¡Qué vida
tan rara!
Y lo digo
porque en otra ocasión, por supuesto que me habría sentido incómodo.
¿Pero qué
más podía hacer?
Tan absorto
en mis propias elucubraciones, que en nada llegué a sentir al menos algo por
minúsculo que fuese como para yo sentirme hasta desubicado.
Pero en
honor a la verdad, casi hasta podría asegurar que estaba más bien tranquilo.
Súbitamente,
logré visualizar una figura, inexplicablemente era más oscura que su entorno.
No pude
detallar su rostro.
(¿Quién
será ese que se oculta en la oscuridad?
…No logro
ni siquiera someramente identificarlo o por lo menos relacionarlo con alguien…
¿Y ahora
qué se supone que deba hacer yo…?)
Por
momentos se me antojaba un hombre, pero su indefinición lejos de causarme
estupor, dejó de interesarme.
Lo que si
siento es que no puedo dejar de perderlo, mi visión está casi exclusivamente en
esa figura.
De
repente, percibí algo así como:
-
Acércate.
(…Creí que
me dijo: “Acércate”
…Pero aún
no sé a ciencia cierta, si es amigo, enemigo ¿o qué?)
- ¿Quién
eres y qué quieres de mí? – Alcancé a balbucir a manera de respuesta de su
invitación.
Por
respuesta fue…silencio.
Aún así
sentía muy fuerte su mirar.
-
Acércate. – Insistió en su llamado, sin antes responder a mis interrogantes.
(¿Qué debo
hacer…? ¿Corro…pero adónde…?
Presiento
que me tiene medido…)
Así que en vista de que me considero en
desventaja, procedo a obedecer.
- …Por lo visto aún no me reconoces… ¿Cierto? –
Su voz me dejaba una sensación de cercanía, pero ciertamente que sigo en
ascuas.
- Debes entender que aunque no puedas ver, con
tus ojos terrenos; debes agudizar tus sentidos.
(…Agudizar
mis sentidos…
¿Y cómo se
logra esto…?
No
entiendo nada…)
- ¿Y en
dónde me encuentro? – Le pregunté.
Silencio.
Comienzo a
sentir una sensación de desasosiego, de angustia.
- ¿Y qué importancia puede haber el sitio en
dónde nos encontremos?
- Para mí,
sí que lo es. – Respondí casi al instante.
- …Para
nosotros ya no tiene importancia alguna.
Y para ti,
ya no debería importarte…
(¿Cómo
así? ¿Acaso estás muerto…y yo?
¿Qué habrá
pasado conmigo?
No me
siento muerto…nada en mí me anuncia
esto…
¿Y por qué
a mí ya no debería importarme…? ¡Zape!)
- ¿Y por
qué ya no debería importarme? – Se dispararon todas las alarmas en mí ser.
El
sentirme que ya no existo, me causa estupor.
- ¿En
dónde me encuentro?
¿Quién
eres?
¿Qué es lo
que me está pasando?
- Calma.
Estate quieto. ¿Estás viendo que tu paz es muy inestable?
(¿Y este
me viene a hablar de: “Paz”? ¿Y eso con qué se come? ¿En dónde estaré
metido...?)
- Es qué
no sé en dónde ni con quién estoy… - Una gélida brisa se estrella en mi
humanidad.
Un frío de
muerte se enseñorea en todo mí ser…y esto comienza a preocuparme, más bien a
aterrorizarme.
Por
instantes comencé a perder mi concentración.
(¿Y ahora;
qué será de mí?)
No pude
controlar ni mi propio mundo, ni mi ser…mi entorno comenzaba a ponérseme
borroso.
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