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…Escucha…Escucha…Tu padre está encolerizado.
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¿Ay mami y si me lo mata?
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¿Matarlo? (¡Ojalá lo haga! Una escoria menos, nos hará más libre a nosotras.
¡Ojalá se le ocurra torcerle al pescuezo a esa garrapata!)
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¿Lo puede matar, verdad mami?
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Tu padre no mata, ni moscas. ¡Mucho menos a Román!
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Ay mami, ni te creas.
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Tu padre es pura cara. Pura estampa de hombre bravío…Eso es todo. (¿Acaso no
lo conozco mejor que nadie? Ese no pelea ni por su esposa. ¡Ese es un holgazán!
Un bueno para nada. Yo sé lo que te
digo, yo lo sé).
Adentro,
ya no escuchaban ni gritos ni nada. Todos aguardaron impacientes. Todos seguían
expectantes. Temían lo
peor.
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¿Está nerviosa la señora? – Le preguntó Carmen, ya intrigada.
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Los hombres son impredecibles.
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¿Impredecibles? ¿Cómo así? – Le preguntó Carmen intrigada.
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¿Y si los instigan a pelear? ¡Pues claro
que pelean! – Aseveró Susan
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¿Usted es psicóloga?
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En efecto, lo somos. – Sosteniéndole la mirada Carmen, se lo aseveró.
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¿Y usted? – Más que preguntar sonó como una señalización hacia Susan.
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Yo también lo soy – Le sostuvo la mirada
Susan
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Pues es extraño.
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¿Y qué es lo extraño? – Le interrogó Miguel.
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Qué como psicólogos, ustedes deberían de
conocer mejor el pensar y el actuar de mucha gente y por lo que estoy viendo…
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En efecto, eso hemos estudiado. – Aseveró Carmen.
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Más que nada, sus conductas. Su proceder – Puntualizó Susan.
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¿Mi proceder? ¿Me están psicoanalizando
a mí, acaso? – Le respondió en
forma agresiva la señora Mireya.
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Lo que Susan le ha querido explicar, es
que en nuestra profesión, nos intervenimos más con las conductas y con sus
procederes. ¿Me explico bien? – Le informó
Miguel, evitando que la señora se encolerizara y los echara de su casa.
La
señora los miró de reojo, así de frente y les espetó, lo siguiente:
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¿Y si ustedes que dicen, que son psicólogos…Nunca descubrieron el lado tramposo
de Román? ¿Qué clase de psicólogos son
ustedes?
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En verdad, nunca lo tomamos como un posible modelo.
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¿Y qué clase de psicólogos son ustedes?
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Estamos recién graduados.
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¿Y eso les da el poder, de evadir este
caso?
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Nosotros no lo estamos evadiendo. Y aquí estamos en contra de la voluntad de
ustedes. Y estamos dispuestos a desenmascarar a Román. – Puntualizó Susan.
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Además, hemos descubierto esto como por Carambola - Sostuvo Carmen.
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Igual…Sigo sin entenderlos. Es más o menos
como un médico, el cual se escuda en su ignorancia, alegando: “Que
está recién graduado”
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Señora…No estamos evadiendo…La estamos enfrentando.
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¿Y nunca ni siquiera sospecharon nada de Román?
¿Qué
clase de profesionales están graduando hoy en día? ¡Puras evasivas, puras
excusas, puro blablabla!
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¡Nunca! Yo como su esposa, viví muy
feliz con él. Hasta hace un rato, que descubrí con mis propios ojos…Todo este
desastre.
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¡Como psicólogos: Raspados! ¡Para mí, claro!
Ellos
prefirieron callar. No tenía sentido seguir en esa discusión estéril
Pero
a decir verdad, estaban a punto de estallar.
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Todas nosotras las mujeres, nos hemos
creído tanto en ese “Sexto Sentido”
y sin embargo ni a usted, con toda su
experiencia…Logró ni siquiera visualizarlo. – Carmen no podía quedarse con esa
espinita abierta, así que se la lanzó de frente.
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