“Monterías”
Pasé por
una de estas calles de aspectos lóbregos e insípidos, me invitaron y sin
esperar dos veces, accedí casi en forma instantánea.
En el
fragor de las palabras y en el furor de mi efervescencia, me vi envuelto en una
situación novedosa e inimaginable. Para mí. (Venía tan envuelto en mis propias
elucubraciones, muy propias de un ser tan existencialista como hasta ahora
mismo, lo he sido; Que por instantes me perdí en mi propio entorno.
¡Cosa
rara para mí!)
- ¿Y en
dónde estamos? – Pregunté ya que como había contado, estaba muy emocionado y no
me di cuenta de nada.
-
Estamos en mi camioneta – Me respondió algo molesto.
- ¿Ah
sí? ¿Acaso soy tan imberbe? ¿No puedo saber hacia dónde vamos?
- ¡Ah!
Ok, vamos rodando hacia una hacienda muy bonita y exuberante.
- ¿Y
eso? - Pregunté lacónicamente.
- ¿Te
extraña? Ya dije que era una extensión de tierra, muy bella y exótica. ¿Qué
estabas, como de costumbre, en la luna?
- Sin
ofender. Sin faltarme el respeto. Por favor.
- Ok.,
vamos hacia allá. A perseguir bichitos…
-
¿Cinegética? Y vamos a incursionar. ¿Qué, me pregunto yo?
- ¡Lo
que se atraviese! – Al parecer está muy molesto.
- Vamos
a buscar venados. -Intervino Saulo – Esos son unos animalitos de cuatro patas…
¿Los conoces? ¿Por lo visto, nunca has participado en una? ¿Verdad?
- No.
Nunca. –
La noche avanzaba con increíble velocidad. La
camioneta, iba a mediana velocidad.
En ella
estaban además de: Nuestro conductor, Saulo y estábamos con Solís.
La
conversación era muy fluida.
¿Los
temas? Variados. Todos son buenos conversadores. Como el tema que los unía era
la montería, asomó el siguiente relato:
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