“¡Epa pego de muerto!”
- ¡Epa pego de muerto! ¡Ji, ji, ji, ji, ji! Así me llaman también. ¿Y
qué? Yo no me ofendo por eso. – Me decía mientras estaba cuajado de la risa don
Carmelo.
Sus lentes brincaban, mientras mostraba sus
muchos huecos en su dentadura y su
barriga se mecía de un lado a otro o si no hacia su derecha o a su izquierda,
sin lugar a dudas que me quería mostrar su gozo mientras me explicaba que tiene
muchos amigos y que cuando camina por esas calles de Dios, muchos se meten con
él y que lo que provoca es mucha risa al ver los distintos apodos que le
ponían.
- También hay groseros que se meten con mi
aparato y me gritan:
¡Eso ya no sirve para nada!
¡Eso ya está muerto! Y cosas por el estilo.
En verdad yo disfruto mucho con todos ellos.
Ya tengo ¡87 años! ¿Y qué?
Muchos les gustaría que me quedara “sentado” en
la casa… ¿Y por qué? Mientras tenga estas dos “paticas”
¡Por supuesto que camino!
Y hablando así como los locos…Te voy a contar
como sigue Domingo… ¿Te recuerdas de él?
- ¿El vecino…El que tenía la bodeguita…?
- ¡Exacto!
- ¿Y cómo sigue?
- Está con cáncer en la próstata…Pero ya “terminal”
¡Mira amanece un día mal…!
¡…Y al otro “menos mal”!
Yo creo que ese señor…
Como que no va a ver el 16…Cuidado que se lo
llevan este mismo año…
- ¿Tan mal está?
- Mal. Muy mal. ¿Pero qué le podemos hacer…?
¡Esa es la Ley de la vida!
Mira acá nosotros hemos venido a llevar “Candela
pura” ¡esta vaina es el “infierno”!
Yo no creo que exista algo peor que esta vaina.
¿Y aquí en este país? ¡Ya el pueblo se acostumbró a poner el lomo! ¡Si Señor!
…Y a mi me tendrán que poner preso…
¡Pero yo digo la verdad!
- Don Carmelo…Mejor baja la voz…Que las paredes
tienen oído… - Le recomendé al verlo que ya se me estaba poniendo muy efusivo
con ese tema.
- ¿Por qué has visto a algún policía cerca? –
Me preguntó inclinándose hacía mí, pero mirando todo el entorno.
- Bueno…Policía como tal…No. Pero no es bueno
estar vociferando esas cosas por allí.
Hay que cuidarse… - Le aconsejé nuevamente.
El viejo calló. Se acomodó lentamente sus
lentes y se volteó hacia los cuatro puntos cardinales y para finiquitar….Miró
hacia arriba y luego hacia abajo…
- ¡Es cierto! Ya estoy muy viejo para estas
cosas. Y no vaya a ser que “agarren a este viejito” y sea yo el que tenga que
pagar todos “los platos sucios” – Y diciéndome esto, se levantó y me hizo señas
con sus manos de que ya se iba, pero antes de partir…Se detuvo como a un metro
y medio de donde estábamos sentados y me dijo…
- Yo viví en la época del general Isaías Medina
Angarita…Era entonces el presidente de Venezuela…
- “El Ilustre Americano” – Le recordé que ese
era un título que la historia le recuerda su accionar en el ejercicio de su
presidencia.
- ¡Exacto! Yo tenía para ese entonces…Doce
años. Y él vino para la coronación de la Virgen María…”La Chinita” Y cuando lo vi
él estaba en el mercado La Marina…Se detuvo ante un puesto en dónde vendían plátanos
(¡Qué eran en ese entonces ¡de medio metro!) Y tomó uno que estaba “negrito”
(Pasado de maduro) y lo peló allí mismo y ¡zas! empezó a comérselo allí mismo.
¡Y todo el pueblo…Le aplaudía!
¡Qué grande fue ese Señor!
…Y mejor me voy…No vayan a venir a acusarme de
que estoy “hablando muchas pendejeras” contra este gobierno. – Y sin esperar
mis comentarios… ¡Desapareció con una velocidad inusitada! …Digo tomando en cuenta ¡sus 87 años!
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