explicación, les dijo…

-         Cuando era un chiquillo, mi padre me contaba cosas muy bellas.

Me narraba las historias de su padre (mi abuelito) De su finca. De sus propiedades. De las cosas que vivieron sus viejos. De lo mal que la pasaban…De tantas y tantas cosas… ¡Ah la vida! (Que se nos va en un suspiro…)

-         Mi padre me hablaba del viaje que tuvieron que hacer cuando vivían en su país de origen. De todas las vicisitudes que tuvieron que pasar.

La verdad es que la vida es una cajita de sorpresas…Muy constantes y que en ocasiones no nos dan tiempo de analizarlas. – Le comentó Tomás mientras le preguntaba con señas como estaba con su vaso de licor y que si él quería le serviría mas.

Domingo miró su vaso. En efecto, ya le estaba haciendo falta un traguito mas. Pero en lugar de reconocerlo, lo meneó un rato mas, mientras lo detallaba.

Y para cuando ya se sintió con ganas, se tomó de un solo jalón lo que le quedaba.

Mantuvo la posición de beber por mas tiempo del debido    -y era porque un caudal de recuerdos lo invadía en ese preciso momento, y no deseaba darle fin-   miró fijamente a su anfitrión y le dijo, de una forma muy queda, cómo si estuviese analizando palabra por palabra antes de emitirla, y como para guardar tanto la forma como su estilo…

-         Mira papa…Tú y yo hemos sido amigos por… ¡Muchos años!

Y realmente nunca antes habíamos discutido, ni  nos habíamos distanciado tal como lo estamos ahora.

Reconozco que las cosas no han salido tan bien como pensaba.

(Y sabes que no soy político, para nada.) Yo he seguido esta revolución en la misma espera que tú (Claro, no me mal interpretes. Sé y entiendo que tú no eres chavista. Realmente: Nunca lo has sido. Y te respeto por esto.) Pero todos pensábamos que iba para mejorar. Pero… - Hizo un hito en su charla. Y en el preciso instante que este iba a hablar, lo contuvo con sus manos y le dijo por señas, que lo esperara. Qué él no se iba a tardar mucho….

-         Ya va. Ya va. Todavía no he concluido. ¡Mira vamos a hacer un pacto: “De no agresión”!

Tratemos…Por ahora…De no entrar en temas espinosos.

Te estoy pidiendo: Una tregua. En la que podamos hablar: de la vida, de los muchachos…Cosas por ese estilo.

¡Pero no entremos con cosas espinosas! (Que tú no vas a ceder. Y yo tampoco. Porque sencillamente: No nos entendemos. ¿Ok?) – Tomás se sonrió y le quitó el vaso y se retiró.

-         ¡Eso está muy bueno!  …Y espero que lo cumplan… - Sentenció la doña (Que se mantuvo en silencio, hasta ese momento)  mientras se alejaba con su  marido.

Atrás quedó el amigo muy pensativo, sabiendo que el conflicto no había cesado y que con toda seguridad, al regreso…Iba a tener que soportarle la lengua. ¿Qué otra cosa podía hacer?

Y en la ausencia, volvió a levantar su cabeza y enfocó su vista y su atención a los fenómenos atmosféricos.

Al discurrir de esos extraños cuerpos luminosos, que parpadean en ese titular tan particular.

Nuevamente captó toda su atención a cuanto veía y observaba, mientras de nuevo su mente le retrotraía a su infancia.

Tantos recuerdos que se encontraban sepultos, volvían a emerger.

Y en ese ínterin, no se percató de que su viejo compañero ya estaba enfrente de él, meneándole el vaso mientras se lo ofrecía en franca camaradería. Y le dijo…

-         Mira compañero: Nosotros somos padres de familias. Tan sólo somos hombres que lo único que nos interesa es la felicidad de todos nosotros.

¡Nunca la política nos había separado…Cómo ahora!

Pero espero y confío en que entres en razón y no te fanatices mas con esa cosa que llaman: Revolución.

Estemos en paz y hablemos de las  únicas cosas que nos interesan: ¡Nuestras familias! ¿Estamos? – Domingo aceptó el vaso y le hizo una señal de asentimiento.

Ambos se quedaron sin hablar mas. Ya estaban claros.

Tan solo estaban absortos en ese discurrir.

Juntos rememoraron tantas y tantas cosas del pasado de ambos.

Mientras a un lado sus críos jugaban y hacían las cosas propias de su edad.

Y por otro lado el resto se entretenían en las conversaciones que mas les satisfacía.

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