“Encrucijadas”
- ¿Me perdonarán cuando yo me vaya?
(…Tengo mis
reservas…)
Porque observo
como todos lloran ante el ser querido, (¿Qué lindos se ven? ¡Hasta parecieran
que están “sufriendo por su sentida desaparición…”) que antes no era muy
querido pero que ahora en su ausencia, (¡Claro todo “muerto” es “bueno y nunca
se metió con nadie.”) como que ha movido fibras que anteriormente estaban
irritadas hacia él. (…Pero a los que se mueren…Le perdonan “estas cositas.”)
¡Oh qué vida tan insípidas que mientras tuvieron
vida, fueron despreciadas!
¿Podré tener
descanso cuando me vaya? (Persisto en mi
duda.)
Porque
desconozco cuanto hablo y he allí mi terrible desconcierto, que siempre pienso
y siento que estoy entrando en pantanosas y fangosas arenas que en ocasiones me
suena a que son demasiadas diluidas por lo que corro el riesgo de perecer en
ese intento vano por entender, lo que nunca me ha sido licito y que por razones que siempre he desconocido las he
visto en la lontananza.
¡Ay vida para
qué te tengo, si nunca me has apreciado!
(Por lo menos,
no lo he notado aún.)
Y digo “apreciado”
porque ignoro lo ya sabido por mucha
gente, que aunque les leo, jamás he podido percibir ni entender sus
procedieres.
Veo y contemplo
como a seres que mientras caminaban y hacían de las suyas eran todo el tiempo
rechazados, pero que ahora se ahogan en sus recuerdos.
“El era un alma
de Dios”
“Nunca se metió
con nadie”
“Fue un ser
Especial” Y cosas por este estilo.
No digo yo, que
siempre las cosas o están al revés o por lo menos no están donde deberían haber
estado.
Y lo digo con
mucha tristeza, no por los que se fueron, que me imagino que o estarán en la
Paz del Sepulcro o en el famosísimo Edén o ¿Quién sabe en dónde?
¿Por qué será
que lloran al muerto, pero desprecian al vivo?
Nunca entenderé
que en vida, a uno lo tratan con dureza.
Hasta disfrazan
la rectitud, con esos sentimientos que aún no entiendo “tiene que entender que
así no son las cosas” pero una vez que ya no esté, entonces se rasgan sus
vestiduras y gritando y llorando proclaman a todos los que quieran oírlo y a
los que no les queda mas que ser testigos mudos de semejantes atropellos.
La vida es la
vida, y no nos queda mas remedio que vivirla.
Pero pienso que
uno debería ser mas coherente, ya que si no lo quisiste en vida, ¿por qué ahora
te bates gimiendo?
“Nadie sabe lo
que tiene hasta que lo pierde” que de maldiciones le caen al pobre ser humano,
que durante toda su existencia tiene que vivir esclavizado a su pasado,
viviendo con su presente para luego tener su futuro lleno de temores y de sin
razones.
¿Para qué
rompemos los moldes?
Si muchos
fracasan en su intento u otros nunca pueden disfrutar de sus proezas.
Y los muy pocos
mueren antes, sin siquiera poder emprender tremenda vía.
Y para ser
sincero –si acaso podemos serlo- no entiendo en la diversidad de formas y de
pretextos y lo digo, porque lo pienso.
¿Cuántas
encrucijadas tendremos que enfrentar aún?
Si desde que
nacemos, ya las estamos enfrentando.
Todo nuestro
intenso recorrido se ha basado en una multiplicidad de esfuerzos, de ensayos,
de errores, de cansancio tras cansancio.
Desde pequeño
tenemos que demostrar causa tras causa, fracaso tras fracaso.
Toda una
intensa odisea. Siempre segundo tras segundo.
Y es que
nuestra vivencia es un constante despertar.
Deambular.
Caer de bruces,
desfallecer.
Volverme a
levantar. (O por las buenas o por las malas.)
Estar tan
agotado, que no podré descansar.
Un constante
desafío.
¿Y por qué? No
lo entiendo, pero al parecer así como que son las cosas.
Hoy recuerdos a
mis queridos seres, que aunque en una época me acompañaron por muchos trechos,
hoy ya no están conmigo y aunque los evoco en mis amargos recuerdos, no logro
tener esa comunión que en antaño, con ellos tuve.
Y me da coraje.
Y me da pesar. Y la Impotencia, es la que reina en mí.
Porque tanto
que anduve con mi padre, tantas aventuras que corrimos juntos.
Y ahora que me
recuerdo, pienso que el por qué cuando lo tuve, no lo supe entender. Siempre
colisioné con él. Discutía y discutía, por cosas que hoy en día…Veo vana…
Entraba en
beligerancia por cualquier babosada.
Mas hoy en día,
¡cuánto no daría! por estar en su presencia.
Recuerdo cuando
salíamos en las mañanas de algún sábado y siempre le reñía, ya que su delicia
era comprar su cerro de periódicos e ir a una plaza pública, de preferencia la
plaza Bolívar y buscar un asiento debajo de alguna frondosa planta y
“encerrarse” en su lujuriosa lectura. Ya que leía hasta los obituarios.
Y teniendo como
los tenía su número indeterminado de escritores, les leía con desesperación,
para luego tener material de apoyo en todas sus discusiones.
Realmente era
un filósofo, por lo menos para mí lo era y siempre así lo etiquetaba.
Mis hermanos
siempre andaban en su búsqueda, pero era yo el que con él vivía.
Recuerdo cuando
agarraba su guitarra y comenzaba a “carraspear” cerraba sus ojos poniendo “cara
de baboso” y con su voz pastosa con
sonido a sapo, de esos que lanzan sus “croac” a las orillas de todo monte o
sitio húmedo, entonces se inspiraba y comenzaba a tratar de “cantar” sus
melodías; siempre las mismas.
Recuerdo una:
“Amorcito corazón, yo tengo tentación de un beso…” Y por ahí se iba. Canción
tras canción. Todas se las oía.
Le preguntaba:
¿Viejo pero por qué ponés “cara de baboso”?
Y él se
molestaba y me regañaba diciéndome: ¡Cállate vos baboso!
Me recuerdo de,
mi famoso (Mi tío.) “don Chimas” y digo famoso, porque mi padre (en vida
ambos), él lo saludaba así: ¿Y de hay “Chimas”? llamándolo así, con su apodo
muy familiar, y una vez cuando se respondían su saludo acompañándolo con su
respectivo abrazo.
Yendo detrás de
él yo me atrevía a saludarlo de esta forma:
¿Y de hay
“Chimas”?
El tío
frunciendo su ceño me regañaba con su pregunta: ¿Cómo me dijiste?
(Sentía todas
las miradas que se dirigían a mí. Para ver: ¿Qué hacía yo…?)
A lo cual
siempre le respondía: ¡Bendición tío Dimas!
A mi tío, le
veía de reojo como se le movía la panza, presumo que de la risa, al ver mi
reacción ante él.
También me
recuerdo de mi Padrino-Tío, quién siendo de origen francés vivió y peleó en la
Primera y en la Segunda Guerra Mundial, allá en su Francia legendaria.
Siempre fue
para mí junto a mis hermanos, el tío ocurrente y chistoso, envuelto en su faz
de hombre curtido por la vida.
¡Ah que de
recuerdos tan gratos en medio de esta vida tan ingrata!
¿Por qué no me
brindaste la sapiencia necesaria para poder aquilatarlos en vida?
¿Por qué
después de muertos los siento tan vivos en mí ser?
Y pienso en este momento y rememoro a mi madre
muerta ya, cuando ella siempre me aupaba y me obligaba a seguir y a seguir,
¡siempre adelante hijo!
De sus hijos,
fui yo el siempre rebelde.
El que nunca
aceptaba las órdenes del viejo.
El que cuando
llegaba, tenía que meterse por detrás y por alguna ventana…Para que no me
pillara el viejo al llegar tan tarde.
El que
conspiraba y rumiaba en mi cólera sin sentido.
En ir siempre
luchando contra la corriente.
Todos mis
hermanos aceptaban, siendo yo el único que desafiaba en mis sombras. Siendo un
“rebelde” con causa o sin ella, pero ha de ser ese mi designio.
Quizás por eso
mi vida ha sido signada por una razón o por otra.
Mi hermano
mayor fue presa de mis travesuras constantes.
Y él siempre
daba la cara por mí.
Porque aunque
fuera yo el causante de los platos rotos, él salía en mi defensa, ante todos.
Hoy ya ni mi
padre, ni mi madre, ni mi hermano están para “apañarme”.
A mi favor,
siento que aún los tengo, siendo ya en una forma muy nueva y muy novedosa para
mí entender.
Ya no los tengo
en mis sentidos habituales, siendo lo novedoso algo que no puedo describir.
Claro está que
si pudiese percibirlos tal como lo hacía en antaño, pues su “ausencia” sería
menos penosa, por lo menos podría digerirlo mejor.
Pero mi
realidad, está superando a mis deseos.
Sin embargo
algo en mí, siempre se rebela.
Y el hecho de
que lo deje “dormido” en alguna parte, esto no le da patente alguna para
fenecer al contrario, cuando emerge lo
hace con una furia que rompe todos los moldes en que lo han querido refugiar.
Y he allí mis
constantes temores.
No entiendo
muchas cosas que ocurre en mí alrededor, pero así siempre lo ha sido y por lo
visto, he de seguir.
¿Qué mas podré
hacer?
O lo tomo o lo
dejo.
Y eso ha sido
lo mas constante en mí, en muchas ocasiones lo tomo y en otras tantas, pues las
dejo.
Mis recuerdos
me llevan cada vez que paso por el Cementerio Sagrado Corazón de Jesús, que fue
el sitio en dónde están las honras fúnebres de mi cuñado.
¡Arnaldo
Atilio, viviste para hacer feliz a mi hermana!
…Mas de cuarenta años juntos…Toda una vida.
Y me pregunto;
¿Cómo podré olvidarte?
Si para colmo
de los colmos, están descansando tus miembros ya cansados y hacinados por los
años.
Y a pocas
cuadras de tu sitio de descanso, vivió en vida mi hermano Juan.
Es curioso que
en esta etapa de mi vida, me esté sumergiendo cada vez con mayor intensidad, y
esto ya me está llamando mucho mi propia atención.
¿Será que cada
vez son mas los que se van, que los que quedamos?
Y…Siendo así de
esa forma, me pregunto:
¿El por qué
mientras unos se van, otros vienen?
¿Será cierto
que es algo así como una re-generación?
¿Será que la
vida es como dijo aquel famoso poeta: “La vida es como una ruleta”, será así?
…Me parece que
son muchos: “Será que…”, pero en esencia, no tengo nada nuevo que ver.
Todos los días
son de día, para luego vencerlos la noche y así sucesivamente…
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Hoy: 06-02-14, estamos celebrando el Primer Aniversario de la
partida de mí hermano: Juan Manuel López Baltodano (Brille para él la Luz
Perpetua. Que Descanse en Paz. Amen.)
Belbaltodano.-
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