A continuación les presento mi relato semanal.
“Nelsito”
- ¿Le recojo la basura?
– Quién me hablaba era un chavalito de aspecto delgado, blanco de aspecto
–aunque le noté muy quemado por ese incesante sol que castiga a esta
población.-
Su mirar refleja la
intensidad de su joven edad (Le calculo unos 10 a 12 años de edad) y en ella
pude visualizar su inocencia.
Lo vi bien vestido,
reflejando que provenía de una familia que se puede denominar: clase media –
baja.
Llevaba una roída
franela cuyo color no lo pude clasificar, ya que presumo que en alguna época
fue originalmente: blanca, pero ya estaba bien “traqueadita” y su descolorido
tono me percibió como un amarillento mas bien opaco –es posible que estuviese
limpia, y eso lo presumo por la forma como la llevaba puesta.-
Su pantalón era de la
misma época que su desgastada franela, solo que en esta ocasión era oscuro su
tinte.
Vino con unas cotizas
igualmente roídas y viejas, en fin cuando este jovencito llegó al portón de mi
casa, para solicitarme trabajo; en verdad que no me inspiró desconfianza
absoluta.
Es mas, me agradó ese
jovencito.
Lo noté seriecito.
Callado y muy bien educado.
(Buena labor han
realizado sus padres y familiares, pensé en su momento.)
- …Señor discúlpeme. Yo
me llamo: Nelsito y vivo en la esquina…Mire allá en aquella casa…
¿La ve? La de color:
Amarillo con bordes verdes…
¿La ve ahora? – Yo me
asomé y pude verle una parte de la casa en donde él me afirmaba que vivía.
- Yo mismo ayudé a
pintarla…
- …Aja, ya la vi. ¿Y
allí vives tú? – Y él me miraba con su carita muy seria y me respondió con la
mayor solicitud…
- ¡Sí señor y allí
estamos a su orden! – Me satisfizo mucho su pomposidad, demostrándome que se
encontraba muy feliz y orgulloso del sitio en donde vivía.
- ¡Ah muchas gracias señor…?
– En verdad no había puesto la atención debida y no pude escucharle su nombre;
al oír mi pregunta dio un paso hacia adelante y me extendió su mano con toda la
seriedad que creyó conveniente.
- Me llamo: Nelsito.
Demás está decir que
ese gesto me terminó de quebrar cualquier oposición que podría tener ante
cualquier extraño que tocara la puerta de mi casa, uno desconfía de todos,
cosas de esta vida en donde cualquiera puede venir a hacerte algún daño o a uno
o a tu familia.
Me pareció demasiado
“viejo” para estar en un envase tan chamo.
Algo muy dentro de mí,
se enterneció, se resquebrajó y me acordé que cuando yo mismo tenía esa edad,
salía al igual que ese niñito para ofrecer mis servicios a los vecinos.
(Cuando lo hacía era
casi siempre a espaldas de mi viejo, ya que a él no le agradaba que lo hiciese
en su temor subyacente de que en cuanto le “agarrara” amor al dinero…Ya no
querría seguir estudiando. Cosas de mi viejo.)
Al verme reflejado en ese chaval que con su tierna edad me miraba y en su mirar me
suplicaba que le diera algo de trabajo para poderse hacer de algo de
dinero…Para sus necesidades –me imagino…
(¡Cuánto me hizo volver
a mí propio pasado!
A mí no me daba pena
que me vieran: recogiendo la mierda de los perros y gatos o limpiar un patio
junto a su frente o pintar todas las paredes que me pidieran, contar de que me
“pagaran” algo, mas que todo para poder invitar a alguna de las chicas
compañeras de mi colegio a: tomar algún refresco o de invitarles algún helado…
¡Cosas de la edad!
Y que al tener dinero
·Me hacía sentir “muy importante”· pues formaba parte de mi galantería…)
- ¿…Y qué sabes hacer
muchacho?
- Nelsito. Mi nombre
es: Nelsito. – Me volvió a extender sus frágiles manos.
Yo le apreté su mano y
él reflejó en su cara el orgullo de sentirse ya un “hombrecito” y que lo
trataran y respetaran como tal, yo le respondí…
- ¡Mucho gusto señor! –
Y aunque le vi su satisfacción, la reprimió para comenzarme a informar…Además
algo me hizo pensar que él se quedó esperando mi nombre, pero obvié ese
detalle.
- …Yo paso todos los
días por el frente de su casa…
Y me doy cuenta de que
su frente…está como “un poquito” sucio…No se me vaya a ofender…
Se lo digo con el mayor
respeto de mi parte.
Mire todas las hojas
que han caído de su árbol, y eso es peligroso: tome en cuenta de que todo bicho
raro se le puede meter debajo de eso. Alguna culebra…O cosa parecida.
Además “esa basura” le
afea mucho el frente de su casa.
(Y la gente que pase
por su frente, dirán:
“Aquí como que no vive
nadie”…Digo yo.)
Yo me ofrezco a
limpiarle todo su frente, pasillos y hasta el patio. ¡Claro si me contrata!
- ¿Y cuanto cobra el
señor…? – En esta ocasión no me respondió y seguía viendo todo el sucio que
estaba mi frente.
- …No se preocupe mucho
por eso.
Me interesa mas
trabajar…Después usted me da lo que usted tenga a bien pagarme. Yo apenas soy
un estudiante.
- …Pero amigo…Necesito
que me aclare primero:
¿Cuánto me va a cobrar
el señor…?
- …Poquito. En verdad
yo apenas soy un muchachito y en la casa me dan todo. Yo lo necesito es para
mis gastos…
Es que no me gusta
pedirle dinero a mi tía…
- Me parece bien, pero
necesito saber ¿Cuánto es?
Ya que y si ¿no me
alcanza? ¿…El amigo me va a financiar…?
- …No en verdad, no
cobro mucho.
Déme lo que usted crea
que me puedo ganar.
¿Total?
Yo soy apenas un
chamito.
¿Y qué gasto podré
tener?
Págueme lo que usted
crea conveniente…
¿Total?
Yo tengo mis tres papas
seguras, mi camita, mi ropita y todo lo que me haga falta.
Es para no quedarme
“vagueando por allí” ¿…Me entiende?
Págueme a su criterio.
– A pesar de su seriedad, me quise jugar con él, no tanto por él…Mas bien por
mofarme de mi infancia…
Es que me recordaba a
aquel carajito hace ya unos cuantos años…Que al igual que él, salía a trabajar
para redondear “mi arepa”.
- ¡Aja! ¿Y si te doy:
tres lochas?
- ¡Me sirven!
- ¿Seguro? No me
gustaría que me llegara ni tu mama o tu papa a venirme a reclamar que te estoy
explotando. – El mozuelo me miraba muy fijamente y lo que yo había tomado entre
broma, para él era absolutamente en serio.
- Mi madre está muerta.
– Me dijo en medio de su suntuosidad.
- …Y a mi padre, nunca
lo he conocido.
Así que por allí no hay
problema.
Vivo en casa de mi tía
y es ella en unión de sus hermanas (mis tías también) las que se encargan de
todos mis gastos.
¡Ah y los gastos de mis
estudios me los paga un tío!
…Pero ninguno de ellos
se meten en mis negocios.
Créame, vengo a
trabajar y seguramente usted me va a pagar muy bien.
Yo he visto que es un
señor muy decente.
Presiento que usted es
una persona muy seria y responsable y que seguramente no me hará daño alguno,
puesto que lo que vengo es a trabajar. – Me dejó impactado.
No supe que responderle
y en el acto le abrí el portón y lo invité a entrar.
Pasó y se detuvo una
vez que seleccionó el sitio en donde se pararía a esperar mis instrucciones.
Yo cerré el candado y
en mi mente se agolpaban miles y miles de pensamientos envueltos en muchos
sentimientos de pesar.
¿Cómo un niñito me
viene a pedir trabajo, cuando ese tipo de labor la debería desempeñar un
hombre?
Miré los carros que
pasaban por mi frente.
Por instantes me
desconecté de mi “trabajador”
…Es muy
triste…Demasiado. No tiene a su madre viva y no conoce a su padre. ¡Dios!
¿Por qué habemos
hombres así?
¿Dios por qué los
creastes así?
¿Por qué ese carricito
tiene que salir a la calle para ganarse unos cuantos centavos?
¿…Y por qué le quitaste
a su madre…? No lo entiendo.
En ocasiones como esta,
no me agrada ser del mismo género que su padre, me avergüenza tanto “bichito”
que andan por doquier enamorando a tantas damiselas…
Y dejando su “bojotito”
a la total inclemencia de esta vida tan desigual y caótica.
¡Qué lastima que sean:
“hombres” bueno de apariencia nada mas! Pero que producen mucho daño.
Y en verdad me quedé
absorto, haciendo que miraba los carros pasar, cuando ya ninguno pasaba.
De repente me tocó una
mano y me dijo…
- ¿Por dónde empiezo?
Me parece que puedo hacerlo desde aquí mismo. Pero no tengo utensilios de
trabajo.
¿Me puede prestar su
escoba? …Y también necesitaré un
rastrillo…Y una bolsa para botar todo estos desperdicios. – Ya lo notaba muy
hacendoso y diligente, pero yo tenía un nudo en la garganta y mis ojos casi dispuestos a ponerse acuosos.
- OK. OK. ¿No quieres
ver toda tu área de trabajo?
- ¡Muy interesante!
¿Verdad? – Me hizo señas con sus manos como pidiéndome el permiso requerido
para comenzar con su faena. Y sin dilatarme mucho le indiqué que comenzara por
donde quisiese.
El hombrecito, arrancó
para poder ver todo el entorno.
Corrí y le conseguí los
implementos que me estaba requiriendo.
Acto seguido ya lo vi a
escasos minutos, barriendo y recogiendo toda la basura.
Fue muy diligente y
para nada molestó.
Estaba muy concentrado
en su labor.
Desde adentro de mi
casa, lo podía ver.
No estaba jugando.
Todo el tiempo
laborando, concentrado en lo suyo.
Y mi mente comenzó a
volar y a volar.
¿Cómo puede un
jovencito como este vivir con ese doble estigma?
Sin madre, ni padre.
Y cuando me enteré que
su madre murió cuando apenas era un infante de escasos años y que en verdad, su
padre es uno de los tantos y tantos (Demasiado para mi gusto.)
Elementos que porque
tienen todo su aparataje completo se creen lo suficientemente “machos” para
estar preñando y dejando muchachos por todas partes.
¡Malayos!
¡Desgraciados!
Debería existir una Ley
que los fusile o los inhabilite por el resto de sus días, y así no puedan traer
mas gente a padecer todas las vicisitudes. ¡Inconcientes!
Dentro de la lastima
que llegue a sentir por el, me llenaba de cólera al ver mi impotencia.
Ciertamente que ese
jovencito no me llegó a pedir nada de limosna ni de dinero, al contrario me
pidió trabajo para poder hacerse de unos cuantos centavos, pero que para él le
reportaba una ganancia de la cual ya se sentía feliz.
Sudaba como un obrero.
Pero jamás me pidió ayuda, ni se sintió mal, al contrario le noté en su rostro
su alegría ya que todo lo que iba a ganar era para llevárselo a su tía.
(Hermana de su madre y
quien se encargó de él…desde ese entonces)
- Para ayudar a mí tía
con los gastos de la casa.
Ya sabe, ya soy un
hombre y no me gusta ser una carga de nadie. – Y todo esto me lo dijo con toda
la seriedad que le pude notar.
“Demasiado viejo para
ser apenas un infante” me dije con mucho sentimiento.
La vida como que no es
pareja para todos.
“Porque unos nacen para
ser estrellas… ¡Y otros para ser estrellados!”
Por lo menos en mí
caso, cuando yo salía a “buscarme” la vida por allí…Jamás le llegué ni a mi
padre, como tampoco a mi madre a darle nada de lo que me ganaba…
Me lo gastaba en el colegio…Con
mis noviecitas de esa época.
(Me dije a mí mismo: No
puedo hacerle a este carajito…
Lo que a mí me
hicieron….
Debo pagarle mas de lo
que me llegue a cobrar. Y así lo hice.)
Lo vi partir. Iba muy
sudado. Sucio. Pero muy contento.
Contó una y otra vez el
dinero. Lo metió en su bolsillo.
Antes de partir, me dio
su mano con toda la seriedad que él creía que se ameritaba y se despidió
diciéndome…
- Ya sabe. Cuando
requiera de mis servicios…Solo necesita pegarme un grito y yo vendré con el
mayor gusto.
…Dígame: ¿Quedó
satisfecho con mi trabajo? – A lo que le respondí con igual seriedad…
- ¡Todo bien! Y dígame
señor Nelsito: ¿Está satisfecho con el pago?
- ¡Oh si! Y estoy a su
orden, cuando requiera que le venga a trabajar ¡vendré raudo como el viento!
¡Que tenga un buen día
señor! ¡Hasta la próxima! – Y silbando se fue. Mi vista lo acompañó por un buen
rato, específicamente hasta que llegó a la esquina de su casa.
¿Con que orgullo y
satisfacción le entregará toda su paga a su tía?
“¡Tenga tía…Aquí tiene
dinero para ayudar en algo.
Es producto de mí
trabajo!”
- Sin duda alguna para
mí, siendo apenas un infante es ¡mas Hombre que cualquiera!
Y sin ser nada mío, me
sentí reflejado en él.
Y lo que mas paz me
trajo es que no lo vi en ningún momento ni triste ni melancólico por su
situación…
¡Dios te bendiga y siga
guiando tus pasos: Nelsito!
Maracaibo; viernes 14
de marzo de 2014.
Belbaltodano.-
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