Palabras de un niño...

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+Bernardo Enrique López Baltodano

“Relato corto lleno de: Amor”

#belbaltodano    #belbaltodanonarrando  @belbaltodano

“Sentimientos…”

“Porque  la  vida  es  como  es

aunque  ni  la  aceptes,

ni la toleres,

ella  hará  siempre

lo  que  ha  de  hacer…

¿Y tú?  Ni pendiente.”

Me encontraba en la sala de espera de una empresa.

Estoy rodeado de mas de dos docenas de sillas, de esas que colocan para que los visitantes esperemos mientras esperamos a que nos atiendan.

En un principio estoy solo, pero transcurrido unos minutos veo que aparece un jovencillo. Venía solo.

Tendría quizás una docena de años de vida. Porta en su cabecita una gorra de tela. Veo que mira a todos lados. Lo noto algo desconcertado.

Con sus ojitos trataba de discernir todo a su alrededor. Se sentó enfrente de mí…A unos seis metros aproximadamente.

Casi al instante me comenzó a hablar. Pero el eco que impera en ese lugar me imposibilita poder distinguir  lo que sus labios pronunciaban, y le hago señas de que se ponga a mi lado, para que podamos conversar con mas tranquilidad.

Era casi las tres de esa tarde, por los cristales podíamos ver todo lo que pasaba en las afueras de  ese sitio. Carros y transeúntes que transitaban en una dirección o en otra. Todo estaba normal.

El chico se acercó a mí y fue cuando le pude apreciar todo cuanto me trataba de decir…

- Le decía que vengo de una funeraria, pues mi papi  en ocasiones trabaja allí     -él es técnico y repara todo cuanto le pongan a hacer-

Y me contaron… ¡Es que es durísimo esto!    -me dijo arrugando su rostro infantil-   mientras yo trataba de adivinar ¿qué era lo que lo mantenía en ese estado tan depresivo?  No me quedaba mas que esperar a     -qué en su tiempo-   me dijese lo que lo mantenía en ese estado tan elocuente.

- ¡En el refrigerador tenían un bebecito congelado! – Realmente esa noticia me impactó y le dije casi al instante…

- ¡Un bebecito…?

- Sí. Y tiene este tamaño… - Y me indicaba con sus bracitos el tamaño que él creía que tenía…Quizás unos: ¡Quince centímetros!

Sin lugar a dudas…Qué eso me impactó. Y mas notando el nivel de estupor que ese chamaquito sostenía. Sus manitos las mantuvo por unos cuantos minutos mas. Con su cabecita gacha mirando asombrado el tamaño de esa vida, que a tan temprana edad, se había retirado de este mundo inclemente.

- ¿…Pero lo viste tú…? – El chiquillo me miró asombrado y en medio de su estupor se persignó en varias ocasiones…Hasta que las palabras acudieron a sus labios y en medio de su terror, me respondió…

- ¿Yo? ¿…Yo…? ¡Ni loco! Ya pasé por eso. ¡Dios me libre de volver a lo mismo!

- ¿Y qué te pasó cristiano…? – Le dije anonadado. Él bajó su rostro muy compungido y casi en monosílabo me respondió en una forma muy queda…En ese preciso instante, vino a mí, esa sensación de que estaba delante de un ser muy especial.

Son ese tipo de encarnaciones en los cuales me da la impresión de estar charlando con una persona   -que a pesar de su apariencia, muy infantil-    me da la impresión de que ‘tiene varias vidas’ por la forma tan resuelta y tan madura…A pesar de que en apariencia es un niñito.

Que la vida lo ha llevado a sufrir en carne propia…Lo que otros se ven sometidos en sus años muy lejanos…Pero en este chiquitito…

¿A tan temprana edad…?

Me parte el alma.

Sentí en carne viva por efecto de ese mimetismo que me es difícil de explicar…Pero qué se percibirlo.

Así que me preparé a escucharlo con el mayor  detenimiento, y esto fue lo que me narró…

- Esto que le voy a contar, ¡fue muy dificilísimo! ¡Me partió en dos!

Fue cerca de mi casa   -cerca del Mercado Mayorista-   ¿Sabe dónde queda…? – Y se me quedó mirando esperando mi respuesta…Y en vista de que vio mi silencio, me dijo…

- ¡No importa! El caso es que íbamos a atravesar esa calle. Era apenas las seis y pico, ya estaba comenzando a oscurecer.

Mire: Mi mami ya había atravesado y nos esperaba en la otra acera. Mi tía llevaba sobre sus hombres a mi hermanito. En el cuello y brincaba y jugaba con él. Yo venía detrás.

Y en un ratico…  ¡Salió corriendo y saltando, mientras mi hermanito reía a carcajada! Yo vi venir una sombra a mucha velocidad. Y le grité: ¡Cuidado ti…! Pero ya fue demasiadísimo tarde ¡Un carro la atropelló!

Yo sentí cuando mi hermanito salió volando y cuando lo quise agarrar… ¡No pude! Cayó a menos de un metro… ¡No pude tomarlo!

Se golpeó muy fuerte en su cabecita. ¡Plum! Oí ese sonido tan bestial. Fue el golpe que se dio cuando chocó contra el pavimento.

Y escuché a mami cuando pegaba gritos de desesperación.

Cuando escucho los frenos del carro que los atropelló.

Veo que mi tía está sentada sobre la carretera…Así la llevó por unos seis o diez metros mas.

Cuando logró frenar. Retrocedió.

Y fue cuando mi tía, cayó sobre la carretera.

El tipo, al ver lo que había hecho… ¡Aceleró y le pasó por encima del cuerpo de mi tía!  Y después…Desapareció.

Todos angustiados corrimos en pos de ella.

Mi mami, tomó el cuerpo sin vida de Elías   -Así se llamaba en vida-   Gritaba en medio de su ataque de angustia.

Corrí y quise levantar a mi tía…Pero cuando la toqué…Era como tocar gelatina. Pobrecita mi tía.

Quise llorar. Quise buscar una piedra y lanzársela al que le había quitado su vida. Pero ya no estaba. Solamente pude ver el polvo que levantó su carro en su huida.

Usted no tiene ni idea de lo que es sufrir esto. – Me miró fijamente.

Noté que en su rostro todo era compungimiento.

Pero no lo vi llorar. Hubo un silencio muy espeso.

No supe reaccionar a esto. En verdad, su relato me dejó en una sola pieza. Intenté no hacer nada. Tan solo me quedé mirando al piso.

Transcurrido unos minutos, el chavalito me miraba de frente y sin contenerse mas, me adelantó…

- Cuando me quisieron enseñar a ese bebecito que lo mantenían congelado…No quise verlo. ¿Para qué?

- ¿Y cuando pasó eso…Lo de tú tía y tú hermanito…?

- ¿Lo de mi hermanito…? Hace año y medio. Mi mami estaba embarazado. ¡Yo temí que por esta razón botaría a mi hermanita! 

…Pero ¡Gracias a Dios! Que no fue así.

Mi hermanita ya tiene cinco meses.

Y si usted la viera. ¡Qué bella y hermosa que está!

…En ese entonces yo tendría…Once años y medio. Hoy tengo: Trece.

Para serle muy sincero. No me gusta venir a la funeraria.

Pero mi papi, me pidió que lo acompañara. ¿Y qué puedo hacer…?

Tengo que obedecerlo. ¡Él es mi papi! – Y diciéndome esto, llegó su progenitor y enseñándole una pieza le dijo…

- Vente. Tenemos que ir a buscar el repuesto. Y acá llevo la muestra.

- Ok.- Le respondió en el acto y levantándose y colocándose su gorra me extendió su manito y me dijo…

- ¡Ha sido un placer haber hablado con usted! ¡Cuídese! – Y partió saltándose detrás de su progenitor.

A través de la ventana pude ver como su padre le pasaba su brazo protector sobre su hombro y él, con su brazo izquierdo sostenía a su padre. Iban charlando de lo mas ameno.

Fue una escena que me hizo agua los ojos.

No es muy común ver estos casos.

Pero cuando los veo…Algo aprendo de esto.

© Bernardo Enrique López Baltodano 2017

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