“Después de mí… ¡Nadie mas!”
Miércoles….11 …Junio…
- Señor…Mejor
es que nos vayamos…
- ¡De
aquí
no se me va nadie!
¡Y el que se me mueva,
le pego un tiro!
- ¡…Señor…Mire
que ella está embarazada y su estado es de riesgo…! –
Intervino Carmen, al ver que la situación se estaba poniendo
demasiado candente.
- ¡…Por
el amor a Dios…!
¡Aquí
le puede dar algo a Gersy! – Gritó fuera de sí
Adriana, al ver que ésta se doblaba del dolor.
Todas las amigas, se
abalanzaron encima de ésta. Gersy, estaba como botando espuma
por la boca y temblaba a espasmos cada
vez más
fuertes.
- ¡Tenemos
que llevarla nuevamente a la clínica! – Gritó
Susan.
- ¡De aquí no se me mueve nadie o
les pego un tiro!
- ¿Usted está ocasionando la muerte
súbita de nuestra amiga,
lo sabe?
- ¿…Y qué es lo que le está pasando…? – El señor Emiro, pudo
comprobar por sí
mismo, que la señora
estaba convulsionando en forma grotesca, así que ante la presión hasta de su propia
esposa, se vio precisado a ceder de inmediato.
Bajando su pistola, se
echó a un lado, permitiendo
que ellos se llevaran a Gersy.
Horror, se dibujaba en
el rostro de sus acompañantes.
Nuevamente tendrían
que seguir corriendo para llegar a tiempo con la humanidad de su amiga quien convulsionaba tremendamente.
- ¡Rápido, rápido! – Todos sus
atacantes le cedieron el paso, obligados
por ésta circunstancia, la
cual ninguno de ellos esperaban.
- ¿…Al carro de quién…? – Preguntó Carmen.
- ¡Al mío, que está más cerca! – Les gritaba Marisela.
Así que con toda velocidad, corrieron y la
metieron.
- ¡Yo me voy contigo
Migue! – Le gritó Susan, apurándolo a que abriera las
puertas de su carro y salieran rápidamente detrás de Marisela.
Y es que en cuestión de escasísimos segundos…Partieron a toda
velocidad.
Ya nos les importaba,
ni la lluvia, ni que las calles estuvieran aún mojadas.
- ¡Se ve peor que la última vez! – Agregaba angustiada
Carmen.
- ¡Me angustia mucho verla
así! – Con lágrimas en sus ojos Adriana, se persignaba una y otra vez.
- ¡Hazle señas a Migue…!
- ¿Y qué le decimos, Carmen?
- Dile que se apure… ¡Qué no podemos ir a su
velocidad! –
Le contestó
Marisela, quien manejaba toda desaforada, temiendo llegar tarde.
- …Ya les estoy haciendo
señas…
Y Susan, me contesta…Qué le demos, que ellos
nos van a seguir.
Por su lado, en el
carro de Miguel, Susan estaba hecha un manojo de nervios.
- ¡Ay Diosito Lindo! Cuida
la salud de Gersy…Recuerda
que tiene dos hijos, más
el que le viene en camino. ¡Santo
Cielito! ¡Virgen
Santísima…Cuídala!
A pesar de toda la
velocidad a que iban, no podían
adelantar mucho.
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