“Después
de mí… ¡Nadie mas!”
- ¡Romancito…!
- ¿Ya se te ha olvidado?
¡A mí no!
¿Y por qué me agredes a
mí?
¿A mí? ¡Sí yo siempre te
he estado apoyando!
¿Por qué tanta
ingratitud?
¡Tú deberías tenerme,
aquí en la palma de mi mano!
¿Por qué tanta
ingratitud?
¿Por qué quieres enlodar
mi buen nombre?
¿Qué mal te he hecho?
¡Ninguno!
¿Mi pecado?
¡Haberte querido y
respetado!
¡Jamás he levantado un
falso testimonio y menos a ti!
Siempre te he apoyado.
¡Claro, antes no podía!
¡Pero cuánto me pedías,
yo hacía como todos los animales…!
¡Y te lo llevaba!
¿O se te está olvidando?
¡A mí no se me olvida
nada!
No seas mal agradecida,
cuñadita querida.
¡Vente para acá…Dame un
abrazo!
Siempre te he querido y
apoyado.
¡Jamás te he pedido nada
a cambio!
- ...Pero Romancito…La
vieja nos dijo…
- ¡Ah, esa vieja está
tostada!
- ¿Y…Las niñitas?
- ¿Y…Las niñitas?
- ¡Son mentirosas
compulsivas!
¡No le creas a nadie!
Yo sigo siendo tu
cuñadito a prueba de balas y de insultos.
¡Dame un beso…Aquí en
este cachete!
Yo voy a olvidar todos
estos agravios.
¡Es más, ya se me
olvidaron!
- ¿O sea….Qué todo es
mentira, Román? – Le preguntó Susan.
- ¡Todo! Ustedes han sido
engañados en su buena fe.
Es más, ya Gersy, lo sabe
todo.
Yo mismo se lo he
explicado, fehacientemente.
Lo que pasa, es que
cuando uno comienza a progresar…
Al parecer, a mucha gente
como que le molesta.
Fíjense, cuando nos
casamos, Gersy y yo, vivíamos humildemente.
En ese entonces, mucha gente, jamás me quiso
destruir.
¡Ah, pero he comenzado a
escalar y zúas!
…Ya comenzaron los
envidiosos.
Los que les molesta, que
yo humildemente. Esté escalando y escalando.
¡Y sin hacerle daño a
nadie! ¡A puro pulso!
He trabajado mucho.
Muchísimo y lo que estoy logrando, ha sido fruto de mi esfuerzo.
De mí sudor. De mí dedicación.
...Continuará...
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