“M i c h e”
Un hombre muy místico…Misterioso…
- Aunque tú no te lo creas… ¡Es asi!
- …Discúlpame Miche… ¡Y no es que no
te crea! Es que tú deberías entenderme.
¡Me cuesta aceptarlo! – Miró
sorprendido a su amigo Pedro.
No lograba comprenderlo del todo, en
un principio entendió que su amigo, se estaba burlando de él. (Y no era la
primera vez que este se lo hacía)
Dio un paso atrás y lo contempló
mejor.
Pedro iba vestido de un Jean un
tanto descolorido, con su camisa a rayas y unos zapatos deportivos.
No le notó nada fuera de lo común. Y
desde que lo conocía siempre lo había notado que se vestía siempre bien.
Combinado con su pantalón y la
camisa que llevara.
Su corte de cabello, siempre bajo.
Bien afeitado, con su bigotito. Sin
barba. Todo normal.
Chequeó bien su rostro, como
queriéndole encontrar una burlita oculta, pero no.
No había ni siquiera una sonrisita,
por muy pequeña.
Era evidente que en esta ocasión…no
le estaba tomando el pelo.
Tosió, más que nada como para
cerciorarse de que no se estaba auto engañando para nada, así mismo.
Se rascó la cabeza en muestra de
desconcierto.
(¡Este carajo es muy burloncito…!
Pero por mas que lo detallo, no logro encontrarle nada. Ha de ser cierto…)
- Bueno…La verdad es que he quedado
desarmado… - Arrancó diciéndole a su compañero, este al ver el escepticismo de
su anfitrión, se sonrió y le exclamó…
- ¿Qué mas te puedo alegar? – Miche
desvió su atención y su mirada hacia un
terrible frenazo que se estaba efectuando a escasos cincuenta metros.
- ¡Chissssssssssssssss…..!
- ¡Crashhhhhhhhhhhhh……!
- ¡Verga se están matando allí…! –
Expresando esto y corriendo a toda velocidad, pidiéndole a los que estaban con
él: Pedro y José, que lo acompañaran.
Como en efecto hicieron.
Todos corrieron con desesperación,
se encontraban libando unas cervecitas en un pequeño jardín interno de un local
propicio para estos menesteres.
Apenas llegaron a la puerta del
local, pudieron ver como una camioneta de esas grandes y modernas de color gris oscuros, cuyos vidrios estaban
con papel ahumado, de esos que son como si fuesen espejos.
(Imposible mirar hacia adentro)
A todas luces se pudo comprobar así
a primera vista, de que venía a exceso de velocidad y que su conductor en una
muestra clara e inequívoca, estaba violando no solamente el pare de esa
esquina, sino que venía tragándose la flecha.
Y a esa hora de la tarde, y en el
momento en que fluía un tránsito importante tanto vehicular, como peatonal.
En el cuello y en el rostro de
Miche, se pudo notar su cólera y estupor.
El chofer de la dichosa camioneta,
pretendía acortar su camino violando todas las ordenanzas de urbanismo y
poniendo en peligro, no solamente su vida, sino la de todos los presentes en
ese momento.
Y lo que lo obligó a pegar ese
estridente freno, fue que en ese momento una joven señora quiso atravesar esa
calle, sin percatarse que venía en el sentido indebido el infractor.
La joven abrazó a su hijo de apenas
poquitos años de vida y alzando su mirada en una ferviente oración silenciosa,
gemía de terror.
Se alzaron voces de desesperación,
como también de protesta.
- ¡Salvaje! – Le gritó José, quién
tenía sus manos en su cabeza en señal de total impotencia.
- ¡Animal! – Agregó Pedro, quién
tenía sus ojos brotados de la angustia y la desesperación.
Acto seguido, hábilmente el conductor incógnito, desvió hacia su derecha.
Y con esta acción logró pasar
rasante al lado de la joven pareja, salvándole la vida a ambos.
Pero en ese lado estaba estacionado
un carro mediano…el cual no pudo esquivarlo…pasándole por un lado.
Desbaratando todo a su paso.
En cuestión de segundos se pudo
escuchar a varios centenares de metros a la redonda, un tremendo chillido
producido por los dos metales que entraron en colisión.
A muchos de los presentes esto le
produjo dentera.
El escándalo fue mayúsculo. (El estruendo se multiplicó en la soledad de
la hora.)
Y el demoledor efecto de la fricción
de esos dos vehículos, produjo mucha chispa, tanta que muchos de los presentes
temieron que se prendiera fuego por esta causa.
En cuestión de segundos, aparecieron
mirones por todos los lados.
Todos se asomaban con rostros
angustiosos, temían lo peor.
Ya la jovencita y el niñito no
despertaban interés alguno.
Todos seguían con insistencia a la
camioneta infractora.
Esperando poder conocer al conductor
que en forma temeraria e infeliz, ocasionaba todos esos desastres.
Pero se tuvieron que quedar con las
ganas, ya que su conductor en vez de reducir su velocidad, aceleró aún con mas
fuerza.
Pronto emergió como un bólido,
rugiente y desafiante.
Llevándose por delante al pobre
carro que allí se encontraba estacionado.
Pronto lo descarriló.
Y en la posición en que se
encontraba…fue arrastrado y dejado como un perol viejo, sucio y todo
estropeado.
Ya para ese entonces, todos le
adivinaron sus intenciones y varios de los presentes cargando palos, sillas y
todo cuanto encontraron a su paso, se le enfrentaban furiosos.
Intrépidamente y sin ningún tipo de
escrúpulos, aceleró aún mas.
Todos brincaron para evitar ser
embestidos.
Pero uno de los de allí sin
percatarse de ello, quedó atorada la tela de su franela, entre una parte de la
camioneta que ya estaba atrofiada producto de tan bestial choque.
Fue arrastrado sin misericordia
alguna…
¡Todos temieron por su integridad!
Pero como son las cosas, el que
estaba mas cerca de él haló con furia la tela, desprendiéndola de su cuerpo y
salvándole de esta forma prodigiosa de algún mal mayor.
Corrieron para verificar que aún
conservaba la vida y en ese instante el infractor sin perder ni un micro
segundo, se escabulló a toda carrera.
Dejando a su victima tirada en el
pavimento.
Y al llegar a la avenida principal,
dobló hacia su derecha haciendo chirriar nuevamente a su vehículo. Una gran
humareda se vio. Frenazos. Pitos.
Otro escándalo allende a ellos.
Una vez comprobado que solamente fue
el susto lo que le había pasado, aparte de unos arañazos.
Pero por el resto…Blanco y pálido
por el terror ya pasado.
Lo ayudaron a levantarse.
Un grupito tardíamente reaccionó
persiguiendo al prófugo…pero ya fue tarde ya que estaba en la vía rápida y allí
ninguno de los presentes pudo llegar a tiempo.
Pedro, Miche y José, se encontraban
dispersos entre la multitud.
Y una vez pasado todo este
incidente, se buscaron mutuamente.
- ¡Qué desgraciado fue ese! –
Exclamó Pedro señalando hacia la dirección de huida.
- …A estas alturas…Ya nadie lo podrá
agarrar… - Reflexionó en voz alta José.
Los tres bebedores, se quedaron unos
instantes mas, querían verificar que todo seguía en normalidad.
Chequearon el carro ya destrozado.
(Parecían peritos, de esos que
trabajan valorando las piezas dañadas para luego pasarle la información a la
empresa aseguradora.)
Miche llamó aparte a sus compañeros
y les dijo en el oído a ellos…
- …Y lo peor es que el dueño del
carrito, no puede quejarse…
(No me quiero meter en mas
problemas…Pero creo que puede venir “algo” que es mucho peor de lo que acabamos
de ver… Mosca.)
- ¿Y por qué no? – Le preguntó muy
extrañado José, su amigo seguía muy enigmático y haciéndole señas, les indicaba
que volvieran a sus cervecitas.
- ¿…Por qué no me lo dices aquí? –
Insistió José, pero ya para ese entonces este lo había agarrado por el hombro y
lo empujaba hacia la dirección ya señalada.
- …Miche está muy misterioso… -
Sentenció dubitativo Pedro contemplando a su misterioso huésped.
- …Allá les explico… Mejor nos
vamos, ya el show acaba de finalizar…
Y pronto arrancará otro muy
distinto.
¡Mejor nos vamos antes de que
empiece el peo! – Presuroso les indicaba que apuraran su paso y asi lo
hicieron.
En la entrada estaban aglomerados un
sinfín de mujeres, niños y ancianos, los cuales no les dio tiempo de llegar y
presenciar todo el evento.
- ¿Qué pasó Miche? – Una anciana se
le atravesó y lo conminaba y viéndose se detuvo a narrarle, no sin antes
hacerle señas a sus amigos, que entraran, pidieran una nueva ronda y lo
esperaran.
Pedro entró primero, se tomó el
sorbo que le quedaba y haciéndole señas al mesonero, le pidió otra ronda mas.
José esperó pacientemente a que los
sirvieran. Una sonrisa afloraba por su boca… (…Este Miche…Siempre así tan
callado y pendiente de todo lo que le pasa a su alrededor. Para mí, que algo se
está trayendo “entre manos”…)
- El Miche…Está muy misterioso…y cuando
él está así…. ¡Alerta total! – El tal aludido…Se sonrió y le dio un pequeño
empujón a su amigo burlón
- ¿…Estás graciosito…Payaso…! – Le
gritó el aludido desde la puerta, asombrando a todos los presentes, ya que
asumían que estaba en otra onda.
- ¿Te refieres a lo de los gnomos…
(Esos “bichitos” que tienen “forma
humana”, ¿…Qué caminan y hablan como nosotros? ¡…Bah!)
O ¿al misterioso y muy “enigmático”
caso de ese…El del carro chocado…?
(Que la verdad “verdadera” con ese
mesie…Es casi imposible de dilucidar…)
Y es que en ese mismo momento,
llegaba el mesonero a servirles su ración alcohólica, y pendiente como estaba
de todo lo que parlaban estos jóvenes, así que se aguantaron hasta que les
sirviera.
(¿…Y qué le estará “picando” a ese
tercio…?)
El anfitrión desde su posición les
hizo señas de que estuvieran pendientes y pelaran el ojo, ya que el dichoso
empleado los estaba espiando.
Le indicaron al mesero de que les
limpiara su mesa, ya que se encontraba muy sucia.
Miche seguía pendiente de todo,
tanto de sus amigos que estaban sentados, como de las ancianas que lo acosaban
en sus dudas y con lo del choque, que aún estaba al rojo vivo, chequeó que
llegaban los diferentes organismos represivos y cada uno exigían ser los
primeros en levantar todo lo concerniente de ese caso.
Y de pronto corrían todos los
mirones con el temor reflejado en sus rostros, unos gritaban como justificando
ese proceder…
- ¡Llegó la polis!
- ¡Corran qué esos si que son malos!
Las mujeres huían con sus muchachos
pegados a sus pechos.
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