- Er Kike
- ¡A la orden!
- Vigila hacia el este.
- Ok.
- Atorao.
- Aquí.
- Vigila hacia el oeste.
- Está bien.
- ¿Y a mí?
- Tú Avión…Vigila al perro.
- Ok
- Tú Cachiporras
- ¡A la orden mi hermano jefe!
- Cuida mi espalda.
- Si Hermano Jefe.
- Y mientras ustedes vigilan. Guarden silencio.
Debo pensar muy bien, cuales son los pasos que debemos seguir. ¡Mosca todos!
Sigilosamente, se fue desplazando. Siempre
haciéndole señas a sus compinches, que no lo perdieran de vista.
Al llegar, a la puerta del fondo. Se deslizó
muy suavemente por el piso. No perdiendo de óptica al vecino, Lucho el
borrachito.
La casa en cuestión, era una mansión. De tres niveles. En el garaje, habían estacionados unos cinco carros, todos último modelos. Derrochaban glamor y riquezas por doquier.
La casa en cuestión, era una mansión. De tres niveles. En el garaje, habían estacionados unos cinco carros, todos último modelos. Derrochaban glamor y riquezas por doquier.
Sus secuaces, admiraban todo. En verdad,
ninguno estuvo pendiente de la asignación. Estaban más pendientes de la
ubicación del mandamás y de todo cuanto veían.
Era increíble. Creyendo que ingresar, iba a
ser muy complicado. Venían más que preparados
Pero al percatarse de que prácticamente las
medidas de seguridad, eran inexistentes.
(¡Esto va a ser mucho más fácil, de lo que
sospechaba! Tienen una puerta de hierro. Sólida, se ve a ciencia cierta…Qué les
debió costar una verdadera fortuna.
Sin duda alguna esta gente debe tener muchos
reales…
…Pero, en vez de tener un candado anti
cizalla, por lo menos lo que tiene es un candadito de esos que les colocan a
las maletas balurdas.
¡Esto es una papayita!”)
Comenzó a bailar en un solo pie. Danzaba y
danzaba.
Ninguno de su séquito se atrevió a expresar, lo que pensaban.
Pero en verdad, alguno de ellos, hasta llegó a
pensar: ¿Bailando…Aquí…Y por qué?
Y si se sonrieron, lo hicieron con el mayor
respeto.
Pero todos, siempre pendiente de
él…Aguardaron sus instrucciones.
De repente les ordenó a todos, que se
presentaran en el acto.
En menos de un microsegundo, todos sin
excepción, estaban cuadrados delante de él y en espera de sus instrucciones.
- Avión.
- Mande.
- Tú vas a vigilar en el frente.
- Ya mismo.
- ¡Arriba!
- ¿Arriba…De dónde?
- Móntate a la cerca. ¡Mosca!
Esperó hasta que El Avión, se encaramara a la
cerca. Una vez, que éste le indicó que ya estaba posicionado, le hizo la seña
de conformidad.
Se volvió y le indicó al Gordo.
- Mira gordito…Tienes que estar pendiente de
ésa puerta. Allí vive: Lucho el borrachito. Y si sale…Ya sabrás que hacer.
- Ok.
- Pero sin disparos. ¿Ok?
- Está bien jefe.
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