Título: Apunta Junípero... Apunta
© del texto: Belbaltodano (Bernardo Enrique López Baltodano)
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Primera edición en e-book: Abril de 2013
ISBN ePub: 978-84-940914-0-7
ISBN PDF: 978-84-940914-1-4
Una disparatada novela, que, aunque empieza de forma ingeniosa y jocosa, va tomando un rumbo satírico hacía una crudeza que no te dejará indiferente en su final.
Esta es mi novela, la cual estoy presentando a la consideración de todos.
Apunta Junípero…apunta
I
Andando por la campiña y sin más preocupación que ser
testigo de cuánta belleza en forma natural se replegaba por doquier. ¿Puede
haber mayor placer? ¿Mejor gozo?
El joven Miguel, se extasiaba por la exuberante geografía
local. La madre naturaleza en todo su esplendor…y lo mejor…cerca de su mano.
Su preocupación básica era, saber por fin, en cuánto le
venderían esa rica campiña. Realmente,
su intención inicial es adquirir una propiedad campestre. Y por eso, estaba
disfrutando de todo ese follaje hermoso que se presentaba ante sí.
Hasta ahora, todo cuanto había visto, le encantaba. Y en
vista de esto…ahora se afanaría aún más.
Excelente clima. La propiedad, se veía bien cuidada. Bien
cercadita. Con buena cantidad de árboles frutales. Los vecinos estaban más o
menos retirados. Realmente era como un conglomerado de pequeñas granjas. Las
estancias, se veían prósperas y fértiles.
Se dice, que los ojos,
son el espejo del alma. ¿Y cómo negarse ante tanta belleza?
Algo habrá de verdad.
Encanta ver en los ojos de estos vecinos…esa sensación de
practicidad…de paz…de tranquilidad…gente floreciente…sin duda alguna,
laboriosos como son todos los hombres de campo. Los frutos que cosechaban se
reflejaban en sus gentes…
Unas sembraban naranjas,
en pequeñas y grandes extensiones. De diferentes tipos y sabores…que
invitan al paladar más sediento y exigente.
Siendo esos valles tan ricos, por supuesto que se notaban
otros frutos tales…como: Mandarinas, Guayabas y un largo y extenso etcétera.
Grandes praderías…bellas.
Otros tenían otros frutos. Había inclusive árboles de
manzana. Siembras de Tomates, rojos y exquisitos.
Toda la campiña, se veía muy colorida y eso era un
indicio más que suficiente, que esa tierra era muy fértil. ¡Pradal bendita por Dios!
Cerca surcaban arroyos, no tan caudalosos…pero
torrentes al fin. Aguas cristalinas y
muy frías, se asemejan a aguas de un rico y fértil manantial.
A pocos kilómetros, notó que funcionaban grandes y
lujosos Centros Comerciales. Descubrió
que no era uno… ¡Descubrió otra! dos…uno
grande, moderno y muy completo.
- ¡…Esto es divino…! A pocos kilómetros…hasta me puedo
venir en bicicleta…
- ¡Me encanta la bonanza de toda esa gente! – Opinó José
que junto con Jaime, acompañaron al
amigo…para darle su opinión al respecto.
- ¡Se nota a leguas que aquí hay prosperidad! ¡Mucha dicha y bienestar! – Apostilló
convencido Jaime.
Y es que Miguel creyó conveniente, traerse a sus dos
amigos, con la finalidad de que le dieran su opinión al respecto. Y por la cara
de fascinación que llevaban, estaba completamente seguro de que si les
agradaba, se extasiaban contemplando y descubriendo más y más alrededor.
Y por supuesto…hasta ya se estaba haciendo planes.
Estuvieron cerca de los riachuelos que pasaban a pocos
centenares de metros.
- ¡Hasta me provoca bañarme en esas frías aguas! –
Exclamó alegremente Jaime.
- ¿Y por qué no nos dijiste que habían ríos? – Replicó
José, muy extrañado.
- ¡…De haberlo sabido…hasta me hubiera traído mi traje de
baño, también! – Les contestó Miguel a sus amigos, mientras se deleitaban
viendo las aguas correr.
- Sin ningún tipo de duda y sin que me quede nada por
dentro… ¡Este sitio causa un efecto paralizante en mi cuerpo! ¡…Cómo me
gustaría…quedarme aquí para siempre! ¡…Me siento…profundamente relajado y con
ganas de dormir y dormir…qué rico! – Fue miguel quién así les habló a sus
amigos.
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