Río Sol


- Quedate quieto. – Rubén alertó a su amigo. Casi al instante divisó su entorno.
Escudriñó muy bien hacia atrás, viró hacia su derecha, volviéndose a cada instante.
Escuchó con atención cualquier nuevo sonido, por pequeño e insignificante que este pudiera ser. Instintivamente movía su cabeza junto a todo su torso; todo insistía en estar normal.
No había cambio alguno.
Se encontraban los dos en una parte hueca a la orilla de una cañada, que en algún momento tuvo que haber sido muy caudaloso, pero que ya tenía su tiempo en el cual…Nada acuoso circulaba por ese canal, y todo era árido.
Pero a pesar de esa aridez…Algo le intuía que la humedad persistía en esa tierra, ya que en antaño fue un río caudaloso.
(Por lo menos era lo que le decían los viejos que aún seguía habitando esa zona.
Y le aseguraban que allí podían pescar ejemplares grandes y muy nutritivos.
Pero que inexplicablemente se secó.
De la noche a la mañana.
Y ese misterio hasta la fecha nadie lo ha podido dilucidar.)
Y se notaba que dicho espacio lo estaban utilizando como su “vertedero” de deshechos sólidos.
Esqueletos de lo que en alguna ocasión fueron colchones.
Estructuras metálicas de algún tipo de mueble hogareño.
El hedor que denunciaba…Algún animal muerto.
Pero lo curioso es que los zopilotes, no estaban cerca.
Estaban muy vigilantes, en su temor de que se tropezaran con algún hueco en donde se escondieran las culebras.
(A esas si que le tenían mucho respeto.)
Ya que por esos lados, habían muchas “mudas” de esos bichos por todo su alrededor.
Y por lo visto…Eran unas cuantas, aumentando las previsiones requeridas.
Y era que a la hora en que se encontraban era un tanto “peligrosa” ya que por los antecedentes que corría por todo el sector, era que precisamente a esas horas en que se encontraban… ¡Salían los espantos!
(Y ellos en lo particular… ¡Les tenían mas terror!)
¡Qué de cosa! ¿No?
Alberto miraba con sus ojos muy brotados, los cuales es posible que por el conocimiento que tenía de esa zona, la soledad y ese aire de misterio en que se encontraban.
No acertaba a pronunciar palabras, y estas parecían que se arremolinaban en su garganta (Un bojote algo grande se le agolpaba en su garganta.) y le daban la impresión de ser un “fenómeno” mas bien feo.
Pero aún así gesticulaba, y se le notaba que o bien por el miedo o quien sabe qué otra condición, lo mantenía incomunicado.
Pero a pesar de todo, insistía tercamente. Sus manos se arremolinaban en movimientos sumamente imprecisos y de apariencia desordenada.
- ¡…Nnnnn….! ¡Nnnnno puedddddo! – Acertó finalmente a decir.
Su esfuerzo fue muy notorio y estrambótico.
Sus manos y su cuerpo, aunado a sus muy dilatada visión eran los que transmitían esa sensación incontrolable que su poseedor trataba de transmitir, pero que le estaba resultando cada vez mas y mas difícil.
Rubén escuchó un nuevo sonido, indescriptible para él, y por señas se lo hizo notar a su amigo.
Los dos instintivamente se agacharon y buscaron un sitio en donde poder guarecerse y sentirse mas seguro de lo que se encontraban.
- ¡¡¡¡Crshshshshshshsh!!! – Por señas se preguntaron: ¿Qué carajo será eso?
Un silencio muy aplastante se dejó sentir, pronto sus respiraciones se vieron imposibilitadas, guardaron una sepulcral postura, temiendo siempre lo peor.
Se quedaron como momias, ni respiraban para no darse por presentes…
Y por el mismo tipo de lenguaje, se agazaparon aún mas.
Era evidente que el peligro se estaba apoderando de ellos.
(Algo allende los estaba cercando…)
Temían que fueran esa gran cantidad de espíritus, fantasmas y hasta muertos se les aparecieran en cualquier momento.
- ¡Yo creo que no nos han descubierto!
- ¡Quedate quieto…Ni respires. Ni penses!
¡No te movas para nada…!
¡Hacete el muerto!
¡¡¡¡¡Shhhhhh!!!!!
Alberto trató de mimetizarse con su entorno.
Sospechaba que si pensaba…Lo oirían a centenares de metros.
Temblaba de horror.
No quería ni siquiera en pensar quién o qué los estaba martirizando.
Mas bien tiritaba sin poderse controlar, se golpeaba en el silencio para tratar de que el ruido de sus partes no alertaran a sus atacantes y la gran protuberancia en su garganta…
Ya hasta le estaba impidiendo que pudiese respirar con la soltura de siempre.
Un tic nervioso se le estaba aunando.
- ¡Carajo…! – Se dijo así mismo, pero esto instintivamente le aterró aún mas en su temor de que por su culpa, los fueran a descubrir…
- ¡Controlate hombre! – Ya casi no fue un susurro, mas bien fue un grito sonoro, el cual seguramente que si fue escuchado a varios metros a la redonda.
Y los dos lo supieron.
Y no era de noche.
Apenas serían a eso de las tres de la tarde. Con ese astro elemento en su cenit.
Y todos los vecinos acostumbraban a dormitar a esas horas, y sus calles quedaban en este sentido: desérticas.
Casi nadie se atrevía a salir a esas horas.
Se comentaba que a las orillas de esa cañada transitaban seres que ya no deberían de seguir en este mundo.
(Seres de apariencias nefastas y hasta fantasmagóricas. Les tenían pavor…
Todos se asustaban con tan solo pensárselo.)  
Y que a los desprevenidos, serían arrastrados al mundo de lo ilógico.
Del espanto.
De la sin razón.
(¿Y a quién le gustaría vivir en un “mundo en constante colisión y desastres por doquier?)
A un sitio en donde imperaba era el caos. Demoníaco y fatalista.
Y precisamente allí…Estaban estos dos.
¡Cayeron en su propia necedad!
Rubén aseguraba que por allí y a esas horas, aparecía una Linda y Escultural Mujer.
De estatura mas bien alta. De tez Blanca. De cabellera larga e intensa y de un color: Oro.
Una mirada electrizante.
(…Y se inspiraba cada vez que la rememoraba…)
De lindos y bellos ojos, que presentaban una intensa y cautivadora mirada a través de un fenómeno muy precioso…Y muy atrayente…
Una de sus pupilas era de un brillante azul, tal como los cielos y el otro de un verde intenso, tal como la vegetación bien tupida de una de las montañas aledañas.
(Y cuando ella lo miraba, él se asemejaba estar en los dos mundos…
El acuático y el vegetal…
Y esa sensación lejos de amedrentarlo; lo obnubilaba y lo atraía cada vez mas y mas…)
Y que a raíz de que ella misma lo llamó por su nombre…
(Pero: ¿Cómo supo su nombre? No recordaba habérselo dado ni antes…
Como tampoco en el ahora…)
No ha podido tener descanso alguno.
¡La mas bella y hermosa criatura creada por El Altísimo!
- ¡Esssssssse es el dddddddemonio mismo el que te ha cautivado! – Le advirtió después de un vigoroso esfuerzo desplegado.- ¡Ttttttte ha eeeeeembrujadooooo!
Pero ya lo había dicho, y ahora por fin se sintió mejor.
Rubén lo miró sin poder dar crédito a las palabras que su compañero había alcanzado a pronunciar.
- ¿Cómo te atreves a decirme esto?
- ….Mmmmmejor nos vamos… - El bojote que tenía en su garganta, subía y bajaba con notoriedad.
Y hasta llegó el momento que, temiese mas por algún desquiciamiento de su amigo, producido por tanto esfuerzo. Sin duda que tenía miedo.
Nuevamente mientras contemplaba el paisaje árido y desolado.
Y siempre temiendo que por algún resquicio saliese algún furioso de los “arrastrados” y lo picara en el acto. Se enseñoreó y volvió a sus recuerdos…
(La primera y única vez que la pude contemplar; me dejó anonadado.
Y no supe, tal como en este preciso instante, tampoco sabría ni qué decirle, como tampoco que iría a hacer, en caso de que se me aparezca de nuevo.
¡Ah qué belleza tan indescriptible!
Por su lado azul – refiriéndose al ojo azul que ella poseía – la brisa marina me cobijaba y me daba esa sensación de calma y paz…
…Y por su lado: verde. –Su ojo del mismo color…
- Me acariciaba esa sensación a flores.
A vida.
A compañía.
Fueron sin duda alguna, momentos muy distantes, pero a la vez, me regocijaba en esa ternura…
¡Qué ternura irradiaban de sus ojos!
No puedo olvidarla.
¡Jamás podré vivir separado de ella! ¡Tengo que encontrarla!)
Alberto detalló muy bien a su amigo.
Le llamaba la atención de ese delirio que este estaba poseyendo desde hacía mas de una semana.
Reconociendo que era muy “mono temático” y que cuando tomaba un tema…
¡Hasta que no lo agotaba, nunca lo dejaba en paz!
Rubén era de una medida promedio.
Un metro setenta a lo sumo, mediría de altura.
De tez trigueño claro.
Muy inteligente, rayando a ser un “sabio” y quizás por esa condición era que se pasaba de fastidioso.
Eran amigos desde que ambos tuvieron noción. Jugaban de todo y desde pequeños siempre habían hecho muy buena “pega” y todo el tiempo se les veía juntos.
Y accedió a acompañarlo a ese sitio tan “funesto” y delicado y mas cuando todos en el sector se encerraban a su “siesta” de rigor.
 Pero en ese preciso momento, una bola se le acumuló en su garganta, era algo “normal” en él, máxime cuando se siente en peligro.
Solo que en esta ocasión…Estaba fuera de control.
Impidiéndole hasta el poder respirar con tranquilidad.
- …Rubén…Es posible que ¡no vuelva! – Ni siquiera se dignó a mirarlo, como tampoco a responderle de una forma adecuada.
- ¿Mmmme estás escuchando?
- ¿Por qué estás temblando? Pareces una gallina.
- ¡Nnnnnno estoy temblando! – Le respondió en forma aireada.
(Este relato continuará…..Este relato continuará…Pronto----Pronto----)


Belbaltodano.-

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