“Ñor  López

En el Día del Padre Hoy: 15 de junio del 2. 014
 –Recuerdo a mi viejo…Q.E.P.D.-


(Este es un homenaje a todos los hombres –que sin dejar de serlo, se transforman en: PADRE- ¡Honor a quién se lo merece!
Ser Padre, te hace ser vigilante al servicio de tus hijos, es aquel que ama, está pendiente del día a día.
El que educa. Siempre pendiente.
El que da su ejemplo. Todos los días.
Que lo aconseja. Con sus indicaciones a tiempo.
El que está pendiente siempre. De su salud, de su educación, de su aseo, ¡de todo!
El que aconseja. Su presencia es vital. Necesaria.
Y hoy quiero hacer un reconocimiento a tantos y tantos que de una forma totalmente desinteresada vela por el buen crecimiento de sus críos.
A todos mis lectores que con seguridad cumplen con sus objetivos (¡Seguro que sí!),
a mis amigos: Ricardo, Carlo, Jairo, etc., a mis hijos: Cristóbal, Bernardo, a mí yerno: David, a mi hijastro: Néstor Guido, a mis cuñados: Wilfredo, Audio, Arnaldo (q.e.p.d.), William,  Javier, Flavio, Livio, a mi compadre: Feliciano Cruz…Son tantos y tantos…
¡Felicidades a todos los papas! ¡Y que Dios nos bendiga por siempre!)
¡Un millón de Gracias a todos!


En vida se llamó:
Manuel de Jesús López Cajina.
Nació en: Chinandega – Nicaragua.
Se graduó de Maestro en la Primera Promoción en Nicaragua.
Poco ejerció su profesión.
Vino a Venezuela en 1.952, huyendo de la dictadura de: Anastasio Somoza García
El dictador con guantes de seda
Trabajó en el departamento de Contabilidad del hospital: Antituberculosis de Maracaibo.
Fue en vida; mi padre, amigo, compinche, compañero por tan corto camino.

Te fuiste por los caminos invisibles,
tu cuerpo al polvo volvió; sin embargo
recuerdos, enseñanzas y el intenso amor
por tus hijos en la tierra quedó.
Despedidas válidas no serán,
Presente y ausente  conmigo estás
junto a mí madre permanecerás.

En su vida personal, fue un ardiente lector.
(Por fuera: No se amoldaba. Por dentro de sí mismo: Un filósofo.)
Leía todo cuanto le caía en sus manos.
La colonia nica de aquella época era muy unida y se reunían siempre todas las semanas.
(Y siempre era la oportunidad propicia para beber y jugar: Casino Juego de cartas muy popular entre los nicas.)
Al separarse de mi madre, se va de la casa sin rumbo ni destino desconocido.
(Duró mucho tiempo desperdigado de sus hijos que con angustia lo buscábamos.)
Cuando acudí hasta su nuevo sitio de residencia que fue para aquel entonces: La Victoria – edo. Aragua,
(¡Qué bella es esa ciudad! Con un clima espléndido, paisajes hermosísimos, montañas, ríos ¡Todo bello! ¡Bellos valles de Aragua!) fue en su época de: Monje asceta.
(¿Su modo de vida? Vivir en el campo, pero con todas las comodidades de la ciudad.)
Viviendo en la misma hacienda donde trabaja en el área contable.
(Radicaba en su sitio de trabajoUna granja de pollosLe fascinaba el ambiente netamente campestre. Salía a trotar a eso de las cuatro a cinco de la madrugada, al terminar se bañaba, vestía e iba a su oficina a comenzar su faena diaria laboral.)
Recuerdo que todo en él era filosofía (Le decía en esos días que  era: filosofía barata y era cuando nos caíamos en discusiones estériles sobre principios que de entrada poco conocíaYo.), y a todo cuanto él creía le daba su “toque filosófico”
En esos días mi viejo, era de mucha reflexión y siempre lo noté en esa onda.
Recuerdo que por alguna extraña decisión suya me inscribió en el mejor Instituto de educación secundaria en La Victoria y el mas costoso, pero después (Y no supe el por qué.) nunca pudo pagar.
Siempre íbamos a desayunar, almorzar y hasta cenar a una Arepera en el frente de la Plaza Girardot y, se veía rodeado siempre de: un gallego, un isleño y de un criollo (nacido en tierras falconíanas del estado: Falcón-) los cuales tenían una afición en común -mas bien un vicio, a mí forma de ver- pues se juntaban todos ellos y afinaban su “puntería” a una figura (Comiquita) que aparecía en la prensa, y aseguraban que allí y de una forma subrepticia, escondían los número que aparecerían en la lotería y me refiero a los terminales (Dobles en esos días, porque después aparecieron los triplesPero eso es historia reciente.)
el gallego –hombre de un bigotito gracioso y muy escaso, de una panza prominente- descubrió que podía ampliar –la fotocopia- y de esa forma…
La volteaban a la derecha, a la izquierda, la detallaban desde todos los ángulos posibles.
El isleño aseguraba que eran: ¡Tres!
El gallego no concordaba y afirmaba que eran… ¡Otros!
El criollo negaba todo y volteando la hoja les recriminaba que estaban ciegos y que los números eran… ¡Tal, tal y tal!
(¡Qué chistosos se veían todos ellos se pasaban horas de horas- y casi ¡no se ponían de acuerdo!)
Ñor López tomaba nota de todo y no discutía (Creo que a la final; ¡se jugaba todos!)y  yo tan solo los contemplaba
(Mi opinión no eraRequerida.)
Al principio me entretenía el verlos a todos ellos enfrascados en esos menesteres y casi siempre se afiliaban unos que otros, pero en definitiva eran ellos los que mantenían esa “fiebre” por hacerse ricos de la noche a la mañana.
Y esto siempre sucedía en horas de la tarde.
La plaza Girardot (Guardo muchos gratos recuerdos, de su gente, de la belleza en sí de esa plaza allí se reunían muchos paisanos oriundos-) en aquel entonces, era muy fría y me encantaba ya que siempre me dio la impresión de estar en época decembrina.
En mí está vigente aún, que mi viejo esperaba siempre el “último viaje” del transporte público que nos llevaba todas las noches a nuestro sitio de pernota que era vía a: Zuata.
(El chofer, ya lo conocía y al pasar frente de nosotros, le gritaba: Ñor López ¡Ya me voy y este es mi último viaje por hoy! Y era cuando salía corriendo -y detrás iba yo- a montarnos en esa unidad de transporte colectivo.)
En mis recuerdos aún conservo muchos momentos de solaz esparcimiento entre mi madre acompañando a mi padre en unión de todos sus hijos e hijas sin duda para mí fueron excelentes y mis hermanas cuando nos reunimos, recordamos esos agradable instantes ¡en nuestras vidas!- ¡qué de cosa
tiene la vida!
…Y recuerdo –tal como si fuese hoy mismo- sus palabras cuando le llegaba muy molesto, diciéndole los problemas laborales que tenía con el jefe de turno, me observó con su mirada escudriñadora y con una leve sonrisa, llamó mi atención con su mano que alzándola para que lo viera y una vez que captó mi atención, me preguntó:
-      ¿Querés quitarte al jefe de encima? –Lo miré asombrado ya que habiendo capturado totalmente mi atención…Se tomó esos segundos para acentuar su disertación. Callé asombrado y casi al instante le respondí…
-      ¡Por supuesto que si! ¿Qué debo hacer?
-      …Si la empresa te pone que tenés que recorrer un metro… ¡Cumplilo! Y además de eso debes avanzar un veinte por ciento mas…
-      ¡Y a partir de allí dejas de tener jefe y te transformas en tu propio jefe! – Quedé asombrado, pero desde ese instante me propuse cumplir esta meta. ¡Y lo hice!  …Ya el jefe perdió su poder en mí.
…Ay vida tan ingrata, que cuando crees tenerlo todo… ¡Te lo quitan!
Mis viejos cuidaron mucho en hacernos una infancia muy bella y apacible, y de ello doy fe de que así fue.
…Y es que en este año cuánto no daría para poder gozar de su presencia, era agradable cuando estaba en problemas –siendo un infante- corría hacía el refugio seguro de su presencia, hoy tan solo me quedan sus recuerdos.
Su dedicación a cada uno de sus hijos, por supuesto que cometió muchos errores, pero sus aciertos son los que me obligan a tomarlo siempre en cuenta.
En el baúl de mis recuerdos, añoro esos momentos en los cuales nos sentábamos al frente de la casa, allá en el “Parcelamiento El Rodeo” en Zuata-Edo. Aragua en esas noches frías y oscuras.
En una de esas noches, acompañado de mí hermano que nos visitó en época decembrina,
discutíamos sobre muchas cosas, charlábamos y nos mofábamos uno del otro y todo en franca camaradería.
Está vigente –para mí- que Juan –mí hermano- no aguantaba los zancudos y corrió adentro de la vivienda y sacó su cobija, un repelente de insectos y una vela –la cual encendió- ya que aseguraba que casi no nos veíamos –nos veíamos graciosos- ya que la brisa la apagaba a cada  rato.
Nuestro progenitor se extasiaba viéndolo en sus “cosas de chico de la ciudad”, sin duda alguna que nos amaba y no perdía ocasión en demostrárnoslo a cada uno de nosotros.
Muchos consejos, indicaciones y órdenes que nos emitió y siempre para nuestro bien.
¡En el día de los Padre –así como todos los días- celebro en tu ausencia, tú siempre presencia en mí!
Y es que él nunca será olvidado ni por mí, como tampoco del resto de sus hijos.
Viejo no sé cuando deba partir, pero con toda seguridad algún día nos volveremos a ver y será cuando entonces, corra a abrazarte, a besarte y a pedirte: ¡Bendición papá!

(Este homenaje va también para: Mis abuelos don Cristóbal y don Enrique-, mis tíos don Chimas, Chando y Morise-, mi primo Bernardo Germán-, mi hermano Juan Manuel- mi cuñado Arnaldo Atilio, mi concuñado Nelson Montero Duran, que aunque ya no estén con nosotros físicamente lo están en nuestros recuerdos familiares fueron excelentes padres- Paz a sus restos.)


Bernardo E. López Baltodano.-
Maracaibo; 13 de junio del 2.014.-





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