Este es un relato de un hecho cierto.

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Corto  en  relatos










“Era aún de día…”











Salíamos del “La Vereda del Lago”
En Maracaibo, por la av. El Milagro.
Serían un poco mas de las 6.30 pm, y empezaba a caer el sol.
Venía con mi esposa e hijos.
No sospechaba nada malo…












- Cómo te venía contando…Apenas habíamos salido de La Vereda. Toda la avenida estaba desértica.
Poca concurrencia de vehículos tanto los que iban, como los que iban de una dirección a otra.
¡Mucho menos transeúntes!
Que como nosotros estábamos deambulando por ese sector.
…Bueno en nuestro caso   -muy particular-    recién estábamos saliendo.
Y siempre    -por las tardes-    acudimos allí para hacer los deportes que mas nos gustan: caminar y trotar, amén de que si conseguimos desocupados utilizamos las barras. Pero es muy raro encontrarlas solas.
¡Bueno el caso! Es que nos dirigimos a nuestra casa    -recuerda que vivimos cerca-   
¡Pero! Ahora que me recuerdo vi a unos tipos dentro de unos árboles  que están a un lado de la salida       -pero pensé que eran unos chamos que se entretenían allí-        ¡Pero bueno! Dejé de prestarles atención, porque ninguno de ellos estaba pendientes de nosotros. Así que continuamos.
Cuando ya me toca tomar una de las vías que conducen a mi residencia…
¡De repente y no sé de qué parte surgieron!
Aparecieron  ¡5 elementos!
Venían de muy mala gana.
Uno de ellos sujeta con fuerza a mi hijo mayor de apenas…17 años de vida.
Y yo veo, que me lo sujeta con fuerza y lo zarandea de un lado a otro.
Cuando yo percibo en el peligro en que estábamos… ¡Veo a otros que amenazan a mi esposa e hija!        -Debo decirte que estábamos distanciados a mas o menos unos cinco metros uno de otro-          Porque veníamos en nuestra charla, despreocupados y sin esperarnos un ataque de esa naturaleza…Cayendo la tarde y a escasos metros de la casa de mi papa.
Volviendo a mi relato…Uno de esos desgraciados sujeta a mi esposa y veo que otro hace lo mismo con mi hija de apenas 16 años de vida… ¡Me inmovilizaron en el acto!
¡Temí lo peor!
Y como te estaba narrando, nos encontramos acorralados.
Cuando veo que otro de ellos, me ataca y me conmina a que me rinda porque si no lo hago…Mis hijos y mi esposa lo van a lamentar.
…Yo me entrego. ¿Qué otra cosa podía hacer, ah?
Mi hijo, que está maniatado le responde al ladrón…
- Chamo no tengo nada encima.
- ¿Y qué era lo que venías oyendo…?
- ¡Yo lo vi con un aparato en los oídos! – Gritó otro de los cacos. Mi esposa se adelantó y le dijo…
- Mira, mi hijo no tiene nada, pero toma llévate mi celular…Pero no nos hagan daño por favor. – Y diciéndole esto, le arrebataron de su mano su teléfono.
A todas estas, el que me estaba amenazando    me     arrancó                                 -literalmente, hablando-    el bolso de mano que llevo cuando voy a hacer ejercicios   -en el cargo: mis llaves, unos guantes viejos y desgastados que utilizo para levantar pesas…Y mi celular  (Que nunca lo llevo, pero en esta ocasión…Se me ocurrió llevar)-  Bueno ¡nos atracaron! A menos de tres casas de la de mis padres.
…Y me pregunto: ¿Qué podía hacer…?
¡No nos dejaron tiempo para poder reaccionar de ninguna forma! 
Y en cuanto nos hubieron quitado todo lo de valor que llevábamos encima…Nos vociferó uno de ellos:
- ¡No se atrevan a seguirnos…Porque los matamos! ¡Nosotros sabemos quiénes son ustedes! – Y sin decir nada más…Corrieron.
Y en menos de un pestañeo… ¡Desaparecieron!
…Y cuando logramos llegar a la casa, veníamos temblando de tan fea impresión.
¡Qué espantosa experiencia!
…En verdad…Quedamos petrificados.
Después nos cuenta un vecino, que vive como a unas cuatro cuadras del mismo sitio en que  nos emboscaron…
- Yo estaba sentado en el frente de mí casa cuando vi que pasaron corriendo unos bichos feos…Y me dije: “Esos tipos vienen huyendo… ¡Quién sabe qué delito habrán cometido!”  - Pero ¿qué mas podíamos hacer…?
Vivimos en medio de tanta inseguridad. Zozobra. ¡Esto es terrorífico!
Su esposa intervino para comentar…
- …A pocas cuadras y en un intervalo de media hora…Atracaron a otro
¡Qué venía solo! 
Desconozco si fue la misma banda que nos atracó a nosotros… -  La esposa calló unos instantes mientras su rostro se le ensombreció y luego como pensando en voz alta, me dijo…Cómo para finalizar… - No solamente nos robaron nuestras cosas materiales…Pero además nos raptaron nuestra tranquilidad. Ahora me siento en una indefensión y eso me llena de terror. Hemos perdido la paz.
Y a partir de ese momento…Vivimos en un trauma delirante. Con espasmos de terror.
…Y eso no tiene valor comercial…Es algo que solamente lo puede experimentar quiénes al igual que nosotros han sido robados. ¡Esto es una locura! – Hubo un momento de silencio, el marido la abrazó, y sus dos hijos se arremolinaron junto a sus padres y en silencio…Lloraron. Con esa especie de llanto, que muy pocos pueden comprender y asimilarlo como tal…
El jefe de esa clan familiar, me miró, pero en su forma de mirarme  comprendí que no era a mí a quién deseaba transmitir este mensaje…
- ¡Gracias a Dios! ¡Qué no tocaron ni a mi esposa, ni a mi hija…Y que no me dañaron a mi hijo!      
Qué vaina estamos padeciendo…Y me encuentro en situación de minusvalía…



















© Bernardo Enrique López Baltodano 2016












                                     
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Narración amorosa...

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“Las narraciones de:
Bernardo”












“Papapa”









Es  un  hombre  cercano  al primer  centenario  de  vida.
Vigoroso  a  pesar  de  su  edad,  afirma  que  el  secreto  de  su  longevidad  es…
Beber  unas  copitas  de whisky.
Además  de  ejercitarse  día  a  día.
Es  fundador  junto  a  su  extinta  esposa: Mamama  de una  buena  prole,  que  hoy  en  día  lo  han hecho:  Bisabuelo.














- Papapa se encuentra perdido, no reconoce nada. Ni siquiera sus propias cosas. – Su hijo estaba muy angustiado.
No podía entrar a la casa de su viejo pues este le coloca unas trancas atravesadas a su puerta desde adentro, impidiendo que por fuera alguien  aunque las forzara, pueda entrar.
- ¡Hay que llamar a los bomberos! – Asomó Miguel   -su nieto-   su padre lo miró fijamente pero no atinó a responderle nada.
- ¿Tú crees…? – Le preguntó (Sopesando rigurosamente esta opinión.) pasaron  unos minutos en que trataron de forzar la puerta, pero sin resultado evidente.
El caso es que no pudieron entrar. Pero veían    -a través de una ventana-      al anciano roble, quién no parecía  darse cuenta de lo que afuera pasaba. Y por mas que lo llamaban, él parecía no estar allí.
- ¡Pero…! ¿Por qué no nos atiende? – Se preguntaba angustiado uno de sus bisnietos.
Absortos todos lo miraban sin atinar qué era lo que estaba ocurriendo…
Miraba como tratando de recordar en el sitio en donde se encontraba. Daba la impresión de que no reconocía nada, ni a nadie.
Ensimismado miraba todo y sin  ningún tipo de gesto de estar consciente de su entorno.
El tiempo pasaba y la angustia de sus familiares fue creciendo de forma exponencial.
- Papapa… ¿Me escuchas…? Ábreme la puerta para poder entrar… - El aludido comenzó a dar muestras de que estaba oyéndole, giró su cabeza lo mas lento posible y posó su mirada sobre la persona que lo procuraba.
Ningún tipo de gesto. Su mirada era lánguida.
Fija. Sin sentido alguno.
Pronto le llegó el otro hijo, acompañado por parte de su propia prole. Le comentaron todo lo que le estaba pasando a su progenitor.
- Papa… - Lo llamó el recién llegado. Pero él no daba muestra de ningún tipo de interés.
De repente se irguió sobre sus piernas oscilantes. Su cuerpo se bamboleaba sin sentido aparente.
Giró su cabeza por todos los ángulos.
…Era evidente que se encontraba dislocado.
Se llevó sus manos a su rostro, se frotó con parsimonia. Y luego se interesó por el grupo de personas que le estaban llamando.
Y por su forma de mirar, arqueando sus parpados, les preguntó…
- ¿Qué quieren?
- Papapa, ábrenos la puerta por favor… - Le suplicó su hijo mayor. Viró su mirada hacia uno de los jóvenes y dirigiéndose a él, le inquirió…
- ¿Quiénes son estos…?
- Papapa, somos tu familia. Aquí está mi padre, que es tu hijo, tu otro hijo y nosotros tus nietos, además de tus bisnietos.
- No los conozco. – Dijo de una forma terminante. Sus dos hijos se miraron sin pronunciar palabra alguna.
- Ábrenos Papapa, por favor… - Por la forma como su nieto le repetía su petición, hizo que se moviera y accediera a abrirles la puerta.
Asdrúbal su hijo mayor, junto a su hermano entraron y detrás  Miguel   -el nieto que él reconoció como tal-    y el resto, compuestos por sus bisnietos que allí se encontraban también.
- ¡Me hacen el favor…Y no se vayan a llevar nada que sea mío! – Les gritó en forma autoritaria.
- Papa… ¿No me reconoces? Soy Asdrúbal   tu hijo mayor. – Se le quedó mirando sin mostrar ningún tipo de interés.
- ¿No me reconoces…?
- No. – Fue la respuesta terminante.
- ¿Y a mí…? – Le preguntó su otro hijo.
- No. ¿Quiénes son ustedes…? – Le respondió molesto.
- ¿Y a quién reconoces de nosotros…? – Le volvió a preguntar su  hijo  mayor.
- A  Miguel – Dijo señalándolo. Él es el hijo de Asdrúbal, o sea su nieto mayor. Sus bisnietos se le colocaron enfrente, con la finalidad de que los reconociera como tal, y de pronto, en forma colérica acusó a uno de ellos y reclamándole lo siguiente…
- ¡Este carajito fue el que me robó todos mis interiores! – Todos quedaron estupefactos, porque días antes él lo había reconocido.
De repente se percataron de que sus ojos se le viraban de un lado a otro, cayendo sin sentido, pero gracias a la acción rápida de sus hijos, no cayó al piso. Corrieron y lo llevaron a la emergencia del hospital mas cercano.
Al rato, salió la enfermera y les informó sobre el estado de su familiar…
- El señor está muy descompensado.
Por orden del médico lo están  hidratando. Pronto se verá como nuevo.
Tengan paciencia y esperen a que los llamemos para que se lo lleven a su casa.
…Y así pasó.
A las pocas horas, retornaron con él.
Cuando entraron a su casa, Papapa comenzó a hablar con alguien…Pero a nadie veían.
Todos se quedaron en suspenso.
- …Está conversando con mi madre… - Concluyó el hijo mayor.
Y todos lo contemplaron como había cambiado de tono. Ahora se le veía mas alegre y resuelto. Y por su cuchicheo, se dieron cuenta de que estaba en una amena charla.
Todos callaron y esperaron.
Pronto lo escucharon que le estaba declamando los versos mas puros y elocuentes.
¡Qué elocuencia! ¡Qué inspirado estaba!
Se erguía sobre su propio cuerpo y luego descendía…Susurraba al oído de alguien y luego cerrando sus ojos se inspiraba y de él brotaban las mas dulces y bellas expresiones de ese Amor puro y celestial.
Todos trataron de encontrar a “ese” alguien…Pero no había nadie mas.
Todos fueron testigos silentes como se le declaraba con gestos y palabras muy hermosas cuya rima hacía presagiar los mejores sonetos amorosos.
- Mamama está con él… - Concluyó  Miguel, pero sin ver a su abuela (Qué había partido al mundo de Dios.)
- ¿Será que vino a buscarlo…? – Preguntó  Carlos, uno de sus bisnietos.
Pero fue acallado de forma inmediata.
- No. Vino a visitarlo, desde el cielo ha retornado para ver al amor de su vida.
…Yo lo sabía…Lo percibí…No lo dejaría solo…
(Porque ellos en vida se amaron con mucha intensidad…Fueron muchos los años que vivieron juntos…Se amaron de verdad.)
Y con toda seguridad vino para infundirle confianza…Para mostrarle el camino…Para recordarle que no está solo. ¡Ella está con él! – Dijo Alejandra, quién de inmediato con lágrimas en sus ojos comenzó a persignarse y a orar en silencio.
…Una sombra entre mezclada de alegría comprimida con un profundo pesar se esparció por todos los presentes.
¡Con ese dejo que inspira a los amores eternos!
…Su novia eterna ha venido en búsqueda de su noble poeta.
¡Su galán eterno! ¡El Amor de su vida!
Un manto que los envolvió y los inmovilizó a todos.
Y esa sensación tan fuerte y opresora, entre reír, llorar y explotar esas emociones tan condensadas al sentir que tanto su desaparecida Mamama, estaba con el único amor de su vida: Papapa…Los únicos fundadores de esta familia que durante varias décadas se han jurado el amor eterno y que por causas de la vida, se habían separado.
Pero ella ha vuelto para reafirmar esa unión que siempre han mantenido.
Quedó impregnado una sensación de vacío…
Papapa estaba extasiado…En su rostro arrugado, sus manos temblorosas, y en su sensibilidad repotenciada…Se dejaba seducir por su hada real…Por su única y fervorosa…
Todos enmudecidos estaban. Se podía hasta oír las suaves pisadas de las hormigas.
Un nuevo mundo se abría…
…Sus familiares estaban compungidos.



















© Bernardo Enrique López Baltodano 2016        







                                                                                                                                     



                                     
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Cuando te toca partir...

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Corto  en  relatos











“Me toca partir de nuevo”











En diversas ocasiones me ha tocado partir, algunas de ellas ha sido por razones laborales.
Pero solamente dos me han marcado mi vida…
Es duro emprender vuelo, sin conocer el destino…
Es inhumano partir sin rumbo fijo.
Pero hay que aceptar venga de donde provenga…Así ha de ser.
















- Dime Juan ¿qué es lo que mas te atormenta en este preciso instante…? Y te pregunto porque te veo muy indeciso. ¿Puedo saber qué es lo que te aflige amigo mío? – Delia lo observaba desde su posición, no entendiendo como él se encontraba muy distraído, mejor dicho…Confuso e impreciso.
El antes nombrado, vaciló. Intentó expulsar lo que lo mantenía confinado, se sentía cómo una especie de rehén. Molesto. Incongruente.
…Pero perdió su impulso inicial. Decidió meditarlo un poco mas, dejó escapar una mueca como síntesis de que pronto le contaría.
La dama lo entendió en el acto y prefirió esperar. Pensaba que era muy prudente hacerlo, sabiendo que si insistía…Él se iría por una tangente…Así que le respondió con la mejor de sus sonrisas.
- Voy a preparar café. – Le dijo y sin esperar respuesta alguna, se dirigió a la cocina.
Sin quererlo, la observó partir, ya que estaban en la sala de la casa de ella.
Él se quedó sin nada qué hacer. Miró hacia arriba y luego a los lados. Era evidente que se encontraba en una guerrilla interna.
No encontraba el acomodo preciso, su nerviosismo hacía presa de él.
Molesto por encontrarse a merced de fuerzas incontrolables por él…Se sumió en un mimetismo angustiante. Poco dominio tenía. El descontrol y la ira sin sentido, eran sus dueños.
Trató de mirar…Pero era que no veía.
Intentó tararear alguna cancioncilla, pero su garganta se encontraba sumamente seca.
Se palmeó ambas rodillas.  Estiró sus piernas.
Era evidente…Se sentía muy turbado.
En igual silencio, calmó las tempestades internas que lo acuciaban a que por fin se decidiera.
Pero venció (por lo menos en este round).
Ya un poco mas estabilizado, se aventuró a acercársele…
Ella sintió sus pasos…Estaba como a seis o siete metros distante. Y sin volver a verlo, continuó con su faena.
- Siéntate en esa silla- Le señaló una que estaba en esa misma área. Él asintió y se sentó sin pronunciar palabra alguna.
- Veras… (Inició su monologo sin mirarla siquiera.) He de partir y no me siento muy feliz.
Y si me voy es porque debo hacerlo.
Tengo muchos problemas con mi esposa.
En verdad, ya no nos entendemos. Y ante que florezcan sentimientos repletos de rencor, es mejor partir. He reflexionado con mucho tesón y en verdad, no encuentro otro sendero que ese.
¡Me aterra agarrar nuevamente el camino que para mí entender es de mi exilio!
…Me inquieta el porvenir…Pues no sé qué me habrá de deparar mi destino, muy nuboso e impreciso. Visualizo tremendos remolinos.
Pero todo me parece indicar que eso es lo mas recomendable. No tengo otra opción viable. – La mencionada tan solo se limitó a mirarle, sin emitir juicio alguno. Gesto que él supo apreciar.
- ¿Vas a esperar a que se cuele el café…? No me dejarás con la taza en la mano… ¿Cierto?
- Claro, claro y te agradezco tu gesto.
- ¿Y me dirás cuál será tu destino final?
- Si lo supiera… - Dejó escapar esta frase mientras exhalaba y expiraba con notoriedad. – Mi camino es pedregoso, la inercia guiará mis pasos.
No sé cuándo deba hacerlo.
Si de noche o de día. Tampoco tengo fecha fija.
En estos momentos la zozobra es mi consejera…
- Valiente apreciación… - Sugirió en un momento impreciso, mientras servía cada taza del humeante negrito. – La verdad…Verdadera es que      -en mí humilde opinión-    debes luchar por aclarar primero tu situación, antes de emprender ese viaje que a todas luces me suena como una huida… (Y me perdonas la franqueza.) Pero has de entender que hay que agotar hasta lo último.
- Y lo estoy haciendo. Sólo que me encuentro en un callejón sin salida a la vista. Y es que ya no encuentro una vía común, ambos nos encontramos enfrentados. No hay concordancia alguna.
Y si digo…Si
¡Ella me contradice!
…Al igual se lo hago a ella. Estamos entrampados en una lucha sin fin. Pareciera que nuestra misión es competir para saber cuál de los dos es mejor en infringirle mas herida a su pareja.
Es una lucha sin cuartel,  y  sin tiempo predeterminado.
¡Mejor es que me vaya!
- ¿Es preferible escapar…?
- En ocasiones huyendo se continúa peleando.
Parece un contrasentido. Pero en el duro batallar, no solamente  “en el frente”  es el campo de batalla.
Y te lo digo porque usualmente me enfrento a mí mismo  y a mis muchos demonios, que pululan dentro de mí ser. Y en verdad, he de reconocer que me son mas encarnecidos que los que físicamente se me enfrentan. Son bestiales y demoníacos, quizás sea porque habitan dentro de este mismo cuerpo y me conocen mejor que nadie. A ellos son los que mas temo.
A decir verdad. – Su oyente  no emitió opinión alguna, se limitó a entregarle su taza, mientras saboreaba el suyo. Meditó en silencio, mientras el aroma inundaba todos sus sentidos.
Ambos se dispusieron en sus elucubraciones íntimas. No hablaron mas. Sus caminos se entrecruzaban sin sentido alguno. 
- La vida…La vida, ¿para qué te quiero?  Sí me llenas de heridas a cada paso que doy… - Musitó la fémina sin mirarlo, y suspirando siguió sorbiendo su tinto.
Juan asintió.
Esas palabras se hundieron en sus pensamientos y mentalmente se repetía: ¿Y para qué quiero la vida…? Si parece que a nadie importo. – Una y otra vez recitaba como si fuese una estrofa de algún himno…Hizo mella en sí misma.
Ambos se sumergieron en sus silencios.
No hablaron mas.  
Su silencio fue su forma de comunicarse.
Y lentamente se levantó de su asiento y se fue dubitativo, (con una sonrisa que quedó grabada mas en su interior que en su propio rostro.)
Ella no pareció darse por enterada…

 





















© Bernardo Enrique López Baltodano 2016











                                     
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