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¡Entra y busca…Seguro lo encontrarás!

“Cuando va a pasar… ¡Es qué…!”

Me encontraba en uno de esos momentos en qué…

¿¡Para qué te cuento…Ah!?

…Y para serte ‘gráfico’ estaba harto y sumamente irritado (Y en medio de este momento tan inusual en mí) fui a visitar a mi cumpa Ricardo, que en estos días me dijo que se fue a vivir a: San Juan de Colón (en el estado Táchira, creo…Je, je, ¡ji!) y para colmo  cuando llegué…

(No lo encontré, por cierto.)

Me consigo una inmensa laguna…

(Que por su extensión se me asemejó que estaba frente al Pacifico   -qué de pacifico no le veo nada, ¡pero bueno!-  la cuestión es que así fue que pasó)

Nada mas llegar me encuentro que un inmenso tiburón, me impidió el acceso, extrañado (porque ese mamífero ¡hasta me tuteó!

Y pensé yo: ¿¡Y desde cuando me trata de tú, este individuo!?) Recuerdo que le pregunté…

- ¿Y desde cuando tú te la das de portero?

- Desde que estoy aquí. – Me respondió el muy ladino.

- ¿Y quién te autoriza a cobrarme ese ‘peaje’? – En verdad, me encontraba muy alterado ya que no aceptaba este tipo de imposición, y ‘ese’ elemento se tomó todo su tiempo        -ya que se encontraba “puliéndose sus uñas”  (creo que se las estaba pintando)- Y cuando ya estuvo satisfecho, batió su cola para que el viento producido, se las secara. (Ingenioso…Pensé, no es tan tonto como creía.) Y luego me respondió con su pasmosa calma…

- El señor: Ratón (¡Qué es mi jefe!) ¿Ok?     -y si tienes alguna duda o no te gustó…Puedes acudir al dpto. de quejas-     que en alguna parte la encontraras…

- ¡No aguantes tanto ultraje! – Escuché un estruendo que venía de alguna parte…Allá arriba: Cómo a unos 10 kilómetros. Pero lo curioso es que lo escuché como si me estuviese hablando al pie de mi oreja izquierda.

Con curiosidad levanté mi rostro, ya que ansiaba determinar el origen de ese ‘ronquido’ y resulta que vi un enorme y monstruoso León, pero estaba acostado encima de una incipiente nube.

- ¿Y qué haces allí…? – Le pregunté muy extrañado.

- Defendiéndome de mis enemigos que no se cansan de amargarme mi  existencia. – Y yo quedé en medio de un hondonada de dudas y de sinsabores.

Por cierto que esto me está causando mucha incertidumbre.

Y el Rey de la Selva, volviéndose a mí, me susurró…

- No todo lo que parece ser…Es. No te confíes de tus enemigos.

Tampoco de los que te dicen que son tus: Amigos.

…Pero puedes confiarte en mí, que debido a mi Alta Jerarquía, no me interesa lucrarme de nadie. Como tampoco de ti. – Y fue tan rotunda la convicción con que me hablaba, que estuve ¡casi a punto! De creer en sus macabras premoniciones.

- Si me liberas de mi enemigo…Mi archirrival y celebérrimo enemigo, puede ser… ¡Quizás! ¡Es mas: Creo! Que tomaré en cuenta tus indecisas imprecisiones…Y a lo mejor: Te preste ayuda.

- ¿A cambio de qué…?

- De que enfrentes y derrotes a quién me impide defenderte…

- ¿Y es…?

- ¡El miserable y detestable: Ratón! Que con su cola me produce terror y no lo niego: ¡Hasta pánico le tengo!

- ¿Y qué he de ganar yo?

- Tu liberación. Te libraré de ese horrendo Tiburón.

Habrá Paz en tu mundo: ¡Por decreto, decretaré!

La comida y todas las medicinas, las haré traer a ti.

¡Nadie te quitará tus cosas, nadie te volverá a robar!

Volverá el Amor, la Paz, la Estabilidad.

Tú mundo ideal: ¡A ustedes retornará!

¡Tienes mi “Palabra de Honor”!

Y podrás circular en completa libertad. – Y se volvió a su posición original.

Y me quedé pensando: ¿Y si lo libero…Me liberaré de todo este régimen de terror…?

Porque veo con consternación que todo a mi alrededor…Carece de valor y de sentido alguno.

Y a decir verdad: Incertidumbre y desolación inundó mi ser.

- Ya te dije que tienes: ¡Mi Palabra de Honor! Que entre paréntesis: ¡No suelo ofrecérsela a nadie! – Rugió como si el viento se hubiese vuelto impetuoso, ya que pude ver como frondosos árboles milenarios se doblaban hasta abrazar el suelo…Literalmente hablando.

- ¿Y qué gano con tener tu dichosa ‘Palabra’? – Me atreví a preguntarle, cuando vi con estupor que se levantó en cuatro patas y se irguió como para atacarme…

- Y si eres tan valeroso… ¿Por qué no bajas y te le enfrentas tú mismo…? – Su rugido inundó este mundo.

Las aves salieron espantadas.

Los animales rastreros se atropellaban en su loca huida.

Las aguas de todos los mares, océanos, ríos y hasta cualquier parte, brotaban y violentos maremotos ocasionaron.

Los vientos se hicieron huracanes.

…Y yo…Me encogí. Me achicopalé. Mis sentidos se quedaron en cero.

…Y luego: Todo cesó.

El sol volvió a lucir sus hermosos rayos solares.

La luna se restableció.

Un arcoíris se vislumbró: Un rato a oscuras y otro muy radiante.

Los volcanes exhalaron sus últimos humos.

Y al ser testigo fiel de todo cuanto acontece…

Me levanté. Me limpié mis pies de tanto polvo.

Sacudí mis piernas.

Serené mis pensamientos…

Y me fui por esos mundos tan exóticos y misteriosos…

¿…Podré creer    -en quién me puede devorar sin temor alguno-   a cambio de ‘una supuesta Palabra’?

© Bernardo Enrique López Baltodano 2016 

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