Son cosas que pasan.



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“Corto  en  relatos”






“¡Situaciones inexplicables!”







“Me pasan estas cosas”








Recuerdo que dormía. Un extraño ruido despertó mi atención.
No sabría definirlo, pero en efecto, algo extraño estaba aconteciendo.
Abrí mis ojos, todo seguía en penumbras. Los ruidos propios de la noche surgieron por todas partes. Esclarecí mi visión, ya que me encontraba en medio de un plácido sueño.
De repente, veo una sombra que se está moviendo con mucho sigilo.
Afino mejor mi visión y procuro captar lo que está sucediendo.
Logro percibir que esa figura era mas o menos de mi estatura, que tiene brazos, tórax y piernas. Y que se está moviendo con el mayor disimulo posible. No logro reconocerlo, pero sigiloso se está desplazando por la sala.
Casualmente estaba durmiendo en la sala, en un amplio e inmenso sillón.
Y me encontraba allí, por una desavenencia con mi esposa y por principio preferí dormir fuera del cuarto nupcial.
A poco menos de dos metros, pasó a mi lado.
Incrédulo, no podía dar crédito a lo que estaba observando.
¿Sería un ladrón…? ¡Alguien había logrado entrar!
Ante lo que estaba presenciando, estoy logrando a plenitud toda la atención debida   -realmente estaba ¡bien rendido!-   en silencio, pasa a mi lado y abre la puerta con la destreza necesaria…
¡Conoce el interior de esta casa! – Me dije en medio de mi consternación.
¡Y fue cuando logré despertarme del todo!  Tomo de inmediato mi celular y consulto la hora: ¡Las cuatro de la madrugada!
Me levanto del sofá en el que había estado y corro a la puerta, la cual ya estaba cerrada, con llave. Corro a la ventana, y tan solo logro verlo cuando ya está saltando la cerca…Que da a la calle.
¡Pero logré reconocerlo…!
¡Y creo que es la figura de mi compadre Josué!
¿Mi compadre Josué…Y qué hacía en esta casa a esta hora…? – Ansioso cavilaba sin lograr entender. Pero en el instante siguiente, deseché esa idea. Porque si hubiese sido él…Me habría despertado.
Cosa que este señor…No hizo.
Razón mas que suficiente: ¡Es un ladrón!
Corrí desesperado hacia la habitación donde dormía mi esposita…Y la vi rendida. Dormía placenteramente. Y no quise despertarla.
Volví y revisé todo por dentro. ¡Perfecto!
…El que se metió no se pudo llevar nada.
Y recordé el golpe que había escuchado. Y razoné: Seguramente que al escucharlo…Se asustó ¡y corrió!
De allí que haya pasado a mi lado…Porque estaba petrificado. Digo…
Y seguramente no se había percatado de mi presencia.
¡Seguro que fue eso! Y ya era las: cuatro y quince minutos de esa madrugada fría y serena. En vista de que todo seguía igual, procedí a seguir durmiendo…Porque hasta llegué a pensar que había sido una pesadilla. ¡No había prueba alguna de que alguien se hubiese metido a esta casa! Y pensé…
“Dentro de unas horas, mas o menos a las siete, hablaré con mi esposita.
Seguramente ella ni cuenta se dio” Por lo que me acosté.
Me despertó los diversos sonidos que ella  -mi amada esposa-  hacía en la cocina, mientras preparaba el desayuno.
Ansioso, me levanté y le consulté.
Su respuesta fue de lo mas natural. Sin sobresalto, y algo extrañada me informó que había dormido toda la noche y que seguramente lo mío había sido alguna pesadilla que había tenido. ¡Seguro fue eso!
Analizando el caso, procedí a vestirme lo mas pronto posible…Iba retrasado a mi trabajo diario.
Así que sin darle mayor importancia… ¡Accedí a que mi muy atenta y fiel costillita, tendría toda la razón!
Una vez que desayuné. Corrí hacia el sitio de mi trabajo. Asunto olvidado.











© Bernardo Enrique López Baltodano 2016        










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