"Esto es mío...
Y aquello también"
Casi al instante,
el hijo de los dueños, se percató de que algo no estaba funcionando con la
normalidad debida.
Es que siendo
hombre, comprendió que…
Instintivamente
chequeó y se percató de la puerta que estaba entre abierta.
Pero si notó que su
amigo, no le dio muestra de sorpresa alguna.
Al contrario, se
encontraba en una posición en que con seguridad se le hacia casi imposible el
notar que su bella hermana, se
encontraba muy concentrada y sin percatarse…
De que la puerta
estaba casi abierta y que por allí la podían pillar mientras esta se estaba
vistiendo.
- ¡Ten cuidado con
esa puerta! ¿No ves que te pueden ver desnuda? ¿Qué va a pensar el amigo, de
ti?
- ¡Ay esa fue la
muchacha de servicio, cuando me trajo mi vestido planchado! – Fue la excusa que
le dio al instante.
- ¡Mosca pues!
- ¡Ciérramela por
favor! - Y su hermano la cerró con
fuerza.
Y de reojo notó que
su amigo, no estaba pendiente de esto.
Mas bien lo estaba
de todo lo que acontecía en la calle…De su vehículo.
- ¿Supiste lo que
pasó anoche en la Comandancia de Bomberos? – Fue la excusa ideal, para desviar
su atención. Y lo logró.
Ya que pudo
comprobar su cambio tan radical…
La casa se
encontraba a poquitos metros de la Comandancia General de Bomberos de ese
pueblo.
Decenas de hombres
ejercían su labor allí.
Pues lo que pasó en
esa dichosa noche, fue que de una forma inesperada y sorpresiva se armó
tremendo lío.
Se escucharon
gritos, tiros y escándalos jamás visto en esa institución.
De repente se
encontraron sitiados por decenas de patrullas y centenas de policías que
aparecían de todos los ángulos y traían como único denominador común, que todos
llegaban armados hasta los dientes y en posición de combate.
La noche apacible
se transformó en un hervidero.
Las sirenas y los
murmullos, hicieron zozobrar a los tranquilos vecinos que se vieron precisados
a estar en vigilia.
- ¿Y qué fue lo que
pasó?
- ¿No te diste
cuentas Alejandro?
- No. No estaba
aquí. Anoche me quedé en casa de unos amigos. Empezamos en una de esas fiestas
locas y se me hizo muy tarde, y como todo estaba tan bueno, decidí quedarme.
- ¡Entonces
disfrutaste muy bien tu noche!
- ¡Oh si! Y
amanecimos y decidí a última hora de esta madrugada que mejor es que me quedara
allá.
- Menos mal. ¡De lo
que te salvaste!
- ¡Si vale! Eso me
han estado contando. ¿Pero qué habrá pasado?
- Lo único que te
puedo alegar…Es que menos mal que yo llegué a tiempo.
- ¿A tiempo…De qué?
- Bueno yo también
me fui de rumba. Pero a los pocos minutos de haber llegado…
¡Se prendió ese
tremendo peo!
- ¿Y no te diste
cuenta?
- ¡Qué va! La
muchacha de servicio es la que me ha estado echando el cuento.
- ¿No te diste
cuenta?
- No. ¡Caí como una
piedra! – Alejandro observó asombrado a su amigo.
Y pensó para si
mismo...
(¡Así habrá sido
esa pea! Porque me han contado que en
cuanto arrancó todo eso, ¡nadie pudo dormir!)
Aurelio chequeó
nerviosamente su reloj.
Creyó que no sería
percibido, pero si, su amigo lo notó y le agregó…
- ¿Estás apurado?
- Algo. No mucho.
- ¡Es que esa
coñita! Cuándo se está vistiendo, se olvida de todo.
- No, no importa.
- ¡Ya va! Déjame apurarla,
porque sino se nos va el día esperándola.
- Déjala quieta.
Sigamos hablando de ese caso. Ya que por aquí al parecer, perdieron el sueño. Y
todos están desvelados…
- ¿Todos? Pero me
acabas de confesar que ni cuenta te diste. Échame el cuento como es…
- ¿Cómo así?
- ¿No será que
también no viniste a dormir al cuarto?
- No, si vine.
- Porque pareciera
que en verdad, no viniste.
- ¡Claro que vine!
- ¿…No será que te
quedaste con alguna de tus “perras”?
- ¡No vale! Es mas,
fíjate que apenas pude estacionar bien mi carro.
Casi que lo dejo en
la mitad de la calle.
- ¡Menos mal!
- ¿Te imaginas?
- ¡Te lo remolcan y
listo!
- …Llegué
arrastrándome. Apenas me acosté…
¡Es que caí como
una piedra! Ni tiempo me dio para desvestirme. Con eso te digo todo.
- ¿Y no amaneciste
con “ratón”?
- ¿Qué sino? ¡Me
está matando! Y seguramente por su tamaño debe ser ya un… ¡Conejo!
- Te confieso, que
yo también estoy igual. Aunque se me ha pasado ya bastante. – Y mirando hacía
el cuarto de su hermana, le indicó…
- ¡Ya vengo…Esta
carajita nos va a echar a perder todo!
- ¡No te
preocupes…! – Pero lo dejó con la palabra y sus gestos, ya que partió raudo
hacía el cuarto de su hermana.
Abrió y cerró la
puerta con el mismo ímpetu.
Y aunque quiso
“mirar” pero que sin que nadie se enterara…No pudo.
No tuvo chance.
Tan solo sintió el
ímpetu de los vientos secos y calientes.
Se hizo el que “no le importaba nada”, hasta comenzó a
silbar de la manera mas distraída. Y
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