Este relato me parece interesante y espero que sea de tu agrado.












“En un principio…”





César vivía solo en su granja, poseía una casa de tres cuartos, dos baños espaciosos, una sala inmensa copada de muebles.
La granja era de gallinas, las criaba y vendía sus huevos.
Era próspero su negocio.
Pero era soltero. Por alguna extraña razón no había conseguido “a la dama que dominara sus sentimientos” y cuestión extraña, ya que siendo tan rico, las chicas no lo tomaban en cuenta.
En diversas ocasiones pretendió a varias, pero por extraña circunstancia…A la hora decisiva, se disolvía esa unión.
No obstante, él seguía en su empeño.
Se esmeraba siempre en amueblar lo mas acogedoramente su residencia.
Cada cuarto era una joya en cuanto a las comodidades que él, las surtía.
Pero de un tiempo, digamos de unas cuantas semanas para acá, se le estaba notando un cambio extraordinario.
Al principio muy alegre y juguetón.
Ya no se le veía con esa angustia que mantenía y que parecía ser ya una parte muy importante de su personalidad.
Ahora se le notaba muy alegre. Siempre cantando. Sonriente y muy condescendiente con su personal de obreros que trabajaban para él.
Su vecino Iván, comenzaba a percatarse de este cambio tan repentino.
Pero no encontraba la mejor forma de entrarle, de informarse mejor.
Todos los días se proponía a hacerle la pregunta crucial: ¿El por qué estás ahora tan alegre? Y de paso, ya que la intriga lo devoraba, se disponía a hacerle otra pregunta, quizás mas invasiva  que la primera y esta era: ¿Ya conseguiste mujer?
¿Ya estás mas tranquilo, por eso mismo…?
Bueno Iván, sabía que en ocasiones César era muy evasivo y cuando tenía algún secretillo…
Era muy difícil que alguien le sacara algo.
Debía tramar algo…Y con su paciencia de buen trampero…Puso su señuelo y esperó…
Pronto vio que su vecino y amigo, lo llamó aparte y haciéndole señas de que guardara silencio…Se lo llevó a su sala.
Esperó a que estuvieran solos y arrancó “él solito” y sin necesidad de hacerles esas vitales preguntas.
- Mira Iván tengo que contarte algo que me ha estado pasando últimamente… - Ya sabía que su vecino y criador de gallinas, cuando se ponía “misterioso”  ¡nadie le ganaba!
…Así que le siguió su juego…
- Soy todo oído. – Le indicó haciéndole señas con sus dedos, como se cerraba la boca con un candado.
César estaba dubitativo.
Se cercioró que la mujer que le servía dentro de su casa, no estuviera cerca    -ya conocía lo chismosa, que suelen ser ellas-   revisó y se comprobó a sí mismo, que no estaba en la vivienda, quizás estaría limpiando atrás en el patio. Poco le importó en dónde se encontraba, el caso era que deseaba hablar a solas con su amigo y vecino.
- De un tiempo para acá…Me visita una Dama.
Y se me mete dentro de mis cobijas…
Y hacemos nuestras cositas… ¿Me entiendes?
- Claro. Claro. Pero ¿Quién es ella? – Le preguntó muy extrañado ya que nunca había visto a ninguna mujer…Salvo la que le servía de sirvienta…Quedó estupefacto, pero prefirió esperar la respuesta.
César pareció dudar, y le dio la impresión de que éste no le revelaría la identidad, así como así. Y que debía ser mas cuidadoso…Porque si este hombre se calla… 
¡No vuelve a tratarle el tema nunca mas!
- ¡Ese es el problema!  …Sólo siento cuando comienza a acariciarme. Es muy golosa.
Pero cuando intento buscarle conversación…
Me doy cuenta de que no le gusta. ¡Se va!
- ¿Y por qué sucede eso?
- No lo sé.
- Será que ¿tú la agobias con tus preguntas?
- ¿Y qué le voy a preguntar?
Al principio, cuando ya me descargaba…
Me quedaba rendido y cuando me despertaba…No había nadie.
- ¿Y por dónde entra?
- Ese es un misterio. Que al principio, no me interesaba. Pero ya ahora a estas alturas…
- ¿Revisaste las dos puertas, la del frente y la del patio?
- Cerradas.
- ¿Y todas las ventanas…?
- Todo cerrado.
- ¿Y entonces cómo entra…?
También puede ser “alucinaciones”
- ¡No hombre, que no!
- Pero ¿la has visto?
- No.
- Y tampoco has hablado con ella. Por lo que me has asegurado.
¿Y cuál es el problema ahora?
- Que últimamente me ha dejado agotado.
Es que me cuesta levantarme.
Sufro actualmente de mucha somnolencia.
- Bueno puede ser posible a diversas causas…
- No. En nada ha cambiado.
Hacemos el amor apasionadamente…
Pero es que siento que ya mis fuerzas me están fallando.
Ya no tengo ese vigor que tenía al principio.
Y eso que ella se esmera…Pero cada vez quedo mas y mas agotado…Y eso me está preocupando mucho ahora. – Iván lo observó mejor y pudo notar que su amigo tenía ojeras, y su cansancio iba acompañado de una baja de peso considerable, ya hasta su piel se la estaba notando muy desgastada;  pero cosa curiosa, hasta ese mismo instante fue que hizo ese descubrimiento.
- Hay muchos misterios. En principio…
Ni hablas, ni la ves.
Entra y sale… ¿Pero por dónde?
…Será por el techo… - Soltó esa apreciación, pero cuando miró se dio cuenta de su propio error…Era de concreto.
Pero si era de concreto: ¿Por dónde se cuela esa mujer…?
- Iván cuando le voy a hacer la pregunta… ¡Cómo que me leyera la mente!
Me pasa una de sus manos por los ojos…
Y me quedo rendido.
¡Es increíble, pero me domina!
No lo entiendo. Pero para mí…
Ya esto no me está gustando.
Me está chupando mi energía…Eso es lo que siento ahora.
- Eso te iba a decir César. Hay que tener sumo cuidado…Pero: ¿Quién o qué podrá ser…? – Por respuesta su amigo se persignó en repetidas ocasiones.
Se le notaba el temor subyacente…
Pero que se estaba trasformando en terror.
- No sé qué decirte César…Pero ¡mira! – Y le mostró sus brazos los cuales los cargaba erizados – No sé qué será…Pero lo que sea…
¡No es bueno amigo mío! – Gotas de sudor brotaron por todo su cuerpo.
Sufrió escalofríos y debido a eso, se levantó de su asiento y prefirió salir rápidamente de ese sitio. Lo lamentaba en el alma…
Pero percibió una presencia que lo aterró…
No supo definirla, entró así: ¡de sopetón!
Y lo mantenía atenazado…Tampoco supo en qué…Ni cómo.
Pero lo que sentía le estaba invadiendo toda su humanidad, paralizándolo y estrangulándolo.
¡Así que salió corriendo como un loco, sin mirar mas que hacía la calle!
Atrás quedó su aterrorizado amigo…
Su casa ya se le había transformado en su prisión…
Y quizás en…


   














© Bernardo Enrique López Baltodano 2015


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