Este manuscrito es otro de mis
creaciones literarias.



"Z más B"


- Por sanidad interior y exterior…Es conveniente amigo que relates enfrente de tu grupo.
Los allí presentes, después de ese aluvión de humareda, quedaron estupefactos. Sin duda, por las caras de tragedias de los jefes y por el abatimiento de Juan.
Seguramente…que era algo grave…gravísimo y delicado. Poco a poco, se fueron acomodando y poniéndose en posición de escucha. Hay que oír con mucha atención.  El aburrimiento se notaba a leguas. Era sumamente serio este momento.
- ¿…Qué fue lo que ha pasado Juan?
- ¡Cuéntanos Juan…Cuéntanos! – Insistió  Alfonso Corona
- ¡Ya  estoy angustiada Juan! – Le insistía  María Casas.
Todos callaron. Expectante esperaban.
La formalidad y  lo circunspecto denotaba a leguas…La trascendencia era obligada.
Juan observó detenidamente al grupo, uno a uno. Desde la izquierda hasta la derecha.
A la izquierda sentado estaba Alfonso Corona, a su lado, María Casas, Zuneida Canales después Ber Valarino, al centro, doña Ana, a su lado, don Andrés, a su derecha Chepito Paz, Reynaldo Rodríguez y Juan Montes.
Todos expectantes y presurosos para escuchar nuevamente ese relato intrigante.
- ¡Ok! Empezaré de nuevo la noche de este lunes pasado, o sea hace dos días en la Iglesia de Nuestra Consolación, el Padre Jaime…Ya todos lo conocemos.
¿Ok? El Padre me invitó a efectuar un exorcismo…Sin autorización oficial del obispo.
- A nosotros nunca nos dijiste algo de importancia Juan.
- Ciertamente…Perdónenme…No lo considere necesario.
Bajó la cabeza. Aguardó unos  segundos y continuó.
- Ya todos sabemos que la Iglesia Católica no lo autoriza “oficialmente”…
- ¡Ok! ¡Ok! Ya eso lo sabemos…Omite esos pasos – Concluía  doña Ana.
- Bueno…Está bien. Yo hice mi ayuno tal como está indicado. Ayuné el sábado,  el domingo y hasta el lunes. Cumplí cabalmente todos los pasos exigidos.
Don Andrés le apresuró con su lenguaje mudo, pero con mímica de sus manos, indicándole que adelantara su versión.
- Ok…Ok. Yo fui invitado para estar en el ala del sacerdote. Es decir, ayudarlo directamente. La persona a exorcizar era una ancianita…Delgadita…Raquítica…Flácida…
- ¡Juanito…Salta…Salta…!
- Ok, Ok, pero lo que quiero que ustedes tomen en cuenta es él físico de la señora. Los familiares aseguraban que un demonio se apoderaba de la matrona. Arrancó el acto. Todo empezó bien. Todos estábamos rezando. Concentrados.
- ¿Todos? ¿No estuviste pendiente del acto en sí?
- …Ya Andrés…Ya va… ¡Calma! ¡Calma!
- …Es que nos hablaste de otra persona…
- …Ya vamos allá. Cuando empezamos, uno del grupo, nos informa que faltaba una señora vecina, muy devota. Pero que aún no había liberado.
El Padre Jaime nos indicó que arrancáramos y que si liberaba…Y si no estábamos adelantados…Que en ese caso la podíamos dejar entrar.
Y así fue como pasó. Al cabo de unos diez minutos, ya estábamos en las alabanzas. Todo hermoso. Todos estaban motivados y se sentía el fervor. Todos cantábamos y alabábamos al Señor.
Incluso el Padre Jaime. La ancianita se llama Mery Ferrer.  ¡Hasta ella estaba cantando y alabando con frenesí!
Les digo, que todos estábamos en esa onda. ¡Todo bello! De repente, uno del grupo nos indicó que alguien estaba llamando a la puerta. El Padre Jaime hizo señas a una de las del grupo de oración y ella se levantó. Fue a abrir la puerta, y como se conocían y sabían que la estábamos esperando, la dejó entrar.
El religioso  se apartó del grupo y hablaron entre ellos unos minutos.
En ese entonces, yo les indicaba al grupo que siguiéramos cantando y cantando y elevando Glorias y Aleluyas al Señor.
El Padre me hizo señas y fui.
Ya las dos mujeres, habían ingresado a nuestra área de oración.
- ¡Ya le habían dado el acceso!
El Padre Jaime me indicó lo siguiente:
- Juan…Tenemos que estar ojo avizor…el enemigo nos puede atacar.
- Padre…Cuando esa mujer ingresó…Me corrió un corrientazo por toda la columna.
- ¡Ah qué bueno! ¿Por qué no me dijiste nada?    

- No me dieron tiempo…Ya está adentro.

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