“Después
de mí… ¡Nadie
mas!”
---Continuación....
¡Reconoce todos tus errores y trata de enmendarte!
No es mucho, lo que te estoy pidiendo…
…Mira a tu pobre mujercita…
…A cada uno de tus bellos hijos…
¿Y ahora con ese tremendo trabajo?
¡Tienes todo para ser feliz!
No lo sigas desperdiciando todo…
Pero la verdad, es que Dios no le dio cachos al burro… ¡Y por algo
será…!
Todas estas mujeres están sufriendo muchísimo.
Y la verdad, es que no hay ninguna garantía. ¡Ninguna! ¡Dios, sálvalos! Sólo
tú eres el verdadero. Sólo tú nos insuflas paz y armonía. ¡Bendito seas por
siempre mí Señor!
¡Glorias y alabanzas sean elevadas a tu Santo Nombre!”)
Todos seguían consternados. Rezando y pidiendo salud para: Gersy y su
bebe.
- ¡Esto es muy duro, papito, muy duro!
¿Qué irá a pasar?
- …Esperemos que estos maravillosos médicos, logren salvar la vida de
los dos…Esperemos en Dios, que todo salga bien, mamita…
El matrimonio, seguía abrazados.
Esperaban ansiosos, a que saliera alguien y les informara sobre la
evolución que se suscitaba, puertas adentros.
De repente, observaron que Román, los estaba mirando y mirando. Y de
repente, se levantó y se acercó al grupo.
- …Quiero que me perdonen, por si los he ofendido. ¡Nunca ha sido mi
intención!
Yo amo muchísimo a mi familia.
A mi bella esposita, que en estos momentos, está luchando por ella y
nuestro hijo.
¡Y tengo la certeza, que todo va a salir bien!
Que dentro de poco, saldrá caminando por esas mismas puertas, con
nuestro bebecito en sus brazos.
¡Estoy segurísimo de esto!
¡Ya lo verán! …Ya lo verán…
Mi Dios, me lo va a conceder. ¡Claro que sí!
…Y después que salga de allí, caminando y feliz, con nuestro bebecito…
¡Brindaremos amigos míos! ¡Brindaremos por la vida!
¡Brindaremos por el amor, por la familia, por nosotros mismos!
- …Román…Gersy, ha sufrido muchísimo… - Le adelantó Adriana en un arrebato de cólera que le dio al oírlo,
tan alegre.
- ¡…Pero ya la verás salir de allí…Alegre, como siempre! Radiante, bella
y hermosa…Ya la verán…
- ¿Román…Qué te dijeron los médicos? – Le preguntó de repente Alcides.
Escuchó muy bien la pregunta. Pero pretendió ignorarla. Alcides y el
resto, lo miraron atentamente. Dio la impresión de que estaba, como tarareando
una melodía, que solamente él escuchaba.
- ¿…Román…Escuchaste la pregunta de Alcides…? – Le interrogó Miguel. Se
volvió para verle en la cara. Y sin, pronunciar palabra alguna, siguió como si
estuviera oyendo esa cancioncita, que solamente él oía.
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