" A S E C H A N Z A S "
(Tan absorto estaba dentro de mí, que no pude
percibir nada. Creí oír unos sonidos y hasta puedo asegurar que sé lo que me
dijo…pero es que no sé. No entiendo nada, no logro descifrar esto.)
De repente sentí que me tocaban con mucha insistencia.
- ¿Qué…qué pasa? – Acerté a balbucear sin poder
asimilar nada.
- Te estaba preguntando: ¿Qué cómo te sientes
ahora mismo?
Miré sin ver. Oí sin escuchar. Entendí que nada entendí. Así que: ¿Qué me
costaba responder lo que ya por segunda vez me preguntaban? Así que
atropelladamente respondí, casi al grito.
- ¡Bien, bien! Aunque he quedado consternado. No
logro saber qué es lo que me está pasando…Tan solo sé que hace unos
instantes…estaba en la comodidad de mi hogar… ¿Y ahora? No sé en dónde estoy…
- ¿No reconoces el sitio en dónde estás? – Me re
preguntó con insistencia.
Yo traté de agudizar mi visión y fue cuando me
percaté de que ya la oscuridad casi había desaparecido. Ciertamente seguía
siendo de noche, pero pude comprobar que había luz, quizás un poco tenue ya que
era alumbrada por un solitario bombillo cercano. Pero pude reconocer varias
cosas a mí alrededor. Pero aún ignorante. No podía discernir a ciencia cierta
en qué sitio me encontraba, algo dentro de mí, me informaba que seguía en lugar
seguro.
¿Seguro? Fue cuando me percaté de que estaba en
paños menores…en interiores solamente.
- ¿Y qué clase de brujería me han echado?
- Ninguna. – Me respondió el mismo tono, por lo que deduje
que era la misma persona, aunque no entiendo el por qué no logro visualizarla
bien. No sé si era un hombre o una mujer. Y es que en este preciso instante…no
era lo que me preocupaba. Más me intrigaba el ¿Qué podría hacer en esta
circunstancia?
Uno de mis perros apareció de pronto, era el machito. A
pesar que lo reconocí, no surgió ningún sentimiento de entusiasmo al verlo y
mucho menos, cuando comenzó a gruñirme. Casi al instante hizo su aparición la
perra, mucho más grande que él. Al instante ya no era uno solo, ahora eran los
dos caninos que me gruñían y me mostraban toda su dentadura. Estaban coléricos
conmigo.
En ese momento yo me pregunté: ¿Será que no me
reconocen? …Pero por qué… ¿No me están
viendo…? ¡Soy yo…su dueño! El que día a
día les prepara su comida y se las sirve.
¿Acaso he venido con el cuerpo de otro? ¡Shhh cállense! ¿No ven quién soy yo? ¡Soy
yo…su dueño! ¡Bestias estúpidas…silencio! – Pero lejos de amedrentarlos, más
bien se encolerizaban más y más.
Algo me decía con suma insistencia: ¡Los están azuzando en
tú contra!
…Y yo me preguntaba: Si… ¿pero quién? No logro ver a nadie
más. Pero lo que si era cierto, es que
se estaban envalentonando más y más. ¡Hasta llegué a temer por mi
integridad física!
Y allí estábamos los tres… Ellos dos…los imbéciles de mis
mascotas indefensas…atacándome sin ningún miramiento ni respeto hacia la figura
de su amo. Me desconocían olímpicamente. Intenté gritarles…pero no logré
reconocer ni mi voz y ni siquiera si lo había logrado hacer. Mi desnudez me
ponía en desventaja. Pronto la fría
noche hizo mella en mí cuerpo. Quise entrar en calor… ¡Pero es que estos dos…!
Ya me estaban fastidiándome demasiado.
Me moví a la izquierda…allí me atacaban. Y si lo hacía en
sentido contrario…me di cuenta, que se turnaban, me daba la impresión de que se
comunicaban entre sí. Aún no pude constatar este hecho, pero se movían con
total comprensión uno del otro. Y hasta me llegué a preguntarme: ¿Pero cómo lo
harán…? No oigo que se hablen entre ellos. Tan solo se miran, quizás por el
rabito del ojo o quizás se siente uno a otro, no lo sé a ciencia cierta…pero
así era cómo estaba ocurriendo.
Por supuesto que me sentía en desventaja…ya que en los
hechos así estaba pasando.
- ¡Cállate pedazo de loca! – Algo la estaba haciendo una
fiera. Estaba desatada, sus ojos que antes me parecían tiernos y tranquilos,
ahora estaban inyectados en severa sangre. Ciertamente que estaba muy enojada.
Intenté cambiar de estrategia…pero el perrito adivinando mis pensamientos, se
abalanzaba por su lado. No supe qué hacer. Ya la situación se me estaba
escapando de mis manos y temía que en cualquier instante ambos se abalanzaran
sin misericordia en mí contra.
Miré instintivamente hacia los lados, como suponiendo que
tendría que salir corriendo…pero ese condenado animal como que se adelantaba a
mis pensamientos. La mirada de la perra se enfocaba en primer ángulo hacía mi
cuerpo, pero entendí que también vigilaba algo o a alguien más aparte de mí. No
supe descifrar este pequeño misterio. Más me angustiaba el posible daño que me
pudiera ocasionar.
Los acontecimientos se atropellaban en mi cerebro. Quería
hacer muchas cosas como por ejemplo, escalar de un solo salto los casi dos
metros que mide esa cerca…el problema es que estaba a más de un metro de
separación; por otro lado ambos canes, se intercambiaban de posición adelantándose
a mis premoniciones e interponiéndose hábilmente a mis planes.
Otra cosa que anhelaba hacer, era salir volando de allí.
Pero algo me llamaba a la realidad…no lo podía lograr…
Ya no me sentía tan ágil y transparente como cuando estaba
atravesando ese cuerpo tan duro e inerte, como eran los más treinta centímetros
de esa pared, en medio de cabillas, cemento y tierra.
Así fueron transcurriendo eternas horas…por lo menos eso
era lo que me agitaba…el no poder patearlos…el no poder hacerme obedecer… ¡Animales
brutos! ¿No me reconocen? ¿Soy yo? …El que te prepara tu comidita todos los
días y además te la sirvo… ¡Malagradecidos malayos!
Pero no me entendían nada. Estaban enceguecidos. Busqué
con mi mirada…un palo…una piedra…un mecate…algo que me sirviera para defenderme
de estas dos fieras…pero se alejaban de mi alcance. ¡Nada tenía al alcance de
mi mano!
Atrás de mis atacantes…estaban…un palo de escoba…pero como
a tres metros… ¿Y cómo podía saltar encima de estos? Y lo peor es que los
condenados, volvieron sus rostros y vieron el armamento…y cerraron fila. Uno al
lado del otro.
¿Y cómo podía llegar allí?
Hice como si alguien más peligroso que yo hubiese
llegado…pero fracasé. No me hicieron caso y su atención seguía concentrada en
mí.
Ya estaban ladrando a todo dar. Pronto sus pares vecinos,
se unieron a la cacería. Escuchaba el grueso golpe de los vecinos quienes se
estrellaban en la cerca. ¡Menos mal qué no pueden saltarla! Me dije yo, un
viento de alegría brotó de mí. Aunque ya debía dar por cancelado la opción de escalar por la
cerca. ¿Cuántos se unirían y por ambos lados? Capaz que por mi terror
manifiesto trastabillara y cayera por alguno de los lados… ¡Me devorarían a
placer esas benditas mascotas!
¡Tremenda encrucijada! Aunque momentáneamente algo en mí
me alertó que de repente se despertara mi esposa y al verme acudiría en mi
auxilio…aunque pensándomelo mejor: ¿Cómo le podría explicar este desatino?
¿Desnudo…yo? A mitad de la noche… ¡Menudo enredo en el que me encontraba!
Bueno…pero lo que me importaba era que me quitara de encima a estos
desatinados. Y ya después…sería un después…
Pero a pesar de mi aparente alegría…nada ocurrió. ¡Nada!
¿Es qué tenía ese sueño tan pesado? Nunca lo tenía…pero hoy si. ¡Qué desgracia
más desgraciada!
…La perra como que se está cansando de amenazarme y se me está acercando muy amenazadora…más
bien….muy resuelta. Ahora sí que me estoy asustando.
- ¡Gggggrrrrrgggggrrrrr!
- …Tranquila mi loquita…tranquila… ¿No te recuerdas de mí?
¿No te acuerdas cuando estabas chiquita?
…Yo soy tu papi…te daba teterito…en la trompita…
- ¡Gggggrrrrrgggggrrrrr!
- ¿No me irás a morder…verdad? ¿Me harías eso a mí…yo que
tanto te he cuidado…lo harías? ¡Sí que me lo haría ésta condenada hembra! - Entendí que ya no cabía ningún dialogo. Los
gruñidos eran acompasados y en dos tonos de cólera…el de él y el de ella.
Estaba frito. Poco podría hacer para salvarme… ¡Se me ocurrió una brillante
idea!
- ¡Amooooooooooooooooooooooorrrrrrrrrrr! ¿Aún
duermes? …Ven a salvar a tu
maridito…estas dos fieras se lo quieren cenar… ¡Ayúdame por favor!!!
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