“Cachirulo”
Martes…..
…O no me ven…O no me escuchan…O no me sienten…
¿Qué mal he hecho? ¡No lo sé! Y seguramente, que lo habré
hecho…
Pero no he logrado descifrarlo. ¡Me es ajeno!
¡Amor, no me dejes! ¡Llévame contigo! …No logro sentirlo.
No logro asirme ni a él, ni a mis hijas…
¡Estamos como enclaustrados, en nosotros mismos!
Nos vemos, pero no nos miramos…
Nos sentimos…Pero no logro palparlos. Es algo, imposible para
mí, describirlos…
No sé ni cómo decirlo,
ni mucho menos expresarlo.
- ¡Cómo mujer…Te entiendo Esther! …Y me desespera porque no consigo la forma, ni el medio, para
que tú me puedas entender o asimilar. ¡Sufro mucho, al verlos así!
Mi marido Diego y yo, hemos estados muy quebrantados desde
ese entonces.
¡No sé ni qué hacer, ni qué decir!
Estamos como maniatados. ¡Perdónanos…Pero no logro expresarme
bien!
- ¡Ayyyyy María! ¡Dios
quiera qué más nadie tenga que sufrir,
lo que he estado sufriendo yo!
- ¡Ayyyyy Esther! Si supieras
que me gustaría, ayudarte a cargar tu carga…
- ¡Ni se te ocurra
pedir esa vaina! Eso no se lo deseo ni a mi peor enemigo.
¡Nunca había conocido el dolor! Ya hoy, puedo gritarle a todo
el mundo y a todo pulmón.
¡Esto no es vida!
Yo soy una andante
pero sin vida, sin dirección y sin puerto de llegada.
Estoy para que ustedes
ya lo sepan de una buena vez, en espera de que mi Ramoncito, entregue sus armas
y se despida, no de mí, sino de todos nosotros.
- ¿Cómo? ¿Por qué dices eso, Esther?
- ¡Ay María! No lo hablo por hablar. Todo indica que ya no puede más.
¡Esto se lo está llevando!
Y lo peor, es que no puedo impedirlo.
¿Qué más puedo hacer? ¡Sí, lo he hecho todo!
¡A mí, a mí es a quién han violado! ¡A mis hijas, las han
destrozado!
Y sin embargo…Allí estoy batallando.
¡Sola!
¡Totalmente sola e íngrima! Conmigo han querido hacer los
policías, todo lo que les han dado su perra gana. ¿Se extrañan, verdad? Pero si
esto es cierto.
¡Son unos sucios, unos puercos!
- ¿Pero qué nos quieres decir amiga?
- Amiga…Esto es muy sucio e indigno…
- ¿Qué ha pasado vecina?
- No vecino, me da
mucha vergüenza. ¡Esto es inconcebible! Imagínate Diego y tú María, que es
preferible mil veces, que me violen los malandros, antes que la de esos
“Uniformados”
- ¿Amiga…Ellos te han violado?
- ¡Es inaudito! Vecinos, me da mucha vergüenza. ¡No puedo
contárselos! ¡Esto es muy feo y claro como me están viendo sola todo el tiempo!
¿Piensan que yo soy qué…Una cualquiera? ¡Prefiero mil veces a esos forajidos
sin uniformes, que a ésos uniformados!
- ¡Está bien amiga,
está bien! ¡Cálmate, por lo que más quieras!
Es evidente el deterioro emocional y psíquico de Esther. Sus
vecinos y amigos, así lo apreciaron.
No sabiendo ni siquiera
ni qué decir, ni qué hacer.
Como pudieron la ayudaron. María, la consoló lo mejor que
pudo.
Del resto no quedaba
más nada, sino que esperar.
Los hijos se
acercaron, pero al ser testigos de que nada podían hacer, silenciosamente se
alejaron dejando a sus padres y a su vecina, solos.
El sollozo de una madre, unido al de una esposa y equiparado
con el de una mujer.
Se condensaron en un solo cuerpo.
Todos juntos y a la vez separados. Mundos yuxtapuestos, que
se sobreponían capa a capa, pero imperando siempre el de la mujer, como sujeto.
Una lágrima equivalía a varios mundos. Varias épocas, pero un
solo sentir: Impotencia.
- ¡…Basta de lágrimas! Aunque estoy llorando, ya ni eso me
queda. Me estoy quedando vacía.
Seca del todo. ¡Pero
la vida, debe continuar! Y tal como dicen por ahí: “La función debe continuar”
Y mi historia personal, aún no se acaba… ¡Al contrario! ¡De
éste pedazo de carne…Fluye un torrente de vida! Y grito a todos los vientos:
Sigo viva…Y mientras viva, tengo esperanza”
- ¡Bien dicho amiga mía! ¡Muy sabias tus palabras!
¿Verdad esposo mío?
- ¡He quedado: En una sola pieza! ¡Qué bien, Esther, qué
bien!
- ¿Verdad que es un
caso digno de imitar?
- ¡Por supuesto que sí
mi adorada esposa! Y celebro ese
despertar. ¡Qué bien!
- …Es que la verdad, es la verdad. ¡La vida continúa su
ritmo, implacablemente! ¿No es así amiguita?
- ¡Claro que sí Esther, eres un caso digno de imitar!
- Y cómo dice mi esposa María… ¡Eres digna de imitar!
- ¡Alcemos pues, nuestros corazones!
“Caminante…No hay camino, se hace camino al andar” Y yo, estoy dispuesta a
caminar. En honor de mi esposo caído y de mis hijas. Y en su honor…Debo
levantarme, limpiarme mi vestido… ¡Y
seguir y seguir!
- ¿Qué bien, verdad mi amado?
- ¡Sí
mi amada!
- Y a lo que vine: ¿Adónde está ése caballero que los cuida,
mientras ustedes descansan?
Ardo en curiosidad y deseo por
conocerlo. ¿Me podrás llevar vecinito? ¿Y es verdad qué es una persona de mucho
poder? ¿Podemos ir ya?
- …Por supuesto vecinita…Pero es conveniente, que sepas.
En primer lugar: No es el sitio indicado
para que una dama vaya.
En segundo lugar: Si bien es cierto, que el Cachirulo es una persona de
fiar…Pero: Sus hombres, no me inspiran ninguna confianza.
- ¿Y qué más puedo perder? ¿Qué es una
pinta más para esta tigresa herida?
¿Qué me violen nuevamente…? ¡Ya lo hicieron y varias veces!
¿O que me roben otra vez…?
¡Ya me dejaron en la calle!
Diego
mi verdad, la actual es, que ya poco me importa mi persona. Y si me he
decidido a ir es porque en verdad, es
muy poco lo que puedo perder ya. ¿Qué más puedo perder?
En contraposición, a lo que pueda ganar…
¡Puedo lograr protección para mí y los míos!
Me explico…Desde que pasó, lo que nos
pasó a nosotros – No hemos podido conseguir ningún tipo de descanso.
Los nervios, ya ni los siento. Tengo
desde ese entonces, en que no he podido conciliar mi sueño…Por más de dos a
tres horas. ¿Un ser humano puede seguir tolerando esto?
¡Estoy hecha una piltrafa humana! Y si
he podido dormir, algo. Mi Ramoncito…El pobre, ése sí que no ha podido
conciliar ¡Nada de sueño! ¿Me están comprendiendo?
- ¡Eso es muy fuerte Esther! ¿No han podido conciliar ni siquiera
una noche entera? – Asombrado le preguntó. Aunque al detallarla notó grandes
ojeras en su rostro demacrado y sin vida.
- ¡Diego…Nada! Ramoncito mi esposo, está de guardián de noche y de día
también.
¡No ha podido dormir! Y él está peor, ya que él se considera el
responsable, de todo cuanto nos ha pasado…
- …Pero no debería…Sentirse así…
- ¿Verdad que no Diego?
…Eso mismo pensamos todos…Pero él: No.
- ¡Cónchale qué vaina más grande le han echado, Esther,
amiga mía!
- ¡Coincido plenamente contigo María, mi amiga y vecina! ¿Pero…Qué se le
puede hacer a todo esto…? ¡Nada! Ya todo está listo… ¡Consummatum
est!
- …Si vecinita…Ya todo está consumado…
- ¿Así
qué otra cosa más podré perder, vecinitos?
- ¡Mucho
vecinita! Pero viéndolo así como
lo estás planteando…Pero aún así, tú representas para nosotros: ¡Mucho! Y por
eso, queremos preservar tu integridad.
- …Bueno
siendo así. Te lo acepto, Diego. Pero en verdad, estoy dispuesta a pagar
el precio que me pida, con tal de poder lograr: Mi paz.
- Por supuesto…
- Y la paz de mis hijos…Y ojalá que la
de mi esposo.
- ¡Seguro que sí, amiga! Deja que
Diego te guie. Él sabrá contactar a ese
chaval y te pondrá en su contacto. ¡Cuenta con eso!
- No esperaba menos. Y para eso he venido.
- Ok. Me pondré en contacto con él, hoy
mismo.
- Quédate conmigo Esther. ¿Quieres un cafecito?
- ¡Gracias amiguita! …Y perdona mi mala educación…No te ofrecí
nada en mi casa… ¡Pero es que tengo esta cabeza loca!
- ¡Tranquila! Ya sé cómo estás. No te
preocupes. Vayamos a mi cocina, mientras mi amoroso maridito, va en busca de
ése carajito.
Las dos vecinas se
dirigieron a la cocina, mientras Diego salía rápidamente en busca del
susodicho. Y en esta ocasión, llegó rápidamente. Ya que hacía poco tiempo, lo
consiguió allí.
Al llegar a la casa,
se sintió muy incomodo. De una forma extraña, se sentía muy nervioso.
En el frente, no divisó a nadie. Y aunque llamó y llamó.
Nadie salió para atenderlo.
Así, que se armó de valor y continuó llamando. Al rato,
escuchó sonidos.
(…Parece que si hay alguien allí. Estoy escuchando ruidos.
Esperaré…)
Al rato alguien se
asomó por entre unas cortinas, de un simulacro de ventana.
Diego se identificó y pidió hablar con el jefe.
La cortina, se cerró. Tan sólo pudo distinguir, que la voz
era de una fémina.
Pero no pudo divisar su rostro.
Esperó nerviosamente, unos largos minutos.
Se acomodó como pudo en una piedra, que la descubrió, al rato
de estar en esa espera.
- ¡Qué pase! – Creyó identificar la misma voz.
Pero más nada. Nadie le abrió puerta alguna. Nervioso, se
quedó sin saber qué hacer.
Como cosa curiosa, no vio ese flujo normal de personas. Es
más, hasta le dio la impresión, de que al entrar a esa casa, el tiempo como que
se detuviera.
Una sensación muy curiosa. No escuchó ni siquiera el cantico
de los pajaritos. Miró hacia el suelo…Y ni siquiera pudo ver el tránsito de
hormigas. Es más, hasta se le antojó que el libre curso de los vientos…Como que
se detuvo.
(¿Serán ideas mías? ¿Será que el miedo, me está atenazando?
¡No, no es posible!
He entrado a un mundo…Sin ruido. Sin movimiento.
¿Será cierto, todo esto? No escucho ni a los pájaros.
Todo está como estático. Sin sentido, sin vida…
¡No, no es posible, son ideas mías! Me está afectando, los
dramas de los vecinos.
Pero…Es que…No oigo ni la brisa, ni las ramas se mueven.
¿Dios qué estará pasando aquí?
¿Será…Será…?) – No alcanzó a formularse su pregunta. Escuchó nuevos ruidos. Al
parecer, una voz masculina…Y luego un murmullo femenino. Se concentró para
poder escuchar mejor, ya que lo que oyó le pareció que se referían a él.
- ¡Qué pase! – Escuchó la misma voz femenina. En esta
ocasión pudo ver, que la puerta se
abría.
Diego comenzó caminando, de una forma vacilante. No estaba
del todo seguro, en ese ambiente.
Más bien, le ocasionaba mucha expectativa. Mucha tensión.
Chequeó nuevamente, con sus sentidos, todo lo ya descrito.
Pero con esto, no más lo que hizo, fue ratificar en su conjunto, todos sus
temores.
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