“Pilin”
…Está exhausta, agotada al
ver que todo lo que había planeado con tanto énfasis…No le estaba dando el
resultado previsto, y ni siquiera se le acercaba a sus perspectivas.
Y allí continuaba sentada,
revisando y chequeando cada cuaderno de sus alumnos, mientras afuera de su
salón se escuchaba el jolgorio, los gritos y las alegrías de todos los infantes
asistentes a su escuela.
Cesó en su revisión; y se
sumió nuevamente en sus elucubraciones.
Y esto no la tenía para
nada tranquila, al contrario.
Pensó en llamar y reunirse
con su antigua “compinche” de muchos años, mas o menos desde su etapa de
estudiantes, ¡ah qué tiempos aquellos!
Fecha en la cual tan solo
la angustiaba eran sus notas, -que dicho sea de paso- siempre han sido muy
buenas, casi rayando a la perfección.
Pero realmente esa no eran
sus prioridades, ya que siempre fue muy objetiva en sus estudios.
¿Qué será de Migdalia…?
Y recordaba que anteriormente era mucho el
trato con ella, pero bueno, luego cada una fue destinada a pueblos
distintos…Cercanos, pero no tanto.
Ahora era: Maestra de
escuela –al igual que ella- pero con el correr del tiempo, cada una se fue
dedicando a lo suyo.
Y ahora ya mayor, y en un
momento de reflexión se apartó un poco, y comenzó a rememorar aquellos momentos
en los cuales ella en unión de sus hermanos, hacían todas sus diligencias
propias de su edad.
Cuando tuvo que abandonar
a los suyos para ir a estudiar la
carrera que tanto la apasionaba…La docencia.
Evocaba aquella época en
que a pesar de que quería olvidarse de todo y “explayarse” en sus estudios,
pero que por la misma dinámica de la vida que le tocó vivir debía echar todo a
un lado y dedicarse a apoyar a su madre, que se encontraba sola…Porque sus
hermanos estaban “asilados” en las selvas inexpugnables y escondiéndose de todo
lo que representase a “La Ley”
…Cosas de la vida…
Detuvo el orden de sus
evocaciones y observó a esa muchachada que se divertía a placer…En su recreo…
A los pocos segundos, se
volvió a sentar y continuó…
Migdalia fue su “almohada”
y en ella se deleitaba contándose sus “cosas” de mujeres…
Como por ejemplo: sus
enamoraditos, sus posteriores noviecitos…
Aquellos momentos vividos en
su casa materna, las vivencias con sus primos en general, su adolescencia que
fue en términos generales bastante “normal” salvo algunas cositas que aún ni
ella misma se dignaba a exteriorizar.
…Pero ya estaba expirando
el “recreo”, y ya pronto sus casi cuarenta estudiantes se acercarían nuevamente
a su aula, en donde se encontraba meditando.
Y tenía ante si misma,
todos sus cuadernos, los cuales debía revisar uno a uno, y le preocupaban en
grado extremo, por lo menos los casos de tres de sus alumnos: Juan, Salvador y
Santiago.
Tres terremotos en su
escuela. Desadaptados sociales.
Juan de apenas nueve
añitos, y ya era un delincuente con tendencia altamente violenta.
Quien se había forjado una
reputación de “violento e irracional” y siempre presto al desorden y al caos.
Siempre boicoteaba su
clase.
De una u otra forma,
estaba involucrado en cualquier hecho irregular.
Mas de diez amonestaciones
y ¿sus padres…?
Alegando siempre que se
encontraban “full de trabajo” y que no podían asistir a nada.
Brillaban por su ausencia.
¿Total? Dejaban a su hijo
hacer cuanto le plazca.
¿Salvador? En el salón era
su “compinche” y entre ambos mantenían “aperreados” al resto.
Y al igual que el
anterior…De vivencia paupérrima.
Santiago era de la misma
edad, siempre se encontraba con hambre, durmiéndose en su pupitre.
No venía con su uniforme,
nunca traía ni cuaderno, ni libros, ni lápiz.
De padre desconocido.
Y ¿su madre? Pariéndole a
cuanto hombre conseguía…
Y con una escalerilla de
hijos, todos iguales, desnutridos…Parecían animalitos en estado salvaje.
…Es duro el ejercicio de
la docencia…Sin lugar a dudas… - Se decía mientras seguía rememorando su
pasado.
Por ejemplo mientras
estudiaban ambas, se decían cosas muy bonitas de esta profesión; pero ya en el
ejercicio de la docencia, muchas cosas debía presenciar y en otras tomar sus
decisiones.
Le partía el corazón el
tener que presenciar en primera fila –y sin derecho a negarse- estos casos tan
patéticos y tan vergonzosos.
Padres irresponsables y
sin vergüenzas y madres que solo sirven para traer a este mundos seres en total
indefensión.
El tener que “censurar” y
hasta castigar a una criatura que ya perdieron su inocencia infantil, niños en
cuerpos pero con mentalidad de “resentidos” sociales.
…Y lo peor: niñas que
deberían estar jugando con sus muñecas y sin embargo: ejercen la prostitución
infantil.
¡Es cierto y nadie mas
podrá volverlo a negar!
Y el verlo, tocarlo y
hasta el vivirlo en “carne propia” porque todos sus alumnos, son unos infantes.
Y todo se sabe.
Allí nadie podía “ocultar
el sol con un solo dedo”
¿Y cómo?
Padres indolentes que al
igual que sus parejas, no hacían nada para mejorarlos.
¡Imposible! Ya que ellos
mismos prostituían a sus propios críos.
Ejercer la docencia, no es
un hecho fácil. Hay que revestirse de mucha fortaleza y no caer en los primeros
rounds.
Y lo peor: ¡Ella en su
carácter de Maestra, era ángulo visible para todo tipo de ataque!
Triste muy triste… - Se
decía a sí misma.
Y en las ocasiones que
pudo hablar con su amiga y ahora colega: Migdalia, pues ambas manejaban
situaciones muy parecidas: Niñez abandonada.
Niñas prostituidas.
O de niños que ya eran
“matones profesionales”
Ya le faltaban uno o dos
minutos, y ya comenzaba a observar que varios de sus niños comenzaban a
acercarse a su puerta.
Pronto tendría que
abandonar sus pensamientos, su segundo aliento para poder seguir en la lucha
suya de todos los días.
¿Y que mas podía hacer…?
Ya los tenía a todos
haciendo la fila para poder entrar…Comenzaba su faena nuevamente.
Hay que hacer de “tripas,
corazón” y continuar en su ejercicio laboral.
- ¡Maestra él me pegó! –
Le gritaba Juan acusando a Santiago de que lo había empujado y rompiendo la paz
nuevamente antes de entrar a su salón.
Suspiró de cansancio
nuevamente…
Y reflexionó para sí
misma: “En el hogar es dónde debería forjarse al niño…Pero esta está
abandonada.
Y nos toca a nosotros los
docentes: Enderezar las fallas de sus padres.”
A la faena…
…La función debe
continuar…
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