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Hoy Sábado; 21 de Sept. de 2.013 ....Una nueva publicación....Cachirulo.....
Mi relato....Cachirulo..............
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Su madre y su hermana, eran mujeres de cualquiera. Y seguramente, hasta ya estarían contagiadas.
¿Y quién las habrá contagiado?
¡Impredecible! Eran muchos. Creció en la miseria. En la ausencia de valores humanos.
Su madre y su hermana, ya parecían ancianas. Estaban muy ajadas. Muy traqueadas.
Refugiándose en cuanta droga podían conseguir.
Y él Cachirulo, desde pequeño ya consumía la mariguana. Y en estos momentos, en que ya era todo un Señor. Amplió su radio de consumo en variedad de estupefacientes.
Y que sentía que lo respetaban, por el temor que les infundía.
Ya poco la consumía y en esos momentos, consumía cocaína. Y al mezclarlo con el aguardiente… ¡Volaba con intensidad!
¡Ese era su mayor placer! Y secreto al fin, poco lo revelaba.
Y en ese momento, se recordó. Sus pensamientos, volaban siempre.
Anhelando siempre ser un Gran Hombre. Grande. Fuerte y sumamente poderoso.
De pequeño, pasó tanta hambre. Que en este momento, ya ni eso sentía.
Aunque el hambre le alborotaba sus tripas, lo desquiciaba. Pero cuando se endrogaba…Sentía que ya nada le podía dañar. Nuevas fuerzas acudían a su ser.
Y en este preciso instante, ya se estaba sintiendo un TRIUNFADOR.
Las señales que percibía, así se lo corroboraban.
¿Primero?
Dominó a esa bestia peluda: ¡El Danger!
Ese animal, que inspiraba pánico…Yacía inmóvil, vencido a sus pies.
¿Segundo?
¡Esa nube que ensombrecía aún más, esa noche!
Pues claro, que sí…Estaba recibiendo la ayuda necesaria de sus Santos Malandros.
¡Siempre percibía esa clase de ayuda…Bueno desde que al fin, obedeció a su Santa Madre!
¿Y…La tercera señal…?
¡El borrachito Lucho! Seguramente, cuando lo vió…
¡Le descubrió su lado oscuro!
¡Su santa oscuridad!
Y por esa razón…Corrió.
¡Se espantó!
Y la verdad, que para buen entendedor…
¿Y el se sentía sabedor de todo? ¡Claro que sí!
Ya sentía, que controlaba todo. El dominarlo todo, le hace sentirse en perfectas condiciones.
Se irguió en sus solidas piernas. Sus zapatos, eran deportivos. Estaban nuevecitos. Y los adquirió en uno de sus últimos trabajitos. Cuando, entrando a asaltar una zapatería, se probó uno a uno, hasta que decidió que ése que llevaba puesto. Eran los indicados. Y como le gustaron tanto…Se trajo unos seis pares. Y previniendo todo lo previsible, los escogió de varios colores.
Hoy, se sentía a plenitud. Cómodo y satisfecho.
Hizo calistenia.
Le agradaban.
Los sentía, como si fueran unos finos guantes.
¡Qué placer tan grande!
Pero ya el tiempo, seguía corriendo. Y ese trabajo, tenía que ser llevado a cabo.
Y como buen jefe, sabía que el tiempo es oro.
Y por esa razón, ya se estaba comenzando a sentirse inquieto.
¿En dónde estaría su hermanito…Cachiporras?
¿Será que se le pasó nuevamente la mano…Y se drogó más de la cuenta?
¡Se lo dije! ¡No te pases…Te necesito sobrio!
¡No puede ser que se le haya pasado de drogas!
…Pues sí, en verdad que nunca sabe en qué momento parar. Y eso, que ya lo había golpeado ya varias veces.
Pero es drogadicto y la hierba es lo único que lo calma.
“Un día de estos…Va a acabar como mi Santa Madre”.
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