“Conversaciones con don
Carmelo”
El señor Carmelo dirigió su mirada hacía mí
y con un gesto me saludó.
En cuanto estaba cerca me peló una sonrisa
(…Sin diente, ni abajo ni arriba.)
Y me vio con sus lentes “culo de botella” y
por allá pude verle sus pupilas…Se veían chiquititas.
(Pero con gozo en su espíritu.)
Y pienso que conseguirse a un ser con ese
ímpetu, con el aplomo y su disposición en ser útil, a pesar de su avanzada
edad. Y debo reconocerlo; nunca lo he visto ni triste, ni preocupado mucho
menos mal humorado.
Y allí lo tenía, en cuerpo presente y
echándome chiste hasta de la forma como caminaba un gato que transitaba por
esos lados.
- ¿Y que me le parece?
- ¿…Qué? – Le respondí al verlo que dentro
de sus bromas, se puso muy serio y para acompañar sus palabras hizo un gesto ya
característico en él…Estirando ambos brazos para luego entrelazar sus manos
encima de su estomago, y ladeando su cabeza en son de estar meditando muy bien
cada palabra que iba pronunciando.
Yo me quedé esperando a que brotase de sus
labios muy arrugados, cada silaba que entonaba mientras giraba sus ojos a otros
confines…
- ¿Qué piensa de lo que está pasando en el
país…? – Su cabeza apuntaba a mí presencia, pero sus pupilas giraban de una
forma algo acompasada, sus labios los recogía y los expulsaba en señal de suma
preocupación.
- ¡…Esto me tiene muy angustiado! Y en
todos los años de vida que llevo…
¿Qué será de tantos y tantos miles de
presos?
¡Ya van casi treinta muertos! ¿Es que no
hay sensibilidad en este mundo?
…Pero… ¿Cómo pueden quedarse impasibles
todos los pueblos?
¿Es que acaso no están viendo como nos
están matando y masacrando a nuestra juventud? – Se quedó mirando hacía la
calle, y en principio pensé que algo nuevo estaba capturando su atención…
Quizás vio pasar a algún conocido.
O se quedó mirando algún carro pasar…
Pero a los pocos segundos me pude percatar
que no.
Simplemente se quedó como estático, y pensé
que realmente estaba angustiado, por lo menos eso era lo que interpretaba del
lenguaje de su propio cuerpo.
Aproveché para buscar un poco de sombra, ya
que los rayos solares, ya me estaban “friendo” en vida.
Quise hacerlo sin que se él se percatara,
pero fallé en mi intento. Estaba pendiente de todo cuanto lo rodeara, me miró y
me sonrió…Muchas arrugas se le incrementaban en su rostro ya abatido por los
muchos años transcurridos.
- ¡Casi no estoy durmiendo muy bien…Y todo
por esta angustia!
- ¿Pero tiene a algún familiar suyo metido
en eso…? – Me miró y en su forma me expresaba mucho estupor y me dijo…
- No. Pero todo lo que le esté pasando a
cualquier muchacho me solidariza con su dolor.
Mire usted, ¡Gracias a Dios! Ninguno de los
míos está en esos problemas.
¡Pero…! ¿No es que estamos viviendo en
“Democracia”?
¡Y ni siquiera en la época del dictador
general Marcos Pérez Jiménez, se vivía en esta zozobra! ¡Jamás se estaba en
estos menesteres! Cierto que era un régimen opresor…Pero esto es nuevo.
¿Cuántos miles de presos hay…?
Y lo peor, es que a los gobiernos
americanos no les parece doler ¡en nada! – Y luego acercándoseme me hizo señas
de querer “echarme un cuento” y me hizo señas de que era “en secreto” y que nos
cuidáramos de que mas nadie le escuchara, acercó su cara a mi oído y comenzó a
susurrarme…
-
…Se me olvidaba, hay que cuidarse…Shhhh…..Shhhh. – Sus lentes temblaban junto a
sus palabras, comenzó a mirar como para cerciorarse de que nadie mas escuchaba
sus protestas, y una vez que se comprobó a sí mismo, que podía seguir hablando
me susurró…
- Me siento como si todavía estuviéramos
bajo la dictadura del general Juan Vicente Gómez o del otro general Pérez
Jiménez.
No hemos avanzado en nada. ¿Y de qué nos
sirven la televisión y los periódicos?
- Bueno ellos están en sus funciones… - Le
informé y como respuesta me dijo casi mordiéndose su propia lengua…
- ¡Los tienen controlados! ¡No los dejan
trabajar! Y yo me pregunto: ¿Qué es “Democracia”? – Con gestos le respondí, y
él sonriendo me agregó…
- Con el cuentecito ese de que estamos en
“Democracia” nos están metiendo el peor de los comunismos, el de: ¡Fidel
Castro!
Que lleva mas de cincuenta años
martirizando y destrozando a esos pobres cubanos. ¡Qué desgracia para ellos…y
ahora para nosotros!
¡Shhhh que las paredes tienen oído!
…Ya tengo 87 años y jamás he tenido problemas
con gobierno alguno…Y ya estoy demasiado viejo para venir a caer ¡preso por
estos comunistas!
…Es muy triste lo que le está pasando a mí
país. ¿Pero qué puedo hacer?
¡Los culpables son todos esos miserables
que creyendo en la democracia votan por esos bandidos! ¡Shhhh! ¡Callate
lengua…No me vengas a meter en problemas ahora! – Se agitaba de un lado a otro,
puesto que no quería ser descubierto por nadie.
Y siempre me hacía gestos de silencio.
Guardó silencio y de repente arrancó diciéndome…
- ¿No te
conté sobre mi época de “peleón”? – Me dijo picadamente y tuteándome por vez
primera, con gesto le respondí en forma gestual, y riéndose
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