“Después
de mí… ¡Nadie mas!”
Nota
muy importante:
Pido
un millón de disculpas…Por repetir lo ya publicado.
Acá
les estoy colocando la parte que debió haber sido.
¿Y entonces, si no le hago daño, me quieren
destruir…Por qué?
¡Siempre ha sido así! Pero aquí estoy yo…
¡Al pie del cañón!
¡Me atacan…Y yo no les respondo!
¡No me defiendo, porque el que tiene la
razón, no tiene por qué estar asustado!
La verdad, radica en mí. No le estoy
haciendo daño a nadie. Soy digno y decente.
¡Un ejemplo a seguir, ahora y siempre!
Y…Ya para terminar con este tema, tan
sucio e indecente. Les pido que por favor, sí les he ofendido u humillado… ¡Les
pido perdón!
…Y es en estos momentos, en cuanto uno
conoce a la gente buena. Cómo ustedes, que han renunciado a estar en su hogar,
disfrutando de sus seres queridos, para venir aquí a apoyarme. ¡Esto tiene un
valor inmenso para mí!
¡Les estoy sumamente agradecido!
- Estamos aquí es porque amamos a Gersy y nos duele todo lo que
le está pasando.
- ¡Y yo se los agradezco en el alma!
¡Les estoy agradecido…En el nombre de mi
esposa y en el mío propio!
…Y ahora…Por favor…les suplico…
Déjenme con mi dolor.
- ¿Pero te estamos importunando acaso,
Romancito? – Le preguntó cándidamente Marisela.
- ¡No, ustedes no!
- ¿Pero podemos quedarnos aquí? – Le
preguntó Adriana.
- ¡Ustedes jamás me van a molestar! Lo
que me incomoda, son las calumnias, que se tejen en mi contra.
¿Me entienden?
¿Podríamos quedarnos, sin ofendernos?
- ¿Sin ofendernos…No te entiendo, Román?
– Le preguntó Alcides.
- ¡Amigo Alcides, no es eso!
Yo estoy sufriendo muchísimo con lo que
le está pasando con mi mujercita. Compréndanme, amigos míos. Quiero sufrir en
santa paz.
No le hagan caso a cuentos de salones.
Cecilia es mi cuñadita, linda y bella.
Pero, no me gusta que me estén levantando
esos falsos testimonios.
Yo respeto, pero espero que también me
respeten. ¿Es mucho pedir con esto?
Estos ataques, me decía mi jefe Mr.
Smith, que seguramente a medida que fuera creciendo y me haga cada vez, más
fuerte y poderoso. Seguramente, que me querrán hundir. Destruirme.
¡Ustedes saben…! ¿Será por envidia?
Pero no importa, yo soy más grande que
muchas de esas necedades, no hacen mella ni en mi espíritu ni en mi alegría.
Y los invito, de todo corazón, a que
juntos padezcamos estas vicisitudes en las cuales nos estamos viendo precisados
a vivir.
Yo me comprometo a respetarlos y a que
juntos, oremos para que nuestra Gersy y mi bebe, salgan: Bien, tal como estamos
esperando… ¿Verdad?
¿No es bella, esta vida? ¡Aunque la
naturaleza, nos está probando nuestro temple!
- …Me parece bien. Debemos estar
pendientes es de Gersy y el bebe. Lo demás, lo podemos dejar para otra ocasión.
– Recomendó Marisela, en un momento de silencio.
- Ok. – Aceptó Cecilia.
- ¡Amigos…Mami y yo, les trajimos estos
alimentos y bebidas!
¡Ya las bebidas, deben seguir bien frías…!
- ¿Desde hace ya tanto tiempo, papito?
¡Ay, se nos olvidó! Tanta tensión
nerviosa.
Por favor…Toma: Cecilia, Susan, Adriana,
tú Migue.
¡Ah, Romancito…Aquí hay también para ti!
- ¿Dónde está el mío, Mary? – Preguntó
Miguel, acercándose decididamente.
- Toma este Miguel. – Le ofreció uno de
los envases Alcides.
- Aquí está tu refresco, Migue.
....Mañana continuamos...
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