"A s e c h a n z a s"
II
“La sin razón de la
razón…”
La oscuridad se ausentó aún más. Mi visión estaba
nula. Y al no poder ver, igual daba tener mis ojos cerrados que abiertos de par
en par. Pero a pesar de esta sin razón, no me provocó temor alguno; al
contrario y no sé el por qué pero me llegué a sentir hasta más cómodo. ¡Qué
vida tan rara! Y lo digo porque en otra ocasión, por supuesto que me habría
sentido incómodo. ¿Pero qué más podía hacer?
Tan absorto en mis propias elucubraciones, que en
nada llegué a sentir al menos algo por minúsculo que fuese como para yo
sentirme hasta desubicado. Pero en honor a la verdad, casi hasta podría
asegurar que estaba más bien tranquilo.
Súbitamente, logré visualizar una figura,
inexplicablemente era más oscura que su entorno. No pude detallar su rostro.
(¿Quién será ese que se oculta en la oscuridad? …No logro ni siquiera someramente
identificarlo o por lo menos relacionarlo con alguien… ¿Y ahora qué se supone
que deba hacer yo…?)
Por momentos se me antojaba un hombre, pero su
indefinición lejos de causarme estupor, dejó de interesarme. Lo que si siento
es que no puedo dejar de perderlo, mi visión está casi exclusivamente en esa
figura. De repente, percibí algo así como:
- Acércate.
(…Creí que me dijo: “Acércate” …Pero aún no sé a ciencia cierta, si es
amigo, enemigo ¿o qué?)
- ¿Quién eres y qué quieres de mí? – Alcancé a
balbucir a manera de respuesta de su invitación. Por respuesta
fue…silencio. Aún así sentía muy fuerte
su mirar.
- Acércate. – Insistió en su llamado, sin antes
responder a mis interrogantes.
(¿Qué debo hacer…? ¿Corro…pero adónde…? Presiento
que me tiene medido…)
Así que en
vista de que me considero en desventaja, procedo a obedecer.
- …Por lo
visto aún no me reconoces… ¿Cierto? – Su voz me dejaba una sensación de
cercanía, pero ciertamente que sigo en ascuas.
- Debes
entender que aunque no puedas ver, con tus ojos terrenos; debes agudizar tus
sentidos.
(…Agudizar mis sentidos… ¿Y cómo se logra
esto…? No entiendo nada…)
- ¿Y en dónde me encuentro? – Le pregunté. Silencio.
Comienzo a sentir una sensación de desasosiego, de angustia.
- ¿Y qué
importancia puede haber el sitio en dónde nos encontremos?
- Para mí, sí que lo es. – Respondí casi al
instante.
- …Para nosotros ya no tiene importancia alguna. Y
para ti, ya no debería importarte…
(¿Cómo así? ¿Acaso estás muerto…y yo? ¿Qué habrá
pasado conmigo? No me siento muerto…nada en mí me anuncia esto… ¿Y por qué a mí ya no debería
importarme…? ¡Zape!)
- ¿Y por qué ya no debería importarme? – Se
dispararon todas las alarmas en mí ser.
El sentirme que ya no existo, me causa estupor.
- ¿En dónde me encuentro? ¿Quién eres? ¿Qué es lo
que me está pasando?
- Calma. Estate quieto. ¿Estás viendo que tu paz es
muy inestable?
(¿Y este me viene a hablar de: “Paz”? ¿Y eso con qué
se come? ¿En dónde estaré metido...?)
- Es qué no sé en dónde ni con quién estoy… - Una
gélida brisa se estrella en mi humanidad. Un frío de muerte se enseñorea en
todo mí ser…y esto comienza a preocuparme, más bien a aterrorizarme.
Por instantes comencé a perder mi concentración. (¿Y
ahora; qué será de mí?)
No pude controlar ni mi propio mundo, ni mi ser…mi
entorno comenzaba a ponérseme borroso. Inestable y fácil de extraviarse. No me
gusta para nada, el sentirme preso de sensaciones que me son ajenas, pero que
me sujetan. Me dominan. Es algo así como el perder el dial de una radio. El no
poder estar en sintonía con todo a mí alrededor.
(¿Y ahora…qué será de mí?)
-
…Tranquilízate…no pierdas tu estabilidad… - Me decía y en la medida que
se me aproximaba para darme su apoyo más frío tétrico sentía, hasta que llegó
el momento que le exclamé:
- ¡Párate, no te acerques más a mí! – Era inconcebible lo que me estaba
pasando y en la medida que se acercaba a mí,
profusos sentimientos me posesionaban. No sabía ni que hacer, ni qué
decir y esa sensación de pánico paralizante que no me abandonaba. Me vi
precisado a preguntarle con mucha angustia:
- ¿Quién eres tú…acaso la muerte?
- ¿Por qué tu cercanía me produce este escalofrío
que no puedo controlar? No sé a ciencia
cierta qué es lo que me está pasando…pero lo que siento no es de mi agrado.
¡Aléjate por favor! – De pronto pude comprobar que se alejaba y con él,
comenzaba a tomar mejor temperatura todo mi entorno.
En poco tiempo, ya no me sentí ni siquiera allí
Súbitamente pude constar en mi propio cuerpo, que de
alguna forma estaba traspasando una pared.
(¿Qué es
esto…? ¿Qué me está ocurriendo? No entiendo nada. ¿Cómo podré entrar a un
cuerpo sólido como esa pared? ¡Si es más fuerte y compacta que mi propia
estructura!
¿Qué es
esto…? Me estoy sintiendo aprisionado…Me están como desinflando…)
Lo espeso
me producía desasosiego. Pero sin embargo lo toleré.
¿Qué lo
toleré…cómo así? ¡No entiendo que es lo que me están haciendo!
En
principio pensé que estaba nadando, pero ni veía ni sentía medio acuoso alguno,
además todo era seco y algo así como árido. Llegué a percibir el aroma del
cemento. De las cabillas. De la tierra. De los espacios vacios que allí
reposaban.
(¡Esto es
increíble! ¿Cómo puedo entrar aquí? No me duele. Tampoco me rechaza.
Lo que
sí es cierto es que me siento muy
extraño. ¿Y puedo verlo? ¡Sí, lo puedo ver! Y todo se me está presentando como
en cámara lenta. Es maravilloso. Me siento extraño. Pero no me duele…Aunque ya
no puedo ver mis propias manos…Mi rostro se está como transmutando…
No entiendo
nada. Estoy absorto.)
Lo que no
pude ni entender, ni asimilar, como tampoco justificarme a mí mismo era como
teniendo un cuerpo sólido y pesado, pudiera hacerlo.
¿Cómo lo
estaba logrando?
No lo sé.
En verdad, no supe el cómo, tan solo que ya lo estaba haciendo.
De repente
creí que me había quedado atorado. Respiré profundamente. Volví a aspirar ese
polvo lleno de cemento, tierra y ese olor a metal en estado de erosión. Creí
que me estaba asfixiando. Aún así no
sentí dolor en mi pecho, qué raro, pensé pero era cierto. Y me percaté más por
la insistencia y la incomodidad que por otra cosa. Aunque ya estaba empezando a
fastidiarme.
Quise hacer
algo, quizás protestar o por lo menos…algo, pero no sé por qué razón…no lo
hice.
Pero de
repente, una fuerza ajena a mí, me rescató. Su fuerza debió haber sido algo
considerable… Pero en fin…ya no me sentía con esa tan desagradable sensación de
opresión.
Y en
verdad, que me sentí hasta raro. ¿Pero qué más podía esperar? Inicialmente
sentí un asombrosa sensación de
salvación y hasta puedo ser sincero… ¡me agradó enormemente!
Pronto me
vi en el extremo fuera de la casa. Por unos instantes agradecí aquella
ayuda tan providencial.
(¿Pero cómo
es esto? No logro comprender nada. ¿No
estaba adentro…en mí cuarto?
¡Pues sí
que allí estaba! ¿Y cómo por arte de magia…estoy fuera?)
Pronto una
brisa nocturna, muy agradable por cierto, borró esas fragancias que ya me
estaban atormentando.
Aspiré
profundamente grandes bocanadas de aire. Y las exhalaba con aquel intenso
placer. Ya estaba libre. La impresión de encontrarme atorado en medio de esa
pared, no era nada agradable en contraste con esta libertad que estaba
sintiendo.
Pasaron
unos minutos en los cuales me creía que estaba solo…pero nunca fue así.
- ¿Y ahora, cómo te sientes…mejor verdad?
(Tan
absorto estaba dentro de mí, que no pude percibir nada. Creí oír unos sonidos y
hasta puedo asegurar que sé lo que me dijo…pero es que no sé. No entiendo nada,
no logro descifrar esto.)
De repente
sentí que me tocaban con mucha insistencia.
- ¿Qué…qué
pasa? – Acerté a balbucear sin poder asimilar nada.
- Te estaba
preguntando: ¿Qué cómo te sientes ahora mismo?
Miré sin
ver. Oí sin escuchar. Entendí que nada
entendí. Así que: ¿Qué me costaba responder lo que ya por segunda vez me
preguntaban? Así que atropelladamente respondí, casi al grito.
- ¡Bien,
bien! Aunque he quedado consternado. No logro saber qué es lo que me está
pasando…Tan solo sé que hace unos instantes…estaba en la comodidad de mi hogar…
¿Y ahora? No sé en dónde estoy…
- ¿No
reconoces el sitio en dónde estás? – Me re preguntó con insistencia.
Yo traté de
agudizar mi visión y fue cuando me percaté de que ya la oscuridad casi había
desaparecido. Ciertamente seguía siendo de noche, pero pude comprobar que había
luz, quizás un poco tenue ya que era alumbrada por un solitario bombillo
cercano. Pero pude reconocer varias cosas a mí alrededor. Pero aún ignorante.
No podía discernir a ciencia cierta en qué sitio me encontraba, algo dentro de
mí, me informaba que seguía en lugar seguro.
¿Seguro? Fue cuando me percaté de que estaba en paños menores…en
interiores solamente.
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