Justo a tiempo, ya
que apenas apartándose y ellos apareciendo en tromba.
Venía él llamándole
la atención y ella, molesta de tener que soportarlo.
- ¿Ya estamos
listos? – Fue la pregunta que se le antojó hacerles, pero ninguno se molestó en
responderle ni él tampoco en esperarla. Todos se dirigían presurosos al carro.
Apenas le dio
tiempo, de llegar y de abrirlo, pero un microsegundo después que su amigo entró
al carro, este esperó a que la bella
damisela lo mirara
y aprovechó para picarle el ojo con toda su picardía…ella le respondió con una
amplia sonrisa; acto seguido abordó su nave cantando una bella melodía.
Alejandro se sentó
adelante y Alejandra atrás.
No se hablaron,
como tampoco se miraban.
Arrancó con premura
y se enfiló hacia el centro del pueblo.
En ese momento la
circulación era mas bien distante y lenta.
- Mira compañero, por
casualidad tú ¿pasas por la Calle Comercio? Mirando a la hermana se quedó
pensando y dubitativamente le respondió…
- ¿Por qué altura?
- …Por el
principio. – Y como recordándose de algo muy importante y siempre mirándola, le
respondió…
- ¡Claro, no tengo
ningún problema!
- OK, me quedo por
la tercera entrada. ¿Puedes?
- Si, pasaré por
allá. – Continuó en su recorrido y en breves minutos, llegaron al sitio.
Alejandro le hizo señas para que se detuviera, en la próxima esquina. Pero
antes de bajarse, le informó.
- Y mi hermana,
ella si va hacía el propio centro.
- No hay problema.
¿Te espero o qué? – Hizo ademán de apagar su vehículo, pero sin hacerlo. Su
amigo no lo miraba, ya que estaba pendiente que al llegar un grupo de jóvenes al verlo, se aproximaron velozmente
hacía él. Y respondió sin verlo…
- No. No. Gracias,
tengo que hacer varias cositas por estos lados.
Mejor nos veremos
en la noche allá en la casa. – Le hizo señas de que partiera rápido, antes de
que llegaran sus cuates.
- OK Ale lo haremos
de esa forma. – Eran unos seis o quizás
mas, todos mas o menos de la misma edad.
Lo acosaron con
violencia y la hermana al ver que golpeaban a su hermano, exclamó…
- ¡Párate, párate!
¿No ves que lo están golpeando? – El chofer hizo que se estaba enterando y
clamó…
- ¿Quiénes?
- ¿No ves que lo
están martirizando? ¡Sal a defenderlo! – Automáticamente hizo todo el ademán de
bajarse, sin percatarse de que su carro sincrónico estaba ya en segundado y al
sacarle el pie del croche este se apagó ruidosamente.
Fue aparatosa la
forma que eligió y causó un efecto de sorpresa a todos los que estaban a por lo
menos unos treinta metros a la redonda.
Los chavales que lo
estaban golpeando se asustaron ya que temieron que fueran los policías y pusieron
pie a polvorosa.
El temerario
conductor, aprovechó para sacar una llave metálica que siempre guarda debajo de
su asiento y cuando ya estuvo seguro de que huían los atacantes, y resoplando
tal como si fuese un toro de lidia, corrió de una forma muy violenta dándoles
la impresión de que estaba enfurecido y dispuesto a caerle encima con su arma
metálica.
Apenas corrió a lo
sumo dos metros, ya que por instinto se dio cuenta de que los tipos al
percatarse de que no eran los de la poli…pues podrían regresar.
Y lo encontrarían a
él y solamente a él en posición de atacante…Prefirió regresar en el acto.
Además su belleza
se encontraba ya ayudando a su hermano, lloraba de los nervios.
- ¡Mátalos!
¡Mátalos! – Le gritó furica al ver que este se regresaba.
- ¡Están huyendo
esos desgraciados! – Gritó triunfante.
Y se quedó en ese
“limbo”, en ese “punto muerto” en dónde no se atrevía a perseguirlos…Ya que
huían o si regresar y “socorrer “a su nuevo cuñadito.
- …Mami… ¿Qué hago?
– Le preguntó suplicante a su lado, mientras miraba de reojo hacía la dirección
por donde huyeron los atacantes.
- Ayúdame. – Fue su
respuesta.
Y acto seguido se
puso a ayudarlo a levantar.
A pesar de lo
rápido, lo golpearon bastante.
- ¡Estoy bien,
estoy bien! – Decía mientras rechazaba la ayuda prestada.
- ¿Por dónde te
golpearon? – Fue la pregunta necia que se le ocurrió mientras insistía en
seguir pendiente, por aquello de por si acaso, que los golpeadores se les
antojaran en regresar para continuar con su faena.
- ¡Ya! ¡Ya! Apenas
fueron unos rasguños. Ya.
Déjenme en paz.
¡Váyanse, váyanse! Yo estoy bien. – Y diciendo esto se alejó por la misma
dirección en que unos instantes antes huyeron sus atacantes.
- ¡Pero no te vayas
hermanito que Aurelio te va a defender! – Y haciéndole señas lo obligaba a que
este lo retuviera.
Y él hizo la
pantomima.
Pero el amigo
lanzándole golpes se le zafaba.
Aunque era notorio
que era pura payasada, ya que en verdad no hacía nada por retenerle.
Pero el efecto
deseado lo logró, la jovencita le creyó.
Es mas, hasta se
sentía profundamente agradecida por todos sus esfuerzos.
Y como para ser
mucho mas evidente y dar su “toque” final, hizo que lo persiguió y fingió que
lo retenía.
Pero la
determinación de su amigo era evidente, no aceptaba su ayuda y volviéndose a él
le gritó muy fuerte…
- ¡Váyanse ya y
deja la payasada! – Aurelio se puso amarillo, jamás pensó que su compañero lo
fuera a descubrir en “esa” faena.
Y se quedó como
”muchacho regañado” allí en mitad de la vereda, así que se volvió hacia su dulcinea
y clamó lo siguiente…
- ¡Es que no acepta
mi ayuda! – Ella no lo observaba.
Y pasado unos
instantes, ella se montó al carro y le hizo señas, diciéndole…
- ¡Vente, no acepta
nuestra ayuda! – Y poniendo “cara de tragedia”
se regresó.
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