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@Belbaltodano  +Bernardo Enrique López Baltodano








-      ¡Es que siento una enorme soberbia! ¡Me arde la sangre al ver la forma como estos políticos de ¡”#$%&/”#$&%$#”!
Nos tratan como si nosotros fuéramos unos mongólicos, atrasados mentales, bobalicones ¡estúpidos ignorantes! (Aunque pensándomelo bien, ¡los estúpidos ignorantes, somos nosotros por estar creyendo siempre en la “buena voluntad” de esos sátrapas!) – Simón se sumió dentro de su férrea inclinación de rechazo hacia esos tipos que dicen representar “La Voluntad del Pueblo”
Se le notaba a la distancia su profunda cólera hacia todos ellos. Todo su cuerpo se encontraba inmerso en esto.
Sus manos cubrieron su rostro, el cual se mostraba rojo de la indignación que el solo pensar en ellos, le producía.
Juan   -que estaba en ese grupo-   se sonrió y desde su puesto agregó…
-      ¡Eso pasa por estar creyendo siempre en: “pajaritos preñados”
Yo, por mí parte…Debo agregar ¡es preciso que lo haga! Pero no creo en el ser humano. ¡Hay demasiado de porquería y de bagazo en la especie humana! – Y cuando terminó de pronunciar sus macabras premoniciones, sintió un escalofrío que le heló su sangre   -y de este extraño sortilegio-    se enteraron todos los presentes, que unos curiosos y otros con una sádica sonrisa, así lo presenciaron.
Y para rematar   -y como cosa curiosa-   habiendo sido hasta ese instante un día pletórico de sol…
¡De repente se desató una tormenta eléctrica!
Qué electrocutó a todos los presentes quienes se dedicaron a observar este singular proceso natural.
Rayos y centellas se desataron por los cielos divinos.
Una extraña sinfonía de concatenados sonidos, unos huecos y otros de profundos raigambres se hicieron presentes.
Todos callaron hasta sus pensamientos y se dedicaron a contemplar, y en cuestión de micros instantes, se desató un muy fuerte y torrencial aguacero.
Pronto las calles se inundaron de desesperadas y caudalosas corrientes de agua llena de lodo, que con imperiosidad arrastraban todo a su paso.
-      Cuando El Buen Dios habla…Todos se callan… - Pronunció Venancio desde una posición distante a este grupo, pero que seguía con interés todo cuantos estos chavalos hablaban.
-      No creo en Dios. – Fue la lacónica sorpresa que saliendo de los labios de Simón. El resto escuchó muy bien, pero ninguno de los presentes hizo algo para contradecirlo o reprimirle en algo, tan solo se limitaron a ignorar sus palabras.
Tan solo se dejó escuchar un profundo: “¡Ohhhh!” y luego un pegajoso y estupefacto silencio…Pero pronto se escuchó:
-      La necedad es privativa del que se hace llamar: “Ser Humano” y es    -según la historia-   El Mayor Depredador de La Creación de este mundo… - Se dejó escuchar a lo lejos esta reflexión, que provenía del viejo Venancio.
Los demás se animaron a seguir escuchando este nuevo enfrentamiento. El debido suspenso se instaló.
Simón lo miró profundamente, sin emitir palabra alguna, tan solo lo miraba y quizás dentro de él se debatía a muerte ante la osadía de ese anciano insolente e inoportuno que se atrevía a llevarle la contraria: “¿Y quién es ese imbécil y periclitado despojo humano? Qué no sabe con quién se está enfrentando” Pensó en medio de su rumiante y asqueante estado de amargura.
-      ¿Y quién eres  zopenco e ignorante…?
Acaso porque ya has llegado a tu centenario de inútiles hazañas en tu parcelita de existencia…Te ha dado ese “Poder” para contradecir mis palabras…
¿Qué te has creído para venir a “ajusticiarme” a mí…? – El silencio se agudizó en grado sumo. Unos se reían entre ellos mismos como hacen las hienas…Esperando su momento, mientras otros avergonzados intentaban apartarse ante ese espectáculo tan deprimente.
Y María que escuchaba todo, avanzó hacia el atacante y enfrentándolo de frente le dijo en forma muy agresiva y determinada lo siguiente…
-      No te permito que vengas a ofender a don Venancio.
Que nada malo te está haciendo.
Además no tienes por que venir a pagar con el pobre viejo, ¡todas tus insatisfacciones y vilezas!
Y mira que tú eres bien malo.
Eres funesto. ¿Por qué lo agredes?
¿Qué mal te está haciendo, ah? – El acusado alzó su cabeza y levantándose la incriminó así…
-      ¿Y quién es él…Un pobre despojo que se ha atrevido a poner en tela de juicio mis palabras? ¡Él es “un don nadie”! – Juan quién hasta ese momento había preferido callar, intervino como un resorte y pronunció…
-      Ofensas: ¡No! No acepto que en mi presencia vengas a ofender a un señor, que lo único que hizo fue hablar sobre otro tipo de tópico, que en nada tiene porqué venir a ofenderte. – Guardó silencio y se apartó un poco, en verdad, se encontraba muy indignado.
-      Esa es una característica de la tozudez de nuestra especie…
No se cansa de sus impertinencias y excentricidades.
¿Es que acaso “cuesta mucho” entender que sólo Dios: ¡Salva!?
Pero así ha sido siempre.
Miren: Hace poco vino el huracán Irma…Por cierto aún se siguen sintiendo sus coletazos. Unos días antes el loco de Corea del Norte, lanzando sus cohetes para intimidar a toda la raza humana. ¿Y hoy, saben lo que sucedió…? – Los miraba a todos, pero ninguno parecía prestarle la atención debida.
Suspiró por un instante, y sin resignarse, continuó…
Anoche en Chiapas – México, se escenificó el peor terremoto que se ha producido con una escala de: 8, 2.
Y como colofón…En nuestras narices se ha producido un extraño sortilegio que la naturaleza nos ha prodigado: ¡Esta inverosímil y enigmática lluvia, con rayos y centellas…Para variar!  …Y sin embargo, a pesar de todas estas demostraciones: El género que se hace llamar: “Humano” sigue sin entender, o peor aún, ¡sin aceptar que hay Un Gran Poder Divino! 
Qué nada tiene que ver con nosotros, y que no se amarra a los designios terrestre.
…Hay unos cuantos que hacen como el avestruz…Qué meten su estúpida cabeza en un hoyo…Para no enterarse de nada…
Pero así somos. Una raza terca y perversa. – Y de repente se escuchó que Simón tirando todo cuanto conseguía a su paso, se marchó con toda la estridencia y el desenfado que podía, mientras murmuraba entre dientes   -pero alto y claro-    para que todos los allí presentes le escucharan…
-      Viejos imberbes, ¡deberían matarlos a todos! Odio la estupidez y el ridículo con que “algunos” se visten… - Y apuró su paso, ya que no quería ser interrumpido y mucho menos le censuraran sus predicciones.
Y como si estuviesen concatenados…Uno a uno se fueron yendo. En silencio y cabizbajos.
Ninguno se quedó para contemplar nada.
Huían, como huye el agua ante la presencia del fuego abrasador.
Prefirieron escurrirse…
…Y sólo se quedó aquel señor arrugado por los años en medio de su soledad. De sus pensamientos. De sus penurias.
Se quedó allí, contemplando pero sin poder ver nada…  














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