¡...Un nuevo relato…!
Está recién saliendo del “horno” y como pan caliente se los estoy poniendo a su disposición…


“Conversaciones con don Carmelo”


- Serían a eso de las once y…no se cuanto. Haciendo un calor… ¡Qué espanta! Yo me voy bajando de “mi taxi urbano” (El autobús.) Lo sofocante de lo que hoy se les ha dado en llamar: “Sensación calórico” –Que no es mas que un eufemismo- ¿Por qué no dicen claro y raspado: Señores la temperatura es…De 49 grados centígrados…O quizás mas de cincuenta…Ah?
(Por allí me aseguran que es para “no crear alarmas en la población” ¡Pamplinas! ¡Al pan…Pan y al vino…Vino y ya!)
El caso es que me encuentro en un sauna, acompañado de un Sol “radiante y hermoso” ¿Y qué mas se puede hacer?
Recién me estoy bajando y veo que a eso de unos cincuenta metros está pasando una figura totalmente folklórica: don Carmelo.
El ya mencionado señor es un anciano, y según me dijo, pasa ya de los 87 años.
- ¡Y muy bien llevados! – Me informó con mucha satisfacción.
- …Y cada año vivido, los he disfrutado. – Reflexionó en cierta ocasión. - ¡Y aquí estoy parado, de frente y siempre dispuesto a ganarme unos reales, con el sudor de mí trabajo! – Y ya no lo pongo mas en duda; ya que con el correr de los días lo he visto en diversas ocasiones trabajando de todo cuanto pueda hacer.
En meses pasados estaba trabajando en un kiosco de periódicos, chucherias y cosas afines.
Y en esas ocasiones comprobaba lo lúcido y lo bueno que es para cobrar y dar el cambio. Prácticamente nunca vi a nadie que se quejara. Siempre muy correcto en sus cuentas.
Llegaba al despuntar el día y se mantenía en el mismo lugar hasta bien entrada la noche.
Día a día, sin fallar ni un solo día. Porque hasta los domingos lo vi laborando.
Y siempre con su sonrisa a flor de labio.
(Ya sin dientes y hasta masticando agua.)
Sin lugar a dudas: Un ejemplo a seguir.
Porque el ver a un señor que a esa edad, salga a ganarse el pan diario y nunca ¿verlo quejarse?
Soy sincero: Primera vez que veo a alguien así.
…Y para ser sincero, ya hasta me está provocando “jurungearle  la lengua” cada vez que tengo esta opción.
Así que lo vi y comencé a gritarle, para que me atendiera.
…Al parecer no me escuchaba…Lo vi que se estaba metiendo por un estacionamiento…Iba “apuradito” meneaba su piernas en señal de que ya casi no le daba tiempo…
Corriendito, trataba de abrirse el pantalón para poder desahogarse…
De lejos me dio risa, ¡Qué cómico se veía el ancianito!
…Pero al parecer… ¡Llegó justo a tiempo!
Estaba mirándolo sin percatarme de que el dueño de ese negocio…Otro anciano me “seguía con su mirada”
Me preguntó: ¿Qué desea el señor?
- Perdóneme usted, voy detrás de don Carmelo…
- ¿…Quién un viejito…”Mariquita”…?
- ¡Ah no lo se!  …Nunca he entrado por allí… - El señor con una mirada y con su gesto de profunda gravedad. Dejó de mirarme y se dirigió hacía su estacionamiento y en cuanto lo vio, se jugaron ambos asemejándose a “viejos boxeadores” que se saludaban de manera muy amistosa.
El señor Carmelo dirigió su mirada hacía mí y con un gesto me saludó.
En cuanto estaba cerca me peló una sonrisa
(…Sin diente, ni abajo ni arriba.)
Y me vio con sus lentes “culo de botella” y por allá pude verle sus pupilas…Se veían chiquititas.
(Pero con gozo en su espíritu.)
Y pienso que conseguirse a un ser con ese ímpetu, con el aplomo y su disposición en ser útil, a pesar de su avanzada edad. Y debo reconocerlo; nunca lo he visto ni triste, ni preocupado mucho menos mal humorado.
Y allí lo tenía, en cuerpo presente y echándome chiste hasta de la forma como caminaba un gato que transitaba por esos lados.
- ¿Y que me le parece?
- ¿…Qué? – Le respondí al verlo que dentro de sus bromas, se puso muy serio y para acompañar sus palabras hizo un gesto ya característico en él…Estirando ambos brazos para luego entrelazar sus manos encima de su estomago, y ladeando su cabeza en son de estar meditando muy bien cada palabra que iba pronunciando.
Yo me quedé esperando a que brotase de sus labios muy arrugados, cada silaba que entonaba mientras giraba sus ojos a otros confines…
- ¿Qué piensa de lo que está pasando en el país…? – Su cabeza apuntaba a mí presencia, pero sus pupilas giraban de una forma algo acompasada, sus labios los recogía y los expulsaba en señal de suma preocupación.




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