"!Apunta Junípero...Apunta!"
- ¡Yo me baño todos los días!
- ¡Y yo no como ni cochino!
- ¿Por qué nos insulta así?
- ¿Acusarnos de cochinos y de sucios…qué
es eso?
- ¿Por qué no permito que me
hagan nada sin mi consentimiento y sin mi autorización? ¡Jamás van a hacer lo
que ustedes quieran con mi cadáver…! ¡…Y
mucho menos…sin que yo lo autorice! – Los tres miraban insistentemente hacia
todos lados, temerosos de que llegaran vecinos, familiares o cualquiera y fuese
a creer que ellos eran unos forajidos.
- …Señora…yo me llamo: Miguel Sánchez…y estoy
interesado en comprar esta propiedad… ¿Sí me entiende?
- ¡…Y nosotros solamente somos
sus amigos!
- ¡Si…y lo estamos acompañando!
- ¿…Y no vienen por mí?
- ¡No!
-
¿…No vinieron a aprovecharse de mí…inocencia…de mi ingenuidad? ¿O de mi
candidez o de mi castidad…? ¿Seguro?
- ¡Seguro!
- ¿…Mi Pureza…mi Doncellez…No
están interesados? ¿…No…? ¡No! ¡NO!
¿…Y entonces…a qué vinieron…? – El cambio fue más que patético, del
pánico infundado al más irracional gesto de cólera e indignación. Ya los miraba
tal como posiblemente una gallina mira a una sabandija. Su asco y repulsión
rayaban con su indignación.
- A ver…si puedo comprarles esta
propiedad… - Miguel trataba por sobre todos los medios, de crear confianza y
demostrarle que no vienen con malas
intenciones.
- ¿…Y los tres van a vivir
aquí…solitos? ¡Qué alivio…! …Digo…no
tienen mujeres… ¿Tienen mujeres?
…Ustedes…tres…se entretienen
entre ustedes… ¿Verdad? ¿Son Lesbianos? ¡Con razón! ¡…CON RAZON! ¡…Resultaron
parchitas…! ¡Otra cosecha perdida! – Ahora les gritaba con pedantería.
- ¡Señora!
- ¡Por favor!
- ¿…Y yo que pensaba…? ¡Pendeja!
¡Por estar creyendo…en apariencias!
- ¿Y qué pensaba?
- La verdad es que en este mundo
se ven cada cosa… ¿Y yo pensando…?
El enojo no era fingido…realmente
estaba indignada.
En ese momento se oyó…la voz de
un hombre llamándola. Todos callaron. La mujer cambió de color y de temperamento
y alisándose prolijamente su vestido, les dijo:
- ¡Es mi señor! ¡Ya saben…ni una
palabra de nada de lo que hemos hablado!
¡Ni una palabra!
¡Mi Señor…es sumamente celoso y
no cree en la palabra de nadie!
¡Mucho cuidado! ¡La vida de
ustedes va de por medio! – Se retiró rápidamente…de repente se detuvo y
volviéndose, los increpó así:
- ¡No le gustan las parchitas!
¡Tampoco los lesbianos! – Y sin proferir más palabras…corrió
vertiginosamente al llamado.
Los tres se quedaron viendo a la
mujer, en cuanto partió obedeciendo el llamado de su Señor.
- No se…ustedes…pero me da la
impresión de que estamos como amenazados…
- …Coincido contigo Jaime…
- ¿Y entonces…que podemos hacer?
- ¡Hemos venido a negociar esta
propiedad!
- ¡Claro y eso es lo qué vas a hacer
Miguel!
La mujer, antes de entrar…se
detuvo y volteó a mirar hacia los tres...y antes de desaparecer…los regañó con
gestos.
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