...Una tarde como hoy; regresé a tu casa.
Iba destrozado y con mis manos llenas de sudor.
Arrastraba millones de traumas y de sinsabores, condensados en mí existencia.
No pude hacerte ni un sólo regalito...Puesto que nada tenía, tan sólo retorné a tí con mis manos sudorosas.
No quise o no pude, contarte de mis desgracias.
Y en verdad hoy lo clamo... ¡La vida me tenía despedazado...corría buscando una vía de escape! Muchas puertas se cerraban con estupor solamente al verme llegar...fue muy triste esa experiencia...pero así transcurrió...y yo mismo fui testigo.
Mi corazón estaba aprisionado, al igual que mi visión,
pero al verte tan feliz en tú casa, un rayo de luz me inundó y en ella...descansé y te vi rozagante de paz y plena de amor... Mis tristezas se transformaron en una infinita alegría... Mi alma, mi sustancia se regeneró...volví a sentirme un ser...así de sencillo.
¡Estoy vivo! ¡Vengan a mí las esperanzas ya perdidas!
¡Tengo toda mi certeza de volver a levantarme, me dije con suma efusión!
...Y si valientemente me albergaste en ti, es porque algo viste en mí. ¡Gracias por confiar en mí!
¡...Tú me recibiste nuevamente...Qué hermosa acción hiciste al abrirme tus puertas ante mí...caído en desgracia...opacado...triste dentro de mis ambigüedades...
¡Eres feliz, radiante en tu serena belleza!
Hoy te lo confieso; me cohibió y me reprimí a mí mismo (Hoy te lo revelo...después de tanto y tanto tiempo...)
y hasta pensé: ¿Qué importancia tienen mis pesares...?
Si al verte así de radiante... ¿Qué importo yo...?
Me plasmé en tí, mis lágrimas sudorosas se transformaron en dicha...Porque te estaba contemplando.
Porque me recibiste en tu casa...mi propia caparazón.
No era nada ni nadie...y por esa razón...callé.
Pero tu grandeza consistió en que me recibiste tal como se recibe a un ave herida...con amor, con ternura...
...Dame hoy nuevamente esa oportunidad dorada para expresarte por medio de estas palabras escritas mi más grande emoción, que al recordar mis antiguas llagas, gracias a tí...están pletóricas de amor, de paz por tí.
¡Gracias amada mujer...hoy compartes conmigo secretamente la dicha de vivir!
Con profundidad eterna...te estaré siempre agradecido.
Recíbeme todos los días de los días...por la eternidad.
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