"Cachirulo"
- ¿No te vas a enojar conmigo?
- ¿Me vas a ofender?
- No.
- ¿Me vas a cuestionar algo?
- No.
- ¿Me vas a atacar?
- Nunca.
- ¿Entonces…Qué será…?
- Que cuando te entreviste con ella, que no se te acerquen tus
hombres…Tú sabes, ellos inspiran mucha desconfianza… ¿Me entiendes?
- …Y si supieras que tienen mejor corazón, que cualquier
polizonte que yo conozca.
- …Si, claro, pero…
- ¡Pero está bien! ¡Te concedo eso! …Pero entenderás, que yo requiero de mis
guarda – espaldas.
Ellos me han protegido de mis enemigos. ¡Hay mucha gente mala!
¡Mucho malandro suelto que me la tienen jurada! Y yo no puedo darme el lujo, de
andar por ahí, sin mi escolta.
- ¿Y cuántos tienes ahora?
- Poquitos…Allí mismo, puedes ver que no son muchos…A lo
sumo…Diez.
- ¿Diez?
- No me muevo solo, nunca. Las calles son muy peligrosas. Y debo
cuidarme. Y aunque tú no te lo creas…Me he creado muchos enemigos, por estar
defendiendo a familias honestas y decentes como tú y tu familia. Y gracias a
esto, le he quitado a mucho vagabundo el que se aprovechen de gente buena y
decente. Y como comprenderás, esto no les gusta a esos matones.
¡Ése es mi gran pecado!
- ¿Te has creado enemigos, por cuidarnos?
- ¡Pues claro! Estas son cosas que poco saben mis clientes.
Pero claro que al
espantarlos, he tenido que caer en peleas contra esos delincuentes.
Mira, yo nunca te lo he contado. Pero a tu casa, se han
intentado meter en varias ocasiones.
¿Y quién se los impide?
¡Éste, con quién estás
viendo y hablando!
¡Yo me he tenido que caer a golpe limpio y espantarlos para que
te dejen tranquilo!
¿Y acaso te he importunado alguna vez?
- No.
- ¿Se han metido contigo o tu familia?
- No.
- ¿No duermes tranquilo, desde que te estoy cuidando?
- Claro que sí.
- Pues déjame contarte, que ya han sido no una… ¡Varias veces
que he tenido que salir en tu defensa! ¿Y te lo he dicho alguna vez?
- La verdad, que no.
- ¿Te he estado cobrando demás?
- No.
- ¡Jamás te he molestado! ¡Nunca, pero jamás!
Pero mientras tú duermes plácidamente, con tu mujer y tus hijos…
Este pendejo, está velando por ti y por todos los que confían en
mí.
Y por esa razón, tengo que rodearme de “Elementos como ésos”
para poder preservar la paz en toda esta zona.
¿Qué más puedo hacer?
¡Tengo que llenarme mis manos de lodo y de inmundicia, para
implantar la paz entre mis amigos! ¿Hay otra forma…Tú la conoces?
Porque yo no la conozco. Y esta labor de guardián que tengo, por
supuesto que me trae enemigos.
¡Todos los ladrones, violadores, asesinos y toda esa plaga que
pulula por doquier!
Todos ellos, ven en mí… ¿A quién?
Al que les va a impedir todas sus tropelías. ¡A esos, yo les doy
duro! Y sin compasión.
¿Pero, por qué? ¡Porque son malvados, son unos malditos! Y
merecen que los maten a todos.
¡Así, te digo yo! ¡Hay que matarlos a todos, ya!
…Pero claro…Ellos me ven a mí, como el enemigo a vencer.
¿Entendiste?
- ¡Claro que sí! –
Respondió en forma categórica y concluyente.
- ¿No ves que yo les impido que hagan sus fechorías?
¿No lo ves, no lo ves? ¡…Yo soy la solución, para las familias
buenas como las de ustedes!
Porque déjame decirte…
Qué hay mucho uniformado y con “Cuello blanco y muy bien
engomado”
Esos de copete grande.
Grandes habanos.
Mucho lujo.
Con esos anillotes.
Pulseras de oro y pelo muy “Engomado”
¡Ésos que se la tiran de “Muy Decentones”!
…Qué parecieran que no matan ni a un zancudo…
¡Pero dejan un tolete…De este tamaño!
¿Y de esos…?
¡Yo no me fio! Yo los ataco y les doy muy duro.
¡Pero claro…No soy un corrupto policía ladrón!
¡Soy un comerciante honesto y trabajador!
Es más me declaro: ¡Inversionista!
Toda mi vida, la he invertido en mejorarle la calidad de vida, a
personas, que como ustedes… ¡Están
siempre a la deriva!
Intempestivamente, Diego que le estaba haciendo señas, de que ya
se tenía que ir…Pero su parlante estaba: Bla –Bla – Bla y no cesaba de hacerlo
y sin mirarlo siquiera.
Así que aprovechó un descuido y se fue,
Cachirulo siguió imperturbable. Hablando y hablando.
Sus secuaces, que seguían pendiente de las andanzas de su jefe, así lo apreciaron.
Y viéndolo así, se acercaron rápidamente.
Y su jefe al verlos enfrente siguió parlando, pero cambió de
tema al instante.
Alguno de sus hombres intentaban decirle, que ya su cliente
desertó y que lo había dejado hablando solo…Pero en verdad, ninguno se atrevió
a informárselo. Así que simplemente, se contentaron con ocupar el espacio ya
vacio.
- ¿Por qué…Qué les pasaría a las personas como ustedes?
- ¿…Cómo nosotros, jefe?
- ¡Yo les doy trabajo! ¿O no?
- ¡Claro!
- ¡Yo les pago y muy bien! ¿O…No?
- ¡Sí, sí!
- ¿Alguno de ustedes está desempleado…Quién, ah?
- ¡Ninguno!
- ¿Están trabajando…Felices, o no?
- ¡Muy felices!
- Todos viven felices…Pero… ¿Por qué?
- ¿Por qué, jefe…?
- ¡Porque yo los guio! Y los guio muy bien. ¿O no?
- Sí, sí…
- …Y además, todos están felices conmigo. ¿No son felices
conmigo…O no?
- ¡Muy felices, muy felices!
- ¿Acaso no somos como una familia, o no?
- ¡Sí, sí!
- Por esa razón…Muchos quieren venir a trabajar para mí. ¡Son
muchos!
- ¿Verdad, jefe? – Preguntó inocentemente El Gordo
Y de una forma muy violenta e inesperada, el magnate, sacó su
navaja y la esgrimió amenazándole la inmensa panza a su subordinado. El pobre
Gordo tuvo que brincar todo su andamiaje grasiento a una súper velocidad, ya
que su mentor se la lanzó por medio de su panza.
¿De dónde habrá sacado ese ser tan gordo y pesado esa agilidad casi gatuna?
Su esfuerzo fue casi efectivo, ya que la filosa hoja logró
entrar en su panza.
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