“Después
de mí… ¡Nadie
mas!”
- ¿Qué no? ¿Y cuando éramos pobres?
¡Pasamos a cada rato, miles de necesidades!
- Ella era feliz, cuando tú estabas a su
lado… - Le agregó Adriana.
- ¡Yo también Adriana, yo también!
- ¿Seguro?
- ¿Qué si estoy seguro, Adriana?
- ¿Ajá?
- ¡Por supuesto que sí!
- ¿Y por qué la abandonabas tanto?
- ¡Cecilia…Tengo qué trabajar!
¡Mi trabajo es muy absorbente!
Ciertamente que me estoy ganando todo el
dinero del mundo…
¡Pero tengo que trabajar!
¿Si no cómo le doy frente a todos estos
gastos?
- …Sí, pero tú también, te ibas por ahí…
- ¿Qué intentas decirme Adriana…?
- …Ella te habla de tus “Aventuritas por
ahí”…
- …Susan, no te entiendo muy bien…
- …No te hagas el loquito…
- ¡No tengo nada que ocultar, Susan
linda! ¿Qué mejor marido, que yo?
¡Siempre le he dado lo mejor de mí a mi
esposa e hijos! ¡Siempre!
- Romancito… ¿Y la vieja aquella…? – Le
preguntó de sopetón Cecilia.
- ¿Vieja…Cuál vieja, Ceci?
- Cuando Gersy y yo, te sorprendimos con
esa vieja y sus dos nietecitas…
¿Acaso ya te olvidaste de eso?
- ¡Estás mal interpretando todo eso!
- ¿Qué Gersy y yo, te estamos mal interpretando?
- ¡Sí! Las apariencias siempre engañan.
¡Siempre es así! Y no seas mal pensada cuñadita… ¡No seas mal pensada!
- Estoy segurísima. Es más, tu estuviste
tanto con esa vieja…
- ¿Yo? ¡Estás loca de remate!
- ¡La vieja nos lo confesó a nosotras!
¡No mientas más!
- ¡Estás loca, cuñadita! No digas esas
loqueras. Mira que mentir, descaradamente, tal como lo estás haciendo, es malo.
- ¡Yo no estoy mintiendo! ¡Nosotras te
vimos!
- ¡Estás equivocada Ceci! ¡Muy
equivocada!
No es bueno levantar falsos testimonios,
y menos con gente, que como yo: ¡Somos honestos y honrados!
- ¿O sea que ahora, yo soy una
calumniadora?
- ¡Por supuesto que sí! ¡No sigas
levantándome esa clase de barbaridades!
¡Mira que eso lo castiga Dios!
...Seguirá...
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