"Cachirulo"
Todos los vecinos, estaban enardecidos. Muchos de ellos, hasta
compraron armas. Y de noche, se turnaban para protegerse entre ellos mismos.
Pero hasta la misma policía, los atacaba y los obligaban a que
mantuvieran la calma. Les informaban, que para eso estaban ellos. Y que si era
necesario, patrullarían con más frecuencia. Y que, si veían a alguien
armado…Tirarían a matar.
Porque ellos no son
adivinos, como para saber a ciencia cierta, quién es uno de los vecinos o un
presunto ladrón.
- “No podemos garantizarle la vida a ninguno de ustedes. Si por
casualidad, pasa una patrulla y los ven, ellos le van a disparar. No es
conveniente, que ustedes anden armados. No es conveniente, que salgan de sus
casas. Quédense quietos y confíen en nosotros. Nuestro cuerpo, está en guardia
permanentemente las 24 horas del día, durante los 365 días del año.
Eso sí, si ven algo sospechoso o fuera de lo normal: Llámennos
que con toda seguridad, vendremos y actuaremos según sea el caso.
Pero por ningún motivo, se tomen la ley en sus manos. ¡Por
favor, obedezcan a la autoridad policiaca!
Nosotros fuimos creados, para brindar seguridad.”
Los vecinos, hablaban entre sí. Y apreciaron que a la final, era una locura. Que tenían
que darles la oportunidad a los hombres de la ley.
Otros consideraban, que mientras estuviera fresquito todo esto,
seguramente que podrían contar con esa vigilancia tan estrecha. Pero que el
tiempo, conspira contra ellos mismos.
Aseguraban que, con el transcurrir del tiempo…Disminuirían aún
más su frecuencia.
Después, pasarán unas cuatro veces por día y por noche.
Después…Unas tres veces.
Y así sucesivamente, hasta que finalmente volverían a lo normal.
O sea, a nada.
Y pasó lo que todos temían. El tiempo transcurriendo, ya llegaba
a casi dos semanas y nada.
Pero al vecino Diego, se había tomado la tarea, de conseguir a
su “Protector”, lo buscó por muchas partes. Pero nadie, supo informarle de él
Cachirulo.
Aunque toda constancia, tiene su premio. Uno de esos días sin querer, queriendo, lo ubicó.
- ¡Epa Cachirulo! ¿Cómo va todo?
- ¡Bien, Diego! ¿Y tú, cómo estás?
- Estamos bien, amigo. Pero te andaba buscando.
- ¿Y para qué soy bueno?
- ¿No te enteraste lo que le pasó a mi vecino Ramón y a su
familia?
- ¿Ramón…Ramón qué? ¿Quién es él?
- Mi vecino. ¿No lo conoces?
- …No…No sé nada. ¿Y yo…Qué tengo que ver con “Eso”? ¿Yo? Por mi
parte, tú sabes muy bien, que tengo múltiples negocios y bueno…He estado
sumamente ocupado. Y hablando, por hablar:
¿Qué le pasó?
- ¡Qué se le metieron! ¡Le robaron y le destrozaron todas sus
cosas, y para colmo: Violaron a todas las mujeres y mataron al pobre perrito!
¿Te parece poco? - Diego notaba que como
que el tema, al parecer en nada le importaba, ya que lo observaba como “Apático
y desinteresado”
- ¿De verdad Diego…Cuéntame, cuéntame?
- ¿De verdad…No supiste nada de eso?
- …No. ¿Y por qué debía de estar interesado? Como te dije, yo
estuve concentrado en mis negocios…Ya lo sabes…
- ¿Y eso…Tú te enteras de todo lo que pasa por aquí?
- …Bueno, Diego. La verdad, es que he estado de viaje. Tú
sabes…Negocios…
- ¿Negocios, tú Cachirulo…De qué…?
- …Compro y vendo…Todo legal… Estoy creciendo y en algún tiempo,
me convertiré en un hombre de negocios y muy prospero… Ya lo verás. Algún día
de estos me vas a ver montado en tremendo negoción. ¡Estoy dándole duro, ya que
deseo crecer rápidamente!
Y de repente hasta monto una compañía de vigilancia o una de
valores… ¡Quién sabe!
- ¡Cónchale entonces te está yendo muy bien!
- Me estoy moviendo. Compro – Vendo – Permuto. Estoy en muchos
negocios.
- ¡Ah, ya entiendo! Mira, es conveniente, que averigües.
¿Podrías hacerlo? – (¡No que va, Cachirulo
es un alma de Dios! Pobrecito a leguas observo, que nada sabe.)
- …Bueno, sí. Podría intentarlo…
- ¡Hazlo por favor! ¿Tú podrías ayudar a esa gente?
- ¿…A quiénes…?
- ¡A mis vecinos, chico!
- ¿…Pero, ellos me conocen a mí…?
- No. En verdad, que no te conocen.
- ¡Cuidado con una vaina, Diego!
- ¿Con qué amigo?
- …Que no me vayan a meter en “Eso”
- ¿En eso, qué?
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