“La llegada inesperada: don Domingo”
- …Pero si no estábamos hablando nada en contra del gobierno… -
Razonó don Carmelo poniendo una cara angelical, y en el acto el otro antiguo le
espetó…
- ¿Qué no…? ¡Y quién podría acusarte?
- …Ahora nos convertirán… ¡En carne molida! – Se quejó amargamente.
- “Nos convertirán” ¡es mucha gente! ¡Yo no estaba con ustedes! –
Don Carmelo quedó estupefacto… ¡No se lo podía creer! Así que lo miraba y
remiraba sin darle crédito a lo que sus propios oídos habían escuchado…
- ¿…Pero si yo no estaba “incitando a nadie”! – Con gran elocuencia
manejaba sus manos, hacía arriba, a los lados y luego se quedaba estático.
- ¿…Qué no…? ¡Yo mismo te escuché! y si me preguntan: ¡…Tendré que decir la
verdad…!
- …Y… ¿Me venderías…A mí: que soy tú hermano…?
- ¿Mi hermano? ¡Ni te conozco! – Vociferó enojado y dándole la
espalda.
- ¿…Que…Qué…Estoy oyendo bien…?
- ¡Callate viejo baboso! ¿Qué estás
intentando…Qué me lleven preso a mí también…? – Mientras estos dos periclitados
se enfrascaban en esa discusión sin fin, procedí a prestarle mas atención a
todo ese despliegue y no sabría como llamarlo, ya que no era solamente
policiaco, ya que se veían muchos guardia nacionales, como también efectivos
del ejército…De todos los tamaños y de colores extraños también.
Mas otros que iban con uniformes pero
que no se podían distinguir a qué cuerpo represivo pertenecían.
En forma sucesiva brotaban potentes
motos y de ellas se bajaban elementos… ¡Qué daban: Terror!
Pronto apareció una tanqueta…Seguida por
otra…
Aquello se me antojó que estábamos en un
cuartel, repletos de periquitos (Militares vestidos de verde.), como de otras
fuerzas.
No cabía un funcionario mas.
Y pude visualizar que en mas de dos cuadras
a la redonda eso estaba que no cabría ni una aguja…Todo cubierto por todos esos
“bichos” raros…
(¡Susto…!)
No supe si pude tragar bien o si me
atoré, pero mas me angustiaba la presencia del denominado Domingo… (En honor a
la verdad, lo he visto en contadas ocasiones…Pero casi nunca he tenido un
contacto que digamos con este personaje.)
Pronto logré verlo…Casi no se veía.
(Era muy chiquito, y entre ese gentío
casi era imperceptible.)
Pero lo que pude ver, es que hablaba y
hablaba pero siempre mirando hacía nuestra dirección…Y eso me asustó aún mas…
(Nos miraba como con: ¡Rabia!)
Por instantes me “desconecté” de estos
dos pure (ya viejitos…), y al volver mí atención a nuestro propio recinto, me
di cuenta que todos los obreros estaban asomándose por los resquicios de la
puerta…
Pude ver que aún mantenían “amarrado” al
pobre Iván que no cabía del asombro.
(Es que tanto gentío… ¿Por quién? ¿Acaso
estábamos “armados”? No entendí nada, pero lo poco que logré “asimilar” no era
nada de mí propio agrado… ¡Que digamos!)
Y en un descuido mío, el audio de la
dichosa discusión se rehabilitó ante mí…
- ¡…Chico… ¿Cómo me vas a echar esa
vaina…?
¿No ves que si me denuncias…Me van a
llevar preso de bola…?
- ¿Y quién te manda a ser:
“Contra-revolucionario”?
- ¿Y qué vaina es esa…?
- ¡Bueno los que están en contra de la
revolución!
- ¡Pero si yo no estaba hablando mal del
gobierno!
- ¡Qué si!
- ¡Que no viejo!
- Yo te oí…Que estabas “rumiando” contra
el gobierno. Y ya sabes que esos tipos no juegan… ¡Son de muy mala espina!
- ¿Cómo vas a decir esa barbaridad…Ramoncín…?
- ¡Claro estás “envalentonado” porque
tenés a tu “Macho” aquí presente!
- ¡Dejate de los celos mijo…! Respeta que el señor es un vecino de por acá
mismo… -
(Si quizás no estuviese allí, me estaría
muriendo de la risa, al vernos a los tres totalmente “pegados” a la pared y sin
atrevernos a movernos…
Y lo mejor sin que autoridad alguna nos
haya ordenado hacerlo.)
Todo su personal calló al instante, y la
puerta del negocio se cerró ante la llegada del famoso Domingo.
El cual llegaba con su ceño sumamente
fruncido.
Dirigiéndose hacía nosotros pero siempre
volviéndose para ver a todos los suyos…Quizás pensaba que lo podrían abandonar
a su propia suerte….Digo yo…
Se le veía que respiraba como esos toros
de lidia, cuando están enojados.
De repente lo llamaron y el se volteó y
les gritó: ¡Esperen mi indicación! – Todos se quedaron en el mismo sitio, en
espera de sus instrucciones.
Yo tragué mucha saliva –lo confieso-
pero también los oí carraspear a ellos, pero claro nadie se dio por “aludido.”
- ¡…Hola Dominguito…Amiguito mío…! – Le
saludó en susurro don Carmelo.
- ¡¿Qué buena vaina con usted…Carmelo
González?!
¿Hasta cuando usted me está jodiendo a
mí, ah?
- …no sabía que supieras mi nombre
completo… - Le dijo muy tímidamente.
- ¡Y se muchas cosas mas! …Pero me las callo. – Y volviendo, a don Ramón le increpó así…
- ¿Y qué te estás creyendo…?
¡Qué porque tenés mas reales que
“Chaflán” podes venir a alborotarme el avispero?
- …Pero Dominguito… ¿De que reales me
estás hablando? ¿No me ves como vengo vestido…? (…No me alcanza el dinero…Tengo
que pagar la nómina, el agua, la luz, etc., etc. ¡En verdad…Sabes que nunca
miento…!)
- ¿…Y a “eso” llamas “vestido”? ¡Mas
bien pareces un mendigo!
¿No te da pena, miserable vejucón…?
- …Está bien, está
bien…Oféndame…Humílleme… ¿Qué puedo hacer…?
- ¡Cualquiera de sus obreros viene mejor
vestido que usted!
¡…A mí me da pena, que todos “mis
hombres! (Mi ejercito personal…Ese que ven todos ustedes ahora…) vean que
dentro de “mi zona” tenga a elementos ¡tan pésimamente vestidos como lo es
usted! (¿Y qué van a pensar de mí…?)
- …Esta bien… ¿Y para venir a
ofenderme…Los ha traído…? – Dijole señalando a esa cantidad incuantificable de
gendarmes.
- ¡…Ellos me llamaron…Ya que esta es mí
zona! ¡Y aquí no permito “guachafita” de ningún tipo! (¡Ni por muy “vejucones”
que sean ustedes…!)
- ¿…Cómo cuales…? …Digo si puedo saberlo… - El mal vestido
trataba de ganarle tiempo (Y no se ¿para qué?) quizás para tratar de
confundirlo.
- ¡Tengo denuncias! – Le respondió muy
satisfecho y seguro de sus acusaciones.
- ¿Ah sí? – Con el rabito del ojo, le
echó una mirada fulminante a don Carmelo…Y este trató de “minimizar” ese
efecto…
- ¡Sí!
- ¿Y de que denuncias me habla usted?
- Que acá están estrenando a todo un
ejército de “guerrilleros”…
- ¿Adónde…? – Don Ramón no cabía en su
asombro. Y miraba con insistencia hacía la pared –creí que tenía algún tipo de
mirada “biónica” porque se me antojaba que estaba mirando a través de ella…
- ¡Aquí mismo! ¡Es mas se está
escuchando ya en muchas ocasiones, que acá se están reuniendo para venir a:
“conspirar” en contra de un Gobierno Democrático…
Legalmente constituido y es mas… ¡Ganó
las últimas elecciones!
Y mi gobierno y yo (Mismo.) no estamos
dispuestos a tolerar ningún tipo de insurrección…
- “¿Reunión de quéééé? …Serán de muertos. Que son los únicos que
hacen que vengan mucha gente a “velarlos”…
El Inquisidor se le quedó mirando, se le
veía confusión…Pero trató de ridiculizarlo…
- …Con que “reunión de tieso” ¿…No…?
¿…Como que me está viendo la cara de
“ridículo”?
- …Si quiere Su Señoría…Lo invito a que
vea “la reunión” en vivo, y hasta estoy dispuesto a levantarle a todos los
muertos que tenemos en las cavas, mas los que están en sus ataúdes… ¿Quiere
ir…? – El hombre gordo no le contestó con la rapidez con que siempre respondía.
Trastabilló y le dijo…
- ¿…Y como cuántos hay, ahora mismo…?
- Lo suficiente. Por mí, se los pueden
llevar todos presos…
Pero los espíritus que vivían en ellos…
Los van a perseguir… ¡Y esos si que son
bravos! – El hombre sacó su pañuelo, y se lo pasó por su frente…Sin quitarles
la vista de encima.
- ¡No se, pero acá hay “guerrilleros”!
Aunque acá solamente veo son “bagazos” de hombres…Pero algo es algo…
- ¿Y le parece poco…? – Y don Ramón le
espetó lo siguiente señalándose a sí mismo y al otro ancianito… - Y si somos
unos “bagazos”… ¿Por qué toda esa “armazón”…Para estos vejucones…? …Me parece
que algo en esta historia, como que no cuadra muy bien que digamos…Digo yo…
- ¿Por…Nosotros…Dos…? – Le preguntó don
Carmelo mientras lo miraba con total irritación y hasta creí leerle su mente,
puesto que hasta escuché lo que mentalmente le estaba transmitiendo…
( ¡Carmelo pon atención! Debes poner
“cara de baboso” ¿…No me estás entendiendo…?
¡Baja tu cabezota viejo loco! ¡Hazme
caso! ¡Callate y hazme caso!)
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