¿...Y cómo le digo que la amo...?

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Corto  en  relatos













“¡Tienes que decírselo!”











Tengo poca edad, pero me gusta esa chica…Y no sé cómo decírselo.
No tengo valor. (Soy un cobarde)
¡Es que se me puede ofender!
¡No! ¡No se lo puedo confesar!
…Es que la puedo dañar.














Chucho se comía cada una de sus escasas uñas. Ardía en deseos locos de gritarle a Miriam ¡qué ella era el Amor de su vida!
…Pero los nervios lo traicionaban.
Era incapaz de expresarse abiertamente ante ella…No tenía valor.
Temblaba como una lagartija.
Sudaba intensamente.
Sus ojos estaban igual que todas sus extremidades, se movían  intensamente.
No conseguían paz.
No podía mantenerse en calma. Quieto.
Juan su amiguito de clases no encontraba la mejor forma de obligarlo a que siguiera su consejo. (¡Es que es re bruto este chaval!)
- ¡Yo sé que tienes toda la razón! …Pero…
¿Y si la molesto…O se ofende…?
¿Qué hago? – Ya el compañerito estaba muy colérico. No sabía de otra fórmula.
(¡Pero es que este baboso…!?) - Pensaba y mas cólera le daba. No le quería hacer caso. Y ya su paciencia se le había agotado.
- …Vamos a hacer algo… ¡Y esta es la última vez que te ayudo! ¿Ok? – Le advirtió muy serio. Y se lo dijo apuntándole con uno de sus dedos, mientras visualizaba al motivo de tanta angustia…La famosa diva, ajena a todo  (Aparentemente.) estaba charlando con una de sus compañeritas de salón.
(Lo curioso era…Qué de vez en cuando…Volvía su rostro hacía dónde se encontraban los dos…)
- ¿Y qué le vas a decir…? ¡No vayas a meter la pata! ¿Ok? Mira que ella es muy seria. – Le dijo en tono amenazante y sujetándole la mano con que lo apuntaba “su salvador”
- ¡Yo sé lo que le voy a decir! – Le dijo soltándose con furia. Y partió decidido.
Chucho era todo “un melodrama”
No encontraba en dónde meterse. (Casi hasta se orinaba su pantalón…Pobrecillo.)
La ya mencionada, olímpicamente se dio el gusto de voltearle su espalda.
En ese preciso instante decidió enfocar su atención hacia otro sector.
(Y eso le cundió mucha alarma al enamoradizo…)
- …Y ahora va a “meter la pata” ese gafo…Y esto me puede traer mas drama que felicidad… - Se decía entre dientes y tratando de no ser tan visible, caminaba unos pasos adelante y otros tanto para atrás.
Miraba unos pajaritos (invisibles)    -que según él-   habían aparecido de improviso, en el techo del pasillo.
Y “sin querer…Queriendo…” puso toda su atención en el momento justo en que su “colaborador y amiguito” le transmitía su mensaje a tan bella Dulcinea.
- ¿Qué le estará diciendo…? – Se preguntaba, y se tranquilizó un tanto, cuando la indicada  “damisela de sus sueños” se sonreía con satisfacción. Y luego explotó en alegría. (¿Será que le estoy gustando…?) Pensaba tratando de adivinar lo que ellos hablaban entre sí.
Furtivamente su amigo hizo una señal… ¡Lo estaba implicando! (¡Horror!) - ¿Se ofenderá conmigo…?  ¡Espero que ese carajito no me esté delatando…! – Se dijo entre dientes.
Su calma ya no era quieta, se sentía muy convulsionado y agitado.
…Se tranquilizó cuando vio que ya se estaban despidiendo. ¡Se hizo “el duro”!
Cómo si poca importancia le daba.
Pero estaba pendiente. Muy pendiente.
Contó los pasos que los separaban.
La jovencita se dio vuelta y lo saludó.
- ¡Cáspita! ¿Me está saludando?- Se felicitó muy efusivamente. Estaba claro que no se había molestado. Luego el mensaje que le había enviado…Causó muy buen efecto.
Aunque fueron muy breves instantes, eso le estaba pareciendo ya…Demasiado.
Hasta que al fin…Regresó “su mandadero”
- ¿…Y…?
- …Y ¿Qué  “muchachito”? – Le ripostó muy serio. - ¿No ves que ya le entregué “tú invitación”?
- ¿”Mi invitación…A qué…? ¿En qué problemas me has metido con ella? ¿Estás loco…?
- ¡Ya! ¡Ya “chavalito enamoradizo”!
- ¿Qué le dijiste…?
- Que tú la invitabas a unos heladitos…
- ¿Yo…? ¿Y de dónde voy a sacar dinero…?
¿Te volviste loco! ¡Seguramente que invitaste a sus amiguitas y a ti también…? – Le recriminó ya violento. Pero el “cupido” solamente se reía…
- Solamente van a estar los dos. ¿Ok?
Y te va a esperar a la salida. Ella dice que tú sabes el camino que ella agarra. Qué te va a esperar, mejor dicho, que va a caminar lento para que tú la alcances. Y allí podrás tener la oportunidad de declarártele… ¿Estamos…?
- ¿Le dijiste que me le voy a declarar…? ¿Estás loco…?
- …Eso se lo tendrás que decir tú mismo.
¿O qué,  quieres que me le declare en tu nombre…? – Esta pregunta que le estaba haciendo era un “golpe bajo…Muy bajo” y eso no lo podía tolerar. Así que le respondió lo mas serio posible…
- No claro que no. ¡Yo soy un hombre! …
Y Macho que se respete… ¡Se declara sólo!
- Eso me gusta. – Le concedió el mandadero.
- Y ya sabes…Piensa muy bien lo que le vas a decir…
¿Ok? ¡No vayas a meter la pata! – Y mirándole detenidamente, le gritó- ¡Te mojaste los pantalones? – El aludido presa de pánico le consultó…
- No. No. ¿…Se me nota…?
- ¡Pues claro que se ve a leguas”! - ¡Otro percance a la vista! - ¡Tapate con los cuadernos! – Y le indicaba la forma de hacerlo.
Pero ya el enamorado no lo escuchaba.
Ya que se le estaba abriendo un nuevo y muy dramático frente…
…Que en algún momento este tendría que enfrentarlo, el problemón mas grande era…Que ya no se acordaba de cómo debía hacerlo. ¡Menudo enigma!
Todas las palabras de Amor…Se le habían escapado. Trataba de recordarse de algún verso repleto de palabras hermosas…
¡Pero nada!
Intentó recordarse de alguna canción…Tampoco.
Sólo el eco, se le estrellaba en su rostro.
…Y ya faltaban unas dos horas…
¡Algo tendría que inventar! 
…Pero el problema mas grave era que pronto entrarían  a un examen.
¡Y hasta eso se le había borrado de su mente! ¡Chanfles! Menuda situación…
Su amigo que ya lo conocía, lo jaló de un brazo y se lo fue llevando hasta el salón en donde pronto tendrían que hacerle frente a esa prueba…Que ambos habían estudiado.
Pero que conociéndolo…
Tal como lo conocía…Con seguridad: ¡Todo se le había borrado!
Ambos jovencitos se enfilaron al salón respectivo…Pero es que uno de ellos estaba ¡en trance! …Y estaba bajo sus efectos.
Pero el que lo guiaba…Sonriendo andaba.
…Pero de repente… ¡Se plantó en un instante y tembloroso le confesó…!
- Compa…Me duele mucho la barriga. ¡Pareciera que se me va a salir! Las tripas me suenan y tengo mucho dolor…No puedo. No puedo. ¡En verdad, estoy grave!
- ¿Cómo qué no puedes…Y el examen…?
- Habla con el profe y dile que me estoy muriendo…Que mañana vengo a presentar el dichoso examen. ¡No puedo ir!
- ¿Y la chica…Qué? ¡Te volviste loco de remate! – Pero ya no pudo alcanzarlo…
Tan solo se quedó mirándolo como en un instante…Desaparecía del firmamento.
…Un nuevo problema le estaba ocasionándole su famoso amiguito…
Y cómo dice el refrán… “El que se acuesta con niñitos…”




















© Bernardo Enrique López Baltodano 2016









                                     
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