- Muchachos, mejor comenzamos a llevarnos
nuestras cositas… ¡Rápido, cuando doy una orden: Debe ser obedecida en el acto!
¡Ya, ya está bueno! ¡Aprisa…Vámonos ya!
- Sí jefe. – Nerviosos corrían y se apuraban
unos a otros.
- Corran y llévense todo lo que puedan.
¡Fuera! ¡Fuera! ¿No me oyen? ¡Corran!
Pronto, tenían todo preparado.
- ¡Váyanse con lo que tengan y vénganse
rápidamente por el resto! ¡Aprisa! ¡Ya fuera!
Los vio partir. Y fue cuando se acordó que El
Avión y El Gordo, seguían fajados.
Y los fue a buscar.
- Ya está bueno mis hijos…Vámonos.
- Jefe, un ratico más – Le suplicó El Avión.
- Sí, jefe un ratico más… - Le suplicó El Gordo.
- ¡No! Ya no tenemos tiempo. ¡Vamos ya!
¡Fuera!
- …Un ratico más…Por favor… - Suplicaba El Gordo.
- …Sí, jefe…Un poquito más…Por favor… -
Insistía El Avión
- ¡No! ¡Vámonos ya! – El jefe era de malas
pulgas y cuando decía: ¡Ya! Era que tenían que obedecerle en el acto. Y en
vista de que no le obedecieron, sacó a relucir su brillante navaja y los
amenazó a cada uno de ellos.
En el acto, se le bajó todo, la libido de
cada uno…cayó. Además, bajaron sus cabezas en señal de sumisión.
Los dos hombres, se vieron precisados a
abandonar sus cometidos.
Al salir de la habitación, les indicó un
cúmulo de mercancía, que tenían que llevarse.
- ¡Apúrense, ya nos está quedando poco
tiempo! ¡Váyanse! ¡Largo! - Se fueron
corriendo, uno tras otro como si fueran hormiguitas, con su carga en los
hombros.
Los vio cuando comenzaron a escalar cercas y
con su botín que no lo soltaban bajo ninguna circunstancia. En momentos llegó a
pensar, que se caerían por efecto de lo pesado y voluminoso de su carga, pero
esto nunca llegó a ocurrir.
Chequeó nuevamente su reloj.
Habían transcurridos, unos diez minutos.
En ese momento, sí que comenzó a ponerse
nervioso.
A partir de ese momento, cada segundo se
transformaba tranquilamente en una larga y tediosa hora.
Revisó nuevamente…4; 26 a.m. ¿4; 26 a.m.?
¡Demasiado tarde!
Se entretuvo demasiado.
Se confío demasiado.
(¡Esto me pasa a mí, por ser tan pendejo con estos! Pero ante otro gesto
de desobediencia…Los rajo aquí mismo…Y los dejo que se mueran como unos perros
aquí mismo. ¡Conmigo no se juega!
Ya lo verán…)
Fue muy indulgente, con sus hombres.
¡Ellos disfrutaron por demasiado tiempo!
- ¡Tienen que apurarse…Ya casi está llegando
a otro minuto más! ¡A fuera todos: Ya!
Comenzó a caminar en círculos.
Monitoreaba todo. La suave brisa, ya estaba
siendo más fría. Abrió una de las bolsas, y descubrió un suéter grueso y
hermoso.
¡Nuevecito! Y sin pensárselo más…Se lo puso.
- ¡Ya están llegando…! ¿Quiénes faltan?
- Jefe, El Avión y El Gordo…
- ¿Qué les pasó?
- Bueno jefe, usted sabe como camina El Avión…
- ¿Y en dónde están?
- Cuando nosotros nos veníamos, los vimos
saliendo. Yo jefe, les dije: ¡Apúrense!
- Ajá Temblao y qué te respondieron…
- ¡Qué ya se volvían!
- Hermano jefe, yo les dije, que mejor nos
apresuráramos. Ya se nos está agotando el tiempo…Y es muy peligroso.
- ¡Eso Cachiporras! ¿Y qué hicieron?
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